Por REDACCION
No hay ámbito de acción del hombre que pueda abstraerse de la pandemia del coronavirus, que obliga a modificar calendarios, suspender actividades y poner en marcha rigurosos controles sanitarios y de circulación de personas en todo el mundo. La prioridad indiscutible es la salud pública y a partir de esa definición de los gobiernos y las organizaciones que hacen a la gobernanza mundial, se requiere la máxima colaboración de la sociedad, de las personas, de las instituciones, de las empresas. Exagerar no está mal en este momento donde las grietas políticas se disimulan puesto que el enemigo invisible que se expande sin freno exige unidad en la acción.
La Argentina, como tantos otros países, se encuentra en emergencia sanitaria y en una situación de toma de decisiones permanente que obliga a revisar resoluciones de un día para el otro. Por ejemplo, el viernes el Consejo Federal de Educación en el que participan los ministerios de la Nación y de las provincias junto a gremios docentes resolvieron darle continuidad a las clases, pero al día siguiente se instaló con fuerza la decisión del Gobierno de suspender el ciclo lectivo hasta fin de mes, lo que finalmente fue oficializado anoche en una conferencia de prensa que encabezó el propio Presidente de la República.
Ahora bien, hay muchos argentinos que aún no toman la problemática del coronavirus con seriedad mientras que muchísimos, la gran mayoría, comienza a exhibir conciencia social porque advierte que el panorama no es alentador si no se toman medidas o se cumplen las recomendaciones o las disposiciones obligatorias, como por ejemplo guardar cuarentena cuando se regrese de un viaje desde el exterior.
De todos modos, si bien se entiende que la salud pública se antepone a todo, también es cierto que comienza a evaluarse el impacto económico de las medidas adoptadas o que se encuentran en estudio en caso de complicarse la crisis sanitaria. En la Argentina, la consultora Ecolatina planteó que si bien China está volviendo lentamente a la normalidad, la situación en Occidente escala peligrosamente y comienza a afectar el normal desenvolvimiento social, político y económico. Estados Unidos y otros países cerraron parcialmente sus fronteras cancelando vuelos, al mismo tiempo que la mayoría de las conferencias y eventos masivos han sido suspendidos.
La agenda política viró y está centrada casi exclusivamente en el control de la pandemia. En este escenario, a nivel económico se observa un fuerte deterioro en el frente financiero, en el comercio internacional y una parálisis del consumo y la producción en aquellos países donde parte relevante de su población está en cuarentena.
Respecto a la Argentina, el análisis plantea que si bien rezagados respecto a algunos países europeos, la cantidad de casos crece rápidamente y las autoridades toman medidas para tratar de reducir el contagio. Sin duda, advierte el informe, que el impacto sobre la actividad económica será significativo. Por un lado, la dinámica del comercio exterior se está resintiendo. Si bien Argentina es uno de los países con menor apertura comercial del mundo, parte relevante de su producción tiene como destino China, Estados Unidos y Europa -que explican cerca del 30% de nuestras exportaciones- y el shock de demanda que están teniendo estos países definitivamente afectará el volumen de nuestras ventas. Al mismo tiempo, el precio de los commodities cayó en las últimas semanas y no queda claro si se recuperará en el corto plazo. Además, el flujo de turismo receptivo se verá afectado por el temor a la pandemia y el cierre parcial de fronteras.
Así las cosas, el ingreso de divisas comerciales se resentirá en un contexto de escasez de reservas internacionales. Las importaciones también se verán afectadas, pero el efecto no compensaría la merma en exportaciones. Por tanto, el menor saldo de divisas pondría en una disyuntiva al equipo económico, que deberá imponer restricciones cuantitativas a las importaciones con el fin de preservar el superávit comercial para hacer frente a sus compromisos financieros, o acepta perderlo parcialmente y no resentir tanto el nivel de actividad.
Mientras tanto, el reporte de Ecolatina estima que la negociación de la deuda puede complicarse un poco más ya que si el saldo de dólares esperado para las próximas semanas se reduce el tiempo comenzará a jugar en contra del país. Esta situación, en la cual el reloj no corre a la misma velocidad para los acreedores que para Argentina, implica menor poder de negociación.
Por último, es factible que la cancelación de eventos multitudinarios, un porcentaje creciente de empleados realizando tareas desde su casa y la suspensión de parte del año lectivo en colegios y universidades, afecte el nivel de actividad en sectores sensibles. En este nuevo contexto, la consultora recortó la proyección del PBI para 2020, pasando de una contracción de 1,5% a una de 2% con riesgo a la baja si las restricciones de circulación/cuarentena se profundizan. No obstante, aún es prematuro establecer un balance cuando recién se adoptan las medidas más severas para resistir el avance del coronavirus.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.