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Editorial Viernes 31 de Mayo de 2013

El modelo energético

Los 15.000 millones de dólares que este año se destinarán a la importación de energía, constituyen un serio inconveniente para el desarrollo.

Redacción

Por Redacción

La situación energética en el país se encuentra realmente complicada, siendo calificada por muchos especialistas en estos temas como el verdadero talón de Aquiles de la economía, ya que debido a las cada vez mayores importaciones que se deben hacer para abastecer las necesidades industriales y domiciliarias, cada vez deben destinarse mayores recursos. Un dato es realmente clave para entender con mayor claridad en qué lugar nos encontramos: mientras en 2012 hubo que pagar 9.500 millones de dólares para las importaciones de fluidos energéticos, todo indica que este año -por mayor volumen y precios más elevados- esa cifra alcanzará los 15.000 millones de la divisa estadounidense.

La magnitud de la cifra es realmente elocuente, insumiendo gran parte del superávit comercial, siendo además factor clave para haber resuelto las restricciones cambiarias -el cepo al dólar- ya que prácticamente todo lo que se logra reunir en cuanto a estas divisas se destina para afrontar la provisión energética. 

Es que, consecuencia de políticas equivocadas, falta de controles en las inversiones y entrega indiscriminada de concesiones de explotación, además de una privatización de YPF que si bien se hizo tocando las fibras propias del nacionalismo desde el punto de vista práctico hasta ahora no produjo resultados positivos pues los números han ido en descenso, de ser un país autoabastecido en petróleo y gas, la Argentina pasó a ser claramente dependiente de las importaciones desde hace tres años, y lo que es aún más grave, cada vez profundizándose esta situación. 

Apenas llegado el frío, que aún no fue intenso, ya puso en marcha medidas que atentan contra la producción, pues el gas es destinado centralmente a la provisión domiciliaria, en tanto que las plantas fabriles deben interrumpir sus turnos, o bien pasarse a combustibles más caros si quieren mantener la actividad. Como las usinas que generan electricidad también cuentan con reducida provisión de gas deben recurrir a combustibles líquidos muchos más caros, y por lo tanto se generan los subsidios desde el gobierno para evitar una suba muy fuerte de las tarifas. Es decir, en pocas palabras, se ha formado un círculo vicioso, consecuencia de esta política realmente equivocada que viene aplicándose en el país desde hace diez años, justamente, la década que recientemente estuvo en discusión respecto al calificativo que le cabe. En este caso, el energético, la década resultó sumamente negativa, con resultados que están a la vista, y por sobre todo, con consecuencias que debemos sostener entre todos los argentinos.

Sólo en los tres primeros meses del presente año se importó energía por 2.090 millones de dólares, nada menos que un 57% más que en igual lapso de 2012, sosteniéndose el ritmo en lo que resta de ese primer período del año que fue contabilizado, ya que según cifras que trascendieron en abril y la mitad de mayo se estaría cerca de los 1.400 millones de dólares, con lo cual a medida va apareciendo el frío y crece la demanda, irá en aumento en igual proporción lo que deba abonarse por importaciones.

Mientras esto sucede, el responsable del área durante toda la gestión del kirchnerismo, el ministro Julio De Vido, ofrece una perspectiva bastante diferente, diciendo por ejemplo que la energía importada es solamente el 8% del total consumido en el país, tratando de justificar al decir que "nuestro país tiene el consumo de energía per cápita más alto de la región" -un concepto que parece guardar bastante parecido con el dicho del presidente venezolano Nicolás Maduro cuando justificó la importación de papel higiénico porque ahora los venezolanos comen más que antes-, pero además formalizando un repaso de logros como las obras de Yacyretá y el avance de Atucha II, y por sobre todo, que desde 2003 el crecimiento de la demanda fue del 80% y que se agregaron en ese lapso 2 millones de hogares a la red de gas natural.

Indudablemente tales conceptos es probable que sean ciertos, encontrándose fuera de discusión, pero no alcanzan para ocultar la debacle que sufrió el país en estos años por la falta de previsión en cuanto a inversiones más directas y concretas para ir sosteniendo la demanda sin tener que caer en esta gran dependencia que existe en la actualidad, la cual es uno de los serios inconvenientes para el desarrollo de otras áreas, ya que gran parte de los recursos deben destinarse a la provisión de energía.

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