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Editorial Domingo 21 de Agosto de 2011

El Papa y los jóvenes

Benedicto XVI les solicitó a los participantes de la Jornada Mundial de la Juventud en España, que se alejen del materialismo, de la corrupción, la violencia y el egoismo.

Redacción

Por Redacción

El Papa y los jóvenes

Durante su reciente visita a España, en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Benedicto XVI mantuvo un estrecho contacto con los jóvenes, a quienes los exhortó a mantenerse alejados del consumismo y la corrupción, como así también del egoismo y la violencia, reivindicando de tal manera la tradicional moral cristiana.

El jefe de la Iglesia, de 84 años, y apenas pisado el suelo español, tuvo este fluido contacto con los jóvenes, una vez concretada la ceremonia de recepción de la que participaron los reyes Juan Carlos y Sofía y el jefe de gobierno José Rodríguez Zapatero. Justamente, en cuanto a los jóvenes, manifestó que "ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad y tanta corrupción", profundizando su preocupación por los problemas y peligros que acechan a la juventud, como por ejemplo la falta de trabajo, la drogadicción y la discriminación, en tanto que muchos otros necesitan de prevención para no caer en la peligrosa red de la droga, o bien de una ayuda muy eficiente si ya cayeron en esa situación.

El Papa solicitó rezar para que su mensaje de amor "resuene también en los corazones de quienes no creen", y que "se escuchen de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros espíritu y vida, raíces que alimentan vuestro ser, pautas de conducta que nos asemejen a la persona de Cristo, siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, limpios de corazón y amantes de la paz".

El relativismo moral fue otro de los tópicos abordados durante el mensaje papal dirigido a los jóvenes católicos, pidiendo "no sucumbir a las tentaciones, como los que deciden quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias", formalizando una directa alusión al aborto y la eutanasia. Tales afirmaciones las formuló el Sumo Pontífice nada menos que ante los oídos de Rodríguez Zapatero, con agnóstico confeso que ha impulsado leyes como la del matrimonio homosexual, la despenalización del aborto y la facilitación del divorcio.

En esta tercera visita a España, aunque por primera vez estuvo en Madrid, la presencia del Papa tuvo como objetivo primordial participar de la Jornada Mundial de la Juventud, un evento que concentró representaciones de nada menos que 193 países, alcanzando de tal modo una masividad que consiguen muy pocos eventos ecuménicos, cualquiera sea su origen y objetivo.

Para el alemán Joseph Ratzinger, y de tal manera lo dejó muy en claro, el mundo está afectado por una profunda crisis de valores, en tanto que enfatizó en señalar que los jóvenes "no sólo necesitan oportunidades, sino la ejemplaridad de sus mayores, por lo cual instó a redoblar el esfuerzo en ese sentido, para que reciban el mayor respaldo posible. Quedó claro, una vez más, que la prédica con el ejemplo es la más efectiva cuando se trata de la confirmación de los valores espirituales, sin los cuales es imposible pretender alcanzar una existencia en plenitud.

No fueron pocos los que interpretaron que esta repetida presencia del jefe de la Iglesia católica en España -concretamente fueron tres en los últimos cinco años- ponen en descubierto la preocupación del pontífice por el avance del laicismo y anticlericalismo en un país como España, de antigua y profunda tradición católica. 

De todos modos, el pontífice evitó afrontar de manera explícita los temas más polémicos que han enfrentado al Vaticano y al gobierno socialista español, aunque sus dichos sobre aborto, eutanasia y matrimonio homosexual fueron lo suficientemente claros como para relacionarlos con esa tirantez que no logró pasar desapercibida.

Lo cierto es que, más allá de otro tipo de consideraciones, la presencia del Papa en España y para un acontecimiento sobresaliente como la Jornada Mundial de la Juventud, resulta una verdadera fiesta, como cuando en su llegada anduvo varios kilómetros a bordo del "papamóvil" antes de arribar a la Plaza de Cibeles donde se encontró con los jóvenes. Un desplazamiento que también tuvo la adhesión y presencia de la Argentina, ya que durante el trayecto numerosos grupos de argentinos se hicieron notar por su entusiasmo y el ondear de banderas, además cuando a mitad de camino, el vehículo que transportaba al Papa pasó lentamente por la Plaza República Argentina.

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