Por REDACCION
A menos de un mes de las elecciones presidenciales de Brasil, fijadas para el 5 de octubre -de no alcanzar ningún candidato superar la línea del 50% los dos más votados irán en segunda vuelta el 26 de ese mismo mes-, en el vecino país el escenario político experimentó una verdadera conmoción con la fulgurante aparición de Marina Silva, la candidata del Partido Socialista, que en las últimas semanas tuvo un crecimiento tan grande, que la mayoría de las encuestas la dan en el mismo nivel que la presidenta Dilma Rousseff -que irá en búsqueda de su reelección-, y algunas otras aún por encima de la que hasta hace poco tiempo parecía tener un camino prácticamente allanado de obstáculos. Pero aún hay más, ya que para una segunda vuelta, como seguramente la habrá entre ambas mujeres aspirantes al Palacio del Planalto, Silva lleva una ventaja de 10 puntos que, al parecer de los analistas políticos, resulta prácticamente indescontable.
Tanto puede calificarse de fenómeno este crecimiento de la popularidad de Silva, como la baja experimentada de Rousseff, habiéndose complementado ambos factores para desembocar en esta situación poco esperada, que comenzó a gestarse previamente a la realización del campeonato mundial de fútbol en el vecino país, cuestionándose al gobierno por la altísima inversión destinada a estadios, estructura y todo el equipamiento que debió hacerse para ese evento ecuménico -aunque gran parte de todas esas instalaciones también serán utilizadas en los Juegos Olímpicos de 2016-, en tanto la población debe sufrir de numerosas privaciones, conformándose de tal manera un muy duro cuestionamiento hacia Rousseff. Aunque además, como para terminar de complicarle el escenario a la presidenta en ejercicio, también aparecieron casos de corrupción muy cercanos a su propio entorno, un aspecto que si bien antes pasaba más desapercibido, ahora los brasileños castigan muy duro, al menos es lo que establecen casi todos los sondeos.
En cuanto a Silva, se trata de una política experimentada que fue ministra y senadora, la cual responde a las características de cambio que los brasileños estaban esperando con avidez y que habían alcanzado su máxima expresión en ocasión de manifestaciones espontáneas en varias de sus principales ciudades, en rechazo a las enormes masas de dinero que se estaban destinando por entonces en la construcción de estadios deportivos -para el mundial-, cuando en realidad "lo que faltan son hospitales y escuelas", según sostenían. En este momento, a Dilma Rousseff la población le estará pasando las facturas por algunos de sus errores políticos, que al parecer y tal como lo sostienen los sondeos, es muy probable que deba resignar la presidencia a manos de Marina Silva.
La gran popularidad de la candidata socialista tiene explicación por la combinación de una serie de factores que confluyeron en conjunto, comenzando por la historia y el temperamento que posee y que la acercan mucho a sectores juveniles, universitarios y urbanos, logrando reunir desde su origen humilde, sus logros obtenidos con un gran esfuerzo personal, hasta un perfil idealista de quien no se enriqueció con la política y siempre comulgó decididamente en contra de todos los actos de corrupción. Su persona, según dicen los analistas brasileños, se encuentra por encima de las estructuras políticas partidarias, lo cual constituye su más importante capital.
De todas maneras no todas son flores para Silva, pues ya en su rol de candidata y tras haber lanzado su plan de gobierno recientemente en San Pablo, sus principios parecen haber comenzado a sufrir alguna clase de filtraciones para acomodarlos a las necesidades de la campaña en este último tramo. Es que sus anuncios ya sufrieron algunas correcciones, cuando determinados aspectos referidos a la eliminación de conquistas sociales como las de los homosexuales y las lesbianas, fueron prestamente eliminados al conocerse las negativas repercusiones que habían tenido en la población, en especial, en una comunidad que es muy numerosa en Brasil y que cuenta además con la simpatía de gran parte del resto de la gente.
Esta es la perspectiva que vive hoy Brasil con miras al cercano comicio en el cual se elegirá presidente, donde todo parece confluir en la elección de la socialista Marina Silva.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.