Por REDACCION
El deterioro generalizado de la economía argentina, que muestra indicadores negativos desde el nivel de exportaciones, hasta producción industrial y consumo, pone en jaque a los trabajadores que son los primeros en sufrir por la crisis. En algunos casos pagaron los platos rotos con su empleo porque las empresas, para asegurar su supervivencia en una coyuntura adversa en la que producen y venden menos con una consiguiente caída de ingresos, deciden reducir su estructura de personal.
El sector privado se encuentra en una verdadera disyuntiva: despedir parte de su personal para reducir sus costos operativos como forma de enfrentar la tormenta o aguantar a la espera de tiempos mejores. Sin embargo, desde hace meses, hay empresas que aplican una combinación de medidas, como la no renovación de contratos eventuales, eliminación de horas extras, reducción de la jornada laboral, otorgamiento de vacaciones anticipadas y la gestión de los programas de Recuperación Productiva, mediante el cual logran una reducción del gasto en personal, en tanto el Estado se hace cargo de la diferencia por un período determinado.
En este contexto, esta semana se informó, a través del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que la desocupación en el tercer trimestre del año fue del 7,5%, el mismo registro que igual período anterior, pero 0,7% por encima del 6,8% registrado un año atrás. Con relación al segundo trimestre de este año, la tasa de desempleo no registró variación y subió 0,4% contra el primer trimestre del año. En tanto, la subocupación fue del 9,2% y tuvo un aumento del 0,5% respecto del 8,7% que se había registrado en el tercer trimestre del año anterior. De este modo, la población desocupada en los 31 aglomerados urbanos relevados llegó a 895 mil personas, mientras que la subocupada afecta a 1.100.000 habitantes, aunque si se extiende la cifra a todo el país se ubican por encima de esos niveles.
En este sentido, se puede concluir que si se proyectan los indicadores de desocupación y subocupación al total de la población, alrededor de 3 millones de personas enfrentan problemas de empleo en la Argentina. El Gran Córdoba tuvo el registro más alto de desocupación con un 11,6% y el Gran Rosario quedó en el segundo lugar con un 9,3%, mientras que el Gran Santa Fe figura más abajo con un 7,4%.
Hay que recordar que hace dos meses se conocieron los datos del mercado laboral de Rafaela, a partir de un relevamiento efectuado por el Instituto de Capacitación y Estudios para el Desarrollo Local. El estudio reflejó que la desocupación en la ciudad asciende al 7,1% de la población económicamente activa, un número inferior al registro nacional. Y que la subocupación demandante trepó a 7,4%.
Lo que llama la atención es la lectura realizada por el Gobierno a las estadísticas laborales del INDEC, un organismo que perdió credibilidad en los últimos años debido a la manipulación de sus mediciones. En este sentido, el ministro de Economía, Axel Kicillof, relativizó la suba del índice de desocupación al asegurar que no se observa "la catástrofe que vaticinaban". De todos modos admitió que "la obsesión de la Presidenta es el empleo, nosotros trabajamos para crear planes como el Procrear, Procreauto, Progresar, para incentivar el comercio, el consumo".
Después efectuó una declaración para un ministro de Economía de un país que padece la inflación. Sobre el reclamo de los gremios para modificar el impuesto a las Ganancias o al menos exceptuar al medio aguinaldo del tributo, Kicillof consideró que "hay trabajadores que apuntan a tener incrementos en sus ingresos y está bien que lo hagan, pero eso habla de una economía que no está en retroceso". El titular de la cartera económica puntualizó que "existe una contradicción en el discurso opositor tan rancio que dice que a la economía le va pésimo pero después sostiene que hay que dar un bono de fin de año".
Extraña que no realice una sola mención sobre la inflación, el principal problema que corroe el poder adquisitivo de los salarios. Es decir, el bono de fin de año no está pensado como la captura de la renta porque a las empresas les va bien sino todo lo contrario, como una compensación para disminuir la desvalorización del ingreso de los trabajadores.
Por su parte, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, también hizo una lectura del nivel de desocupación. Sostuvo que el 7,5% de desempleo en el segundo trimestre tuvo "una ligera variación atento al comportamiento de la economía mundial y su incidencia" por lo que destacó el esfuerzo del Estado porque no haber implementado políticas activas "esta incidencia se podría haber profundizado". Así, adjudicó la "ligera variación" al comportamiento de la economía mundial y no a la cadena de problemas domésticos que tiene el país y que en buena parte son responsabilidad del Gobierno.
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