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Editorial Domingo 26 de Abril de 2020

Enseñar en entornos virtuales

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REDACCION

Por REDACCION

Apenas se había iniciado el ciclo lectivo 2020 en la Argentina cuando, en forma tan inesperada como abrupta, las clases se interrumpieron a mediados de marzo ante el terror creciente que el coronavirus generaba a nivel global, con postales ya dramáticas en esa época de lo que sucedía en Italia, un país tan cercano al nuestro por lazos históricos. Si bien inicialmente se aclaró que la suspensión de la actividad escolar no era sinónimo de vacaciones sino que las clases continuarían en el hogar, se dispararon una serie de interrogantes sobre cómo se llevaría a cabo el proceso y las maneras de comunicarse entre docentes y alumnos.

Con el correr de los días, las plataformas educativas se debieron actualizar y aparecieron múltiples opciones en procura de organizar la continuidad de la actividad curricular. Los docentes debían acelerar su capacitación en tecnologías digitales y nuevos programas para hacer llegar a los alumnos los distintos recursos, desde las claves de una clase hasta fotocopia y tareas. En el otro extremo, las familias también debieron reorganizarse revisando el tipo de conectividad a internet de la que disponían, las computadoras, notebooks o impresoras necesarias para acompañar el nuevo proceso educativo a distancia.

Un verdadero desafío que los chicos de distintos niveles de enseñanza tuvieron que asumir, con el respaldo de las familias que se vieron forzadas a asumir un papel más importante aún, principalmente cuando los educandos son de los primeros años de la escuela primaria. Es posible que a los padres les toque el enorme reto de enseñar los números o a escribir a sus pequeños hijos. Habrá casos más fáciles y otros más difíciles que pondrán a prueba la paciencia de los papás.

A medida que las disposiciones del gobierno establecieron un aislamiento social obligatorio, la posibilidad de normalizar el dictado de clases se redujo notoriamente en tanto docentes y alumnos ganaron en confianza con la nueva forma de hacer las cosas. Es decir, al principio requirió de una férrea voluntad salir de la zona de confort, pero 45 días después está claro que unos como otros han adquirido nuevas destrezas sin verse las caras frente a frente.

Bajo este nuevo modelo educativo impuesto por una coyuntura inquietante puesto que nadie tiene certezas de lo que pueda ocurrir de una semana a la otra, los negocios tradicionales debieron modificar formas de trabajo. El caso de las fotocopiadoras es ciertamente representativo, porque ya no atienden en el mostrador al cliente sino que reciben los archivos por correo electrónico y luego los entregan a domicilio servicio de cadetería mediante. Y como todo el mundo debe adoptar las medidas sanitarias que ordenan los gobiernos de todos los niveles. 

En este raro contexto de emergencia sociosanitaria y económica en el que vivimos desde hace menos de dos meses -extrañamos enormemente lo que hasta hace poco denominábamos nuestra normalidad- también aparecen cuellos de botella que ponen en peligro el acceso al derecho a la educación de determinados alumnos. ¿Cómo responde el sistema educativo a la escolarización en casa? es uno de los grandes interrogantes que flotan en todos los ámbitos. 

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) más del 90% de la población estudiantil del mundo se encuentra sin poder asistir a clases debido a la cuarentena obligatoria dispuesta por los gobiernos de cada nación para evitar la propagación del coronavirus. Significa que al menos 1.500 millones de estudiantes y 63 millones de docentes de enseñanza primaria y secundaria se ven afectados por el trastorno sin precedentes causado por la pandemia que ha conllevado el cierre de las escuelas en 191 países.

En este contexto, las plataformas de e-learning resultan ser grandes aliados para los más chicos a la hora de continuar aprendiendo. Sin embargo, la mitad del total de los alumnos –unos 826 millones de estudiantes– que no pueden asistir a la escuela no tienen acceso a una computadora en el hogar y el 43% (706 millones) no tienen Internet en sus casas, en un momento en que se utiliza la educación a distancia por medios digitales para garantizar la continuidad de la enseñanza en la inmensa mayoría de los países.

Las disparidades observadas en lo que sucede en distintos países permite advertir que se producen alarmantes brechas digitales en el aprendizaje a distancia. En América Latina, la pandemia puso de manifiesto las debilidades de un sistema educativo de los países de la región, poco preparado para actuar en esta crisis. "Estas desigualdades constituyen una verdadera amenaza para la continuidad del aprendizaje en un momento en que se produce un trastorno educativo sin precedentes”, dijo Stefanía Giannini, subdirectora General de Educación de la UNESCO. La necesidad de subsanar esas deficiencias fue lo que impulsó la puesta en marcha de la Coalición Mundial para la Educación COVID-19, que agrupa a más de 90 asociados de los sectores público y privado, a fin de concebir soluciones universales y equitativas y lograr que la revolución digital sea inclusiva.





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