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Editorial Miércoles 9 de Marzo de 2011

Empleo en el mundo

La franja de los jóvenes es la más afectada con la falta de trabajo, lo cual viene agudizándose en los tres últimos años. Los sucesos en el mundo árabe deben ser tenidos en cuenta.

Redacción

Por Redacción

La economía se encuentra en pleno proceso de recuperación en casi todo el mundo, pero en cambio el mercado laboral no anda por el mismo camino, ya que la creación de nuevos empleos está estancada. Tanto es así que el desempleo ha entrado en su tercer año consecutivo con máximos históricos, sin ningún indicio que permita visualizar una interrupción de esa tendencia, al menos en el corto plazo.

La referida es la síntesis de las conclusiones a las cuales se arribó en el trabajo Tendencias Mundiales del Empleo 2011 que fue publicado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT), quedando plasmada una enorme incertidumbre respecto a cuál será el futuro inmediato de la actividad laboral, que se mantiene postrada luego de la afectación que tuvo por la crisis financiera mundial.

Algunas de las pocas excepciones de esta regla se encuentran en Latinoamérica, pues ciertos países han logrado recuperar su nivel de empleo a niveles precrisis, tal nuestro caso por ejemplo, donde se acaba de anunciar que el desempleo cayó a 6,6%  -si bien las mediciones están bastante en duda pues están sostenidas por estadísticas del INDEC, un organismo que no goza de ninguna clase de confianza, conocida la manipulación que realiza para favorecer la imagen del gobierno-, aun cuando la mayoría de las otras regiones del planeta, y muy especialmente en aquellas economías de mayor nivel de desarrollo, la crisis del empleo está en plena ebullición.

Para este año, según las estimaciones de la OIT, el desempleo continuará estando muy alto, alcanzando a unos 200 millones de personas sin trabajo, y la existencia de una tasa promedio de desempleo del 6,1%, siendo la franja más afectada la de los jóvenes, ya que la tasa de desocupación juvenil fue de 12,6% en promedio el año pasado, mientras que en algunos países llegó a alarmantes índices entre 30 y 40 por ciento.

Tan seria es la magnitud de la situación, sobre la cual no parece haberse advertido todavía el mundo, que la OIT pronostica que de mantenerse y continuar agudizándose la situación con los jóvenes sin trabajo, puede desembocar primero en el descontento y revueltas que pueden incluso hacer tambalear la cohesión social. Un diagnóstico que no es alarmista, sino que está basado en episodios de estas características que vienen sucediendo ya en algunos países, a los que el mundo aún no le ha prestado la debida atención.

Un detalle a considerar, que incluso empeora todavía más las cifras y porcentajes divulgados, es que dentro de este cuadro de situación no se han incluido los "desalentados", es decir, aquellos que están sin trabajo y ya no lo buscan, razón por la cual quedan excluidos de la cifra total. De acuerdo con las estimaciones, serían 1,7 millón los jóvenes que se encuentran en esta situación en los 56 países que participaron del relevamiento de la OIT y que facilitó los elementos para la elaboración de este informe.

El mundo por estos días estuvo presenciando lo que ocurre en el mundo árabe, donde toda esta clase de injusticias -con unos pocos muy pero muy ricos y otros muchísimos muy pobres- terminaron con revueltas populares que pueden constituirse en algo así como el espejo en el cual observar lo que puede llegar a extenderse hacia otros sitios del mundo.

Es por esa razón, que los gobiernos del mundo, y especialmente de aquellos países con mayor grado de desarrollo, deben anoticiarse sobre este tipo de episodios, como para ir previniéndolos con la toma de medidas que apunten a mejorar la situación laboral, la cual viene experimentando un fuerte deterioro en los últimos años, sin que se adviertan señales de mejoría.

Lo que se reclama desde la Organización Internacional del Trabajo, es que se haga de la promoción del empleo el eje central de las políticas de recuperación, que por ahora estuvieron solamente enfocadas en la asistencia de entes financieros y plantas de grandes corporaciones, postergando lo relacionado con el mercado laboral. Como se advierte, todo tiene que ver con todo en el mundo globalizado de hoy, de modo especial, en hacer pagar el mayor costo de las crisis por parte de los trabajadores, cuando las organizaciones multinacionales -muchas veces con gran parte de la responsabilidad en cuanto al origen de estas debacles económicas-, que son además las que distribuyen altísimas remuneraciones y dividendos entre sus accionistas, invariablemente salen indemnes de estos tembladerales. 

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