Por REDACCION
A la recesión económica que sufría la Argentina desde hace dos años se le sumó en este 2020 la crisis socioeconómica, sanitaria y laboral ligada a la pandemia de consecuencias nefastas pero cuya profundidad, a esta altura, es imprevisible. "Lo peor está por venir" coinciden especialistas en economía, sanitaristas, empresarios o sindicalistas, en lo que representa un consenso que no reconoce grietas. En un año tan negativo en el que nada parece salir bien, al menos ahora parece que la tormenta del default se disipa en el horizonte nacional, lo que de confirmarse el acuerdo con los bonistas dará la escasa certidumbre que se puede encontrar en un escenario que no cesa de temblar.
La máquina de emitir dinero que tiene el Banco Central repercutirá en la inflación, más temprano que tarde, coinciden los analistas. Lo que empeorará las cosas en un país que rara vez logró desprenderse de la pesada mochila inflacionaria. Este sostenido aumento de los precios impacta, periódicamente, en el tipo de cambio, pues de tanto en tanto se registra la depreciación del peso y por contrapartida una apreciación del dólar. Se trata de las lamentablemente ya tradicionales devaluaciones que modifica la estructura de precios internos, que conlleva una inevitable lista de ganadores y de perdedores.
Como existe plena conciencia de que el valor actual del dólar está planchado, nadie duda en que en algún momento habrá una nueva devaluación, que por supuesto nunca avisan pues suceden de la noche a la mañana. Y aquellos que a pesar de las dificultades que plantea la economía nacional hoy conservan rentabilidad, como sectores del campo, el desafío es encontrar el destino de esos billetes ahorrados. Los límites a la compra de dólares por derecha abonan el mercado de divisas que opera bajo las sombras, en tanto que la otra opción, clásica, es canalizar su ahorro a la construcción o la compra de bienes raíces. Los precios de los inmuebles en dólares están desvalorizados, por lo que ofrecen una buena oportunidad de capitalizarse.
Ahora bien, existen otras alternativas como seguir invirtiendo en el negocio. Por caso, las empresas agropecuarias adelantaron las compras de insumos para el ciclo 2020-2021 con el fin de resguardarse financieramente ante eventuales modificaciones en el tipo de cambio. La consultora integral de agronegocios Az Group estima que ya se concretaron un 75% de las compras de la nueva campaña, lo que refleja un avance de 10 puntos porcentuales respecto del ciclo anterior. Además, se observó que la financiación se realizó en pesos, con tasas de entre 25% y 30% anual promedio. Esta actualización comercial de agroinsumos muestra que en un año marcado por la incertidumbre, las empresas optaron por salir de los pesos y resguardar valor de cara a la cosecha 2020-2021.
Para la consultora, en un marco de incertidumbre cambiaria, se puede cerrar tipo de cambio para estas operaciones asegurando tasas negativas y en definitiva apalancar los costos directos del cultivo. Incluso hay productores que ya están comprando insumos para la campaña 2021-2022.
En uno de sus últimos reportes, el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) incorporó al debate un enfoque optimista en medio de un clima pesimista al sostener que el punto de partida del diagnóstico es que la actual crisis, que se inició en el 2018 y tendría pico en el 2020, es similar a la crisis de la convertibilidad iniciada en 1998 y que estalló en el 200, un paralelismo que alimenta la esperanza de que, pasada la pandemia, se darán las condiciones para una recuperación vigorosa de la economía similar a la que se dio a partir del 2003.
Al respecto, para evaluar los fundamentos de este tipo de paralelismo resulta pertinente comparar la evolución del tipo de cambio real. Tomando el valor del dólar oficial, actualizado por la inflación doméstica y la de Estados Unidos, se observa que en el 2001 el valor del dólar era equivalente a $56 a precios actuales. Que en el 2002 el dólar pasó a valer $126 a precios actuales. Y que actualmente el valor del dólar oficial es de $72 y el paralelo cotiza en unos $140. Estos datos muestran que la situación cambiaria actual es ambivalente. Si se toma el tipo de cambio oficial, el país está más cerca del 2001 que del 2002. En cambio, si se observa el tipo de cambio paralelo, la situación se parece más al 2002. La conclusión es que, si se quiere recrear las ventajosas condiciones de tipo de cambio que se dieron en el 2002, todavía falta liberar el tipo de cambio oficial para que se ubique cerca del dólar paralelo.
De todos modos, hay un costo (alto) que se debe pagar según Idesa. Para repetir la experiencia que se inició en el 2003, todavía queda por transitar la traumática y costosa mega-devaluación del 2002.
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