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Editorial Viernes 24 de Noviembre de 2017

El dilema chino

China está ante la disyuntiva: sanear el medio ambiente hará decrecer la economía.

REDACCION

Por REDACCION

Aunque nunca lo había tenido hasta ahora, China también empezó a preocuparse por la contaminación ambiental, que viene provocando enormes perjuicios no sólo por las directas consecuencias en el ambiente -aire, agua y tierra-, sino especialmente en las condiciones de vida de la población. Es que luego de crecer durante cuatro décadas a un ritmo acelerado, aún a costa de cielos llenos de humo, arroyos fétidos y lagos de peces muertos, tras llegarse a una clase de media de casi 600 millones de personas -cantidad que se duplicó en poco más de una década-, ahora existen otras demandas, relacionadas con el confort y calidad de vida.

Además de la alimentación, la vestimenta occidental y especialmente el turismo, los chinos también exigen condiciones ambientales acordes, por lo cual el gobierno ha dispuesto realizar un gran esfuerzo para tomar severas medidas contra corporaciones contaminantes, lo cual podría llegar a impactar de manera negativa en el exponencial crecimiento que ha venido teniendo su economía, con la consabida repercusión en los mercados mundiales.

En casi toda China, especialmente en las grandes ciudades se intensificaron estrictas inspecciones ambientales, las que antes eran muy permisivas y casi inexistentes, apuntándose a plantas acereras, centrales eléctricas a base de carbón y otras empresas similares, formulándose la advertencia con graves sanciones que van hasta la clausura. Algo impensado pocos años atrás.

El primer paso fue intimar a las acereras que reduzcan un 15% la contaminación, aunque se avecinan medidas mucho más severas que comenzarán a aplicarse en el próximo invierno boreal. En realidad, esta campaña comenzó hace dos años, pero la verdadera aceleración ocurrió en los meses pasados, cuyos efectos provocaron algunos análisis bastante drásticos respecto al decaimiento experimentado por la actividad económica debido a estas medidas, lo cual marcha en sentido contrario a los dichos del gobierno central, sosteniendo que la limpieza ambiental no afectaría la actividad económica.

La contaminación es parte central del debate sobre el precio del crecimiento en la China de este tiempo, existiendo de parte de la población que se vuelva a la permisividad anterior en materia contaminante, lo cual favorecería a las industrias pero iría en contra de la calidad de vida de los chinos.

Un efecto inmediato es que las autoridades están bajo presión para proporcionar buenos empleos para sus jóvenes y residentes rurales que se trasladan a los grandes centros urbanos, pero a la vez se agravaron los problemas de deuda de China, creció la preocupación por la contaminación y muchas otras complicaciones que pusieron al gobierno en un brete. Es que de tener éxito, este plan de mejora ambiental tendría efectos directos sobre la salud de 1.300 millones de habitantes del gigante asiático, aunque por el contrario, podrían tener problemas laborales. La disyuntiva es bastante clara y debe resolverse rápido.

Un análisis de investigación sobre este tema, realizado por economistas de un banco francés, pronosticaron que las restricciones ambientales podrían eliminar dos décimas de punto porcentual del crecimiento económico, señalando que "una expansión modestamente más lenta será un sacrificio necesario para conservar la estabilidad social  a mediano plazo".

Sin embargo, esta decisión china se ha convertido en una cuestión mundial, pues la afectación se extendería hacia todos los lugares donde tiene actividad el comercio del gigante asiático. Aunque China lidera actualmente la instalación y generación de energía solar y eólica, todavía depende del carbón para generar tres cuartas partes de su electricidad, donde el consumo en los hogares crece a ritmo acelerado, ya que toda la clase media está equipándose con aparatos de aire acondicionado.

Cortar o reducir el abastecimiento de energía a las zonas residenciales es poco probable, lo cual se inclina entonces hacia una reducción a las industrias, que también impactaría negativamente en la producción. Por lo tanto China está frente a un verdadero dilema.

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