El paro del campo

Por Redacción

El paro del campo

Una vez más, como viene ocurriendo desde marzo de 2008 en que se inició el conflicto por las retenciones móviles, el Gobierno y el campo volvieron a quedar enfrentados, sin posibilidad de conciliar posiciones. Es que, los cuatro representantes de la Mesa de Enlace -que continúa mucho más firme y consolidada de lo que se decía-, no necesitaron demasiado tiempo de meditación para rechazar el ofrecimiento oficial sobre el trigo, que en realidad fue casi inexistente, considerando que se mantienen las trabas para las exportaciones.
Es que el Gobierno insiste en que se debe regular la venta de trigo al exterior para que se mantengan bajos los valores de comercialización interna, una metodología que impuso en muchos otros rubros con resultados muy negativos, como por ejemplo la carne donde se disminuyó el stock ganadero en 10 millones de cabezas y hoy se están pagando las consecuencias con precios muy elevados y que impactan directamente en un nivel inflacionario que continúa tratando de disimularse.
Queda al descubierto que "el método Moreno" no cuenta con sustento ni teórico ni práctico, ya que la influencia del valor del trigo en el precio del pan al consumidor -que, según se dice es lo que se trata de preservar- tiene una incidencia de apenas el 10%, razón por la cual los motivos del alto precio del pan y la diferencia que hay entre el trigo y el valor al mostrador, deben buscarse en otros ítems.
En tanto, con las barreras impuestas a las exportaciones, lo que se consigue es que se vean favorecidas las grandes firmas multinacionales exportadoras, que hacen una enorme diferencia por el margen que les queda en lo que pagan a los productores y lo que lo venden al exterior, beneficiándose también los molineros que terminan pagando el grano mucho menos que su verdadero valor en el mundo.
Es de esa forma que la oferta gubernamental de liberar la exportación de 3 millones de toneladas de trigo, es tan insuficiente que ni siquiera llegó a ser considerada, confrontando en forma abismal con el reclamo ruralista de una apertura total de las exportaciones de trigo y maíz, como así también la eliminación de los cupos y restricciones a la exportación.
Si bien el anuncio durante la entrevista lo formalizó el titular del área de Agricultura, Julián Domínguez, fue Guillermo Moreno quien inmediatamente después del encuentro comenzó a realizar gestiones respecto a la cadena de comercialización del trigo. Es por ello que la dirigencia del campo, no se demoró en reclamar que los problemas del campo puedan ser tratados con funcionarios idóneos y directamente vinculados con la cartera de Agricultura, recordando quizás todas las negativas experiencias que se tuvieron cuando fue justamente el secretario de Comercio Interior quien dispuso medidas y se mantuvo al frente de las negociaciones, con consecuencias que fueron altamente perjudiciales no sólo para los productores agropecuarios, sino también para los consumidores.
Desde despachos oficiales se tiene una visión muy distinta, pues fue el mismo ministro Domínguez quien salió a cruzar a la dirigencia rural por el rechazo, incluso acusándola de "faltar a la verdad" ya que de acuerdo con su criterio se ha liberado todo el saldo exportable, pues los actuales 3 millones ofrecidos se suman a los 4 millones de toneladas ya liberados con anterioridad.
Lo cierto es que desde el lunes comenzará el paro de una semana dispuesto por la gente de campo para comercializar granos, habiéndose dejado bien en claro que no se verán afectados productos frescos como carne o leche, por lo cual no habrá riesgo de desabastecimiento. Es muy probable que la medida no consiga ninguna modificación en la política del Gobierno, y que luego de esta semana todo continúe exactamente igual, pero en cambio constituye una señal muy fuerte, especialmente en un año electoral.
De acuerdo con lo expuesto por la Mesa de Enlace, en el mercado interno a los productores de trigo se les paga 60 dólares menos por tonelada, lo cual es una cifra muy importante considerando el total de la producción, y que no va en beneficio de la gente al pagar productos más baratos en el mostrador, sino que se diluye hacia otros bolsillos de la intermediación.