Por REDACCION
"Que el mundo fue y será; una porquería, ya lo sé; en el quinientos seis; y en el dos mil, también. Que siempre ha habido chorros; Maquiavelos y estafa'os; contentos y amarga'os; varones y dublés. Pero que el siglo veinte; es un despliegue; de maldá insolente; ya no hay quien lo niegue".
La letra del tango "Cambalache", escrita por el genial Enrique Santos Discépolo en 1934, no pierde vigencia.
Tanto que se puede aplicar para definir cualquier situación que se vive en un país que no encontró la manera de aprovechar los tiempos de bonanza y que está cada día más sumergido por una condición económica que nos afecta a todos.
"Vivimos revolca'os; en un merengue; y en un mismo lodo; todos manosea'os. Hoy resulta que es lo mismo; ser derecho que traidor; ignorante, sabio, chorro; generoso o estafador. ¡Todo es igual!; ¡nada es mejor!; lo mismo un burro; que un gran profesor", expresa con su mente visionaria el gran Discépolo.
Pero a lo largo de tantos años, se pronunciaron tantísimas frases célebres en relación con la economía, que no resultaría suficiente una nota Editorial para rescatarlas.
En la mayoría de los casos, seguramente el lector habrá de recordarlas y hasta es probable que hoy pueda esbozar una sonrisa. Un gesto que, en los distintos momentos que fueron expresadas, sin duda que habrá sido diferente.
Vamos con algunas de esas frases célebres, que después de tantos años, al igual que "Cambalache" no pierden vigencia, pero, en este caso, porque la mayoría de los funcionarios siguen realizando promesas que ni ellos mismos se creen y por lo tanto no pueden cumplir.
"Hay que pasar el invierno" (Alvaro Alsogaray, en 1959). Un concepto que se sigue aplicando hasta nuestros días, no solamente en materia económica. En estos tiempos de cuarentena, la frase se reflotó, pero está relacionada tanto con la salud, como con la economía. La primera, está amenazada. La segunda, está deteriorada. Y lo más preocupante, es que lo peor está por venir.
"La gente nunca tuvo más plata que ahora" (José Alfredo Martínez de Hoz, en 1980). Nadie está en condiciones de asegurar que haya sido el primero de los Ministros de Economía que lo manifestó, pero la realidad fue diferente en una de las tantas épocas de hiperinflación que vivió la Argentina.
"El que apuesta al dólar pierde" (Lorenzo Sigaut, en 1981). Una recomendación que convenció a muy pocos, habida cuenta que la gente siguió comprando la moneda norteamericana, cada uno en las medidas de sus posibilidades. Y quedó claro que no se equivocaron quienes lo hicieron, porque una gran devaluación sacudió al país a los pocos días.
"El que depositó pesos, recibirá pesos; el que depositó dólares, recibirá dólares" (Eduardo Duhalde, en 2002, cuando fue Presidente de la Nación). Lo aseguró en medio de una crisis que hasta entonces solo registraba como precedente la de los años 30. Por supuesto, no hubo forma de responder a esa expectativa y los damnificados se contaron por centenares de miles en nuestro país.
Son algunas de las tantas frases célebres que en diferentes momentos de nuestra historia, estuvieron en boca de los responsables de manejar la economía, que terminaron desacreditadas por las fluctuaciones y por la inestabilidad.
Hoy, el Gobierno está negociando la refinanciación de la deuda y la oferta que presentó inicialmente, tuvo un alto porcentaje de rechazo. ¿Será, tal vez, porque el pasado nos condena? Es que no fueron pocos los desaciertos que se fueron sumando a la hora de tomar decisiones. Hoy, la deuda, es uno de los temas más acuciantes para la gestión de Alberto Fernández, que tiene otros desafíos por delante: la pandemia del coronavirus y la reactivación productiva.
"No hay aplazaos; qué va a haber; ni escalafón; los inmorales nos han iguala'o. Si uno vive en la impostura; y otro hala en su ambición; da lo mismo que sea cura; colchonero, Rey de Bastos; caradura o polizón. ¡Qué falta de respeto; ¡qué atropello a la razón!; cualquiera es un señor; cualquiera es un ladrón. Mezcla'o con Stavisky; va Don Bosco y La Mignon; Carnera y Napoleón; Don Chicho y San Martín; igual que en la vidriera; irrespetuosa; de los cambalaches; se ha mezcla'o la vida. Y herida por un sable sin remache; ves llorar La Biblia; junto a un calefón. Siglo veinte, cambalache; problemático y febril; el que no llora no mama; y el que no afana es un gil. ¡Dale, nomás!; ¡dale, que va!; ¡que allá en el horno; se van a encontrar! No pienses más, sentate a un la'o; que a nadie importa si naciste honra'o; a lo mismo al que labura; noche y día como un buey; que el que vive de las minas; que el que roba, que el que cura; o está fuera de la ley. Vivimos revolca'os en un merengue; y en un mismo lodo; todos manosea'os".
Enrique Santos Discépolo ("Cambalache", 1934). No fue Ministro, ni tampoco Presidente. Simplemente, un Genio!!!
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