Por REDACCION
Las empresas disruptivas están cambiando, decididamente, el panorama de la economía mundial. Simultáneamente, las nuevas tecnologías modifican las estructuras tradicionales del trabajo. Ante este escenario dominado por conceptos de moda como innovación, creatividad y startups, la agenda de los gobiernos debe generar estrategias para una transición ordenada entre la economía tradicional y los nuevos modelos que emergen a gran velocidad.
Entre los documentos que operan como insumos para el debate del G20 en Argentina, se destaca uno donde se condensan las prioridades. Afirma que el cambio tecnológico es extraordinario en su magnitud y en su velocidad y que el surgimiento de nuevas tecnologías ha dado lugar al desarrollo de nuevas formas de trabajo que están cambiando rápidamente los procesos de producción en todo el mundo. Y aquí identifica una especie ventajas y desventajas de estos acelerados avances. Sostiene que esta especie de revolución silenciosa ofrece enormes oportunidades para alcanzar un desarrollo equitativo y sostenible, pero también presenta desafíos que están ejerciendo presión sobre la agenda del empleo, la protección social y la educación.
En este contexto, considera que las respuestas de política deben asegurar que la adopción de los cambios tecnológicos no generen exclusión, desintegración social o reacciones adversas. Por eso enfatiza la necesidad de crear las condiciones para más y mejores empleos. Los gobiernos deben proveer las herramientas y las habilidades para quienes están buscando un empleo, o para aquellos cuyos empleos están en riesgo de ser reemplazados por la automatización. El documento define como tarea la de explorar iniciativas globales que aseguren que todos tienen la oportunidad de desarrollar todo su potencial para beneficiarse de la nueva era tecnológica.
Se viven tiempos en los que las relaciones basadas en Internet lo han cambiado todo, desde la forma de trabajar, a la de viajar, comprar o disfrutar del ocio. Según ese documento del G20, hacer que la nueva ola de avances tecnológicos sea lo más inclusiva posible requerirá una considerable inversión en capacitación y actualización de habilidades para la vida y el trabajo.
En estos días circula un mensaje que con pocas palabras define lo de empresas disruptivas y como pone de pies a cabeza la economía tal como la conocemos. Quizás no es nuevo, pero sintetiza el cambio al señalar que Spotify está fundiendo a las discográficas, que Netflix hizo que ya casi no queden videoclubs, que vaya mucha menos gente al cine y que caiga el encendido de la televisión tradicional, que Booking tiene en jaque a las agencias de turismo, que Google inutilizó a las Páginas Amarillas, que Airbnb está atemorizando a los dueños de los hoteles, que Wikipedia hizo colapsar a los diccionarios y enciclopedias tradicionales y que los teléfonos inteligentes cambiaron el negocio de la fotografía clásica, tanto de los fabricantes de cámaras como las tiendas encargadas de llevar las imágenes al papel.
No está en esa lista pero podríamos decir que el avance de la factura electrónica dejó en la banquina de la economía a las imprentas encargadas de producir formularios continuos y factureros. Otro caso que incluye esa nónima es que el modelo de transporte de pasajeros Uber pone contra la pared a los taxistas.Termina ese mensaje que circula de aquí para allá con una pregunta desafiante e inquietante a la vez: "¿Cuánto tiempo pensás que va a durar tu empleo en su forma actual? Te sugiero que te reinventes diariamente".
Retomemos el caso Uber porque la actualidad refleja como nada el conflicto entre lo tradicional, los taxis, y este nuevo sistema. Uber es una empresa con sede en la ciudad estadounidense de San Francisco que proporciona a sus clientes una red de transporte privado a través de su software de aplicación móvil que conecta a los pasajeros con los conductores de vehículos registrados en su servicio.
Tal es el grado de tensión que en Buenos Aires se forjó ese término de "caza uber" en referencia a taxistas que cuando descubren a un conductor de ese servicio los golpean y le rompen el auto. En Rosario se debate si es posible que el Municipio habilite a Uber a operar en sus calles.
Pero el centro de la nueva batalla está en Barcelona, donde 10.500 taxistas se declararon el jueves en huelga por tiempo indeterminado paralizando esa ciudad. La protesta es consecuencia de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de mantener la suspensión de un reglamento municipal de Barcelona que limitaba la concesión de licencias de vehículos de transporte con conductor (VTC) como Uber y Cabify. Esta movilización incluyó actos violentos contra vehículos VTC, tal como ha sucedido en Buenos Aires ya.
Los taxistas de Madrid, que suman alrededor de 15 mil, se plegaron ayer a la huelga de sus colegas de Barcelona lo que habla de una escalada del conflicto. Con sus vehículos bloquean aeropuertos y estaciones de colectivos y trenes, servicios de transporte sensibles. Reclaman regulaciones para evitar que los VTC destruyan su sistema.
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