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Editorial Miércoles 30 de Octubre de 2013

Fecha para recordar

Se cumplen hoy 30 años del regreso a la democracia, luego de la negra noche de la dictadura y de la guerra de Malvinas, que dejaron secuelas que llevará todavía mucho tiempo para restañar.

REDACCION

Por REDACCION

La de hoy es una fecha muy cara a los sentimientos democráticos de los argentinos, ya que hace exactamente 30 años,  dio comienzo una nueva etapa en nuestra vida política, dejando atrás el oscuro período de la dictadura militar que se extendió durante casi 8 años y que había comenzado con el golpe del 24 de marzo de 1976, dejando una secuela de muertos y desaparecidos que provocaron heridas de profundidad tal, que aún ahora, con tanto tiempo transcurrido, siguen estando a flor de piel. La sociedad en su conjunto, experimentó uno de sus más duros golpes, quedando al mismo borde de la desintegración.

Ese 30 de octubre de 1983 marcó el retorno de los argentinos a las urnas, consagrándose la fórmula radical conformada por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez, mientras que en la provincia de Santa Fe fueron electos José María Vernet y Carlos Aurelio Martínez, en tanto para la intendencia de Rafaela quedaba consagrado Rodolfo Muriel. Esos fueron los nombres que quedaron grabados en los tres niveles -nacional, provincial y municipal- de ese anhelado regreso a la vida democrática, al ejercicio y práctica plena del sistema republicano. Pero además, y por sobre todo, dejando definitivamente atrás uno de los episodios más lamentables y violentos de la historia de nuestro país.

En ese tiempo, además de toda la larga noche que nos había tocado vivir durante esos años de tan cruenta y feroz dictadura, nos quedaba el estigma de la guerra de las islas Malvinas, pergeñada por verdaderos aventureros militares que trataban de esa manera de salvar una dictadura que ya no podía sostenerse. El enfrentamiento con una de las potencias militares mundiales de esos años, como lo era Gran Bretaña, y el absoluto fracaso de la logística primero y de la diplomacia después, cuando la derrota era inevitable, dejaron un sabor muy amargo y heridas profundas en las familias de quienes habían dejado su vida en aquellas tierras australes.

Dentro de ese clima, mezcla de temor y ansiedad, es que por fin se llegó a ese 30 de octubre en que fue recuperada la democracia en la Argentina, iniciándose un nuevo y renovado ciclo, el cual nos encontramos recorriendo desde hace tres décadas, es cierto, quedando mucho por delante para perfeccionarlo, pero sin dudar en calificarlo como la mejor y tal vez única opción que hemos tenido.

La histórica fecha que hoy recordamos, además de lo expuesto, marcó muchos otros inicios, como por ejemplo el volver al ejercicio de la verdad, el iniciar una etapa de ética solidaria, la renovación de los sentimientos patrióticos que durante tanto tiempo habían permanecido en letargo, y por sobre todas las cosas, el ánimo de convivir en paz. La libertad de expresión, uno de los valores más notables de la democracia, volvió a imperar entre nosotros, siendo algo que debemos entre todos custodiar pues siempre laten acechanzas de riesgo, siendo una tentación de todos quienes imponer una sola forma de pensar, sentir y vivir.

El espacio público comenzó desde entonces a receptar todas y cada una de las expresiones que habían estado reprimidas, recobrándose también los partidos políticos, elementos indispensables para darle sostén y vida a la democracia.

El radicalismo, merced a la representatividad de todos los argentinos que alcanzaba entonces Alfonsín, se planteó la gran oportunidad de iniciar un ciclo solidario, como así también la falsedad de la antinomia entre libertad e igualdad en cuanto la ampliación de derechos de unos significaba avanzar sobre el de otros. Nada de eso tenía sustento, pues la convivencia no sólo era necesaria, sino la única manera de comprender el momento que se estaba viviendo, con el cual se comenzaba a dejar atrás la larga noche negra de la dictadura.

El voto de ese 30 de octubre encarnó una condena a la violencia, al atropello y a la censura, ayudando a cruzar el umbral que dejaba al frente la posibilidad de enfrentar el futuro de manera pacífica y con la siempre latente posibilidad de la unión por los grandes objetivos. Algo que, aún con el tiempo transcurrido, constituye una deuda pendiente, y que debe ser encarada con desprendimientos personales, para de una vez por todas vislumbrar ese tan anhelado y tantas veces postergado despegue que merece la Argentina.

Por estos 30 años ¡salud!





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