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Editorial Lunes 18 de Febrero de 2013

El modelo y la pobreza

Aunque hubo una clara disminución de la pobreza, se vuelve muy difícil determinar la evolución

Redacción

Por Redacción

A pesar de los avances logrados en materia de inclusión social, los índices de pobreza en el país siguen siendo uno de los problemas más graves que padece la sociedad y constituyen el lado más cuestionable del modelo económico impulsado en los últimos años.

La semana pasada el tema volvió a ubicarse en la agenda política a partir de un cruce de declaraciones que involucró al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quien aseguró que la Argentina ha crecido a tasas elevadísimas (según el INDEC en 2012 fue del 1,9%), "pero los niveles de pobreza son los mismos que teníamos hace diez años”.

La frase sacudió reacciones de parte del oficialismo y provocó la difusión de algunas estadísticas que desmienten esta aseveración. Los estudios establecen que la pobreza sigue estando pero no al mismo nivel que hace 10 años atrás.

Aunque no hay consenso sobre los niveles de pobreza tras la intervención del INDEC, todas las mediciones muestran una baja desde 2003.

Si se consideran los niveles de pobreza estimados por el INDEC en 2003 (cuando aún no había sido intervenido), ella llegaba al 54%, un valor muy por encima de todas las mediciones actuales. Estas van desde el 6,5% informado por el INDEC, hasta el 21,9% del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Una medición alternativa es la de la Consultora Equis, de Artemio López, que la estima en alrededor del 16,4%.

Un informe de la Fundación Pensar, ligada al PRO, señaló en 2012: “Hoy los niveles de pobreza y distribución del ingreso no difieren demasiado de la situación de los 90’ (aunque ciertamente son mucho mejores que los valores de la crisis de 2002)”.

En cuanto a su evolución, “la situación viene mejorando desde 2003, pero si se observa la curva, a partir de 2007 deja de haber una reducción tan importante”, explicó a Chequeado.com Agustín Arakaki, investigador del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED).

Mariana González, investigadora del Centro CIFRA de la CTA, coincide con este análisis: “A inicios de ese año [2003] más de la mitad de la población de nuestro país vivía en condiciones de pobreza (…) En el último trimestre de 2006, la incidencia de la pobreza se había reducido ya al 25,2%. Desde entonces, la tasa de pobreza continuó disminuyendo (con la excepción del año 2007) aunque con un ritmo más pausado”.

En la misma línea, un informe sobre movilidad económica y clases medias en América Latina y el Caribe que publicó el año último el Banco Mundial documenta la significativa reducción de la pobreza en la región, que pasó de más de un 40% a un 28% entre 2003 y 2009. En la Argentina, hoy en día más de la mitad de la población pertenece a la clase media o la élite, un 57% en comparación a un 43% a mediados de los noventa, según datos obtenidos usando las bases de encuestas de hogares SEDLAC compiladas por CEDLAS-Universidad de La Plata y el Banco Mundial.

De todas maneras, vale la pena destacar que aunque hubo una clara disminución de la pobreza en los últimos diez años, la falta de estadísticas confiables vuelve muy difícil determinar la evolución precisa del indicador.

De hecho, la semana pasada se publicó un nuevo informe del INDEC correspondiente al comportamiento de los precios de la canasta básica, y los números nuevamente volvieron a quedar lejos de la realidad de las góndolas. Según el organismo, una familia tipo compuesta por dos adultos y dos menores de diez años, necesita 720,37 pesos mensuales para no ser catalogada como indigente, mientras que requiere de 1.635,56 pesos mensuales para no caer en la pobreza.

En medio de esta distorsión, se puede identificar también que son los sectores más marginados los que deben soportar los mayores efectos de la inflación. El valor de la canasta básica total, que incluye bienes y servicios básicos y esenciales para la subsistencia, acusó en enero un incremento de 1,4%. Pero la inflación para los sectores de mayores ingresos fue muy inferior al 1,1%. De ahí que la distancia de ingreso y de calidad de vida entre la población se mantiene singularmente elevada.

Estas cifras demuestran que al mismo tiempo en que los índices de pobreza se fueron reduciendo, la brecha en relación a los que más tienen sigue siendo cada vez más grande. Hay menos pobres que en relación a 10 años atrás. Pero, al mismo tiempo, crecieron también los ingresos de los que más tienen y a tasas superiores. Con lo cual, hay cuestiones del modelo económico que se deberán seguir corrigiendo si lo que se quiere es lograr reducir las diferencias y lograr una inclusión verdadera.

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