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Editorial Viernes 15 de Marzo de 2013

Economistas en falta

Hubo buenas ideas para enfrentar la crisis, pero los gobernantes y muchos economistas prefirieron ignorar u olvidar lo que deberían haber sabido.

Redacción

Por Redacción

Esta larga e interminable crisis económica que viene castigando fuerte, especialmente a muchos de esos países que se suponía estaban al margen de esta clase de problemas -reservados sólo para aquellos en vías de desarrollo-, da absolutamente para toda clase de especulaciones, pues en verdad los economistas han errado feo tanto en sus diagnósticos como en la previsión que debió existir para evitar esta catástrofe, como así también en las propuestas para ponerle fin e iniciar la tan esperada recuperación. Que es cierto, se vislumbra, pero no se concreta.

Dentro de tan amplio espectro de analistas, hay de todo como en botica, llegando a confrontar ideas que se ubican exactamente en los extremos opuestos, lo cual permite deducir que sean unos u otros, hay quienes continúan equivocándose. Es que no pueden tener razón quienes sostienen que se debe ajustar y simultáneamente los que incentivan para aumentar el gasto, son posiciones diametralmente contrapuestas. En tanto, con fuertes vaivenes, la crisis siguen andando.

Paul Krugman, premio Nobel de Economía de 2008, es uno de los tantos opinólogos, aunque en su caso con juicios que suelen tener muchísimos seguidores, pues supo ganarse el respeto y la consideración del gran mundo de las finanzas y la economía, no sólo por esa referida distinción, sino por su trayectoria, que es en definitiva lo más importante. ¿Qué dice Krugman? Pues que "resulta tentador sostener que los fracasos económicos de los últimos años prueban que los economistas no tienen las respuestas", aunque luego argumenta "pero, la verdad es peor: en realidad, la economía estándar aportó buenas respuestas, pero los gobernantes -y muchísimos economistas, demasiados- prefirieron ignorar u olvidar lo que deberían haber sabido".

En verdad, esas simples frases encomilladas son prácticamente suficientes y muy explicativas para encontrarle el punto de partida a esta fortísima crisis, señalando a los encargados de gobernar por haber desoído recomendaciones, aunque no se priva de incluir también a economistas que actuaron en sentido contrario a lo que debería haberse hecho. Añade Krugman que "si hubiésemos sondeado hace tres años a los economistas, la mayoría seguramente  habría pronosticado que para este momento -en los primeros meses de 2013- estaríamos hablando de cómo terminó la gran contracción de la economía y no de por qué todavía continúa".

Según se sigue analizando, la culpa es por el triunfo de las malas ideas, lo cual explica afirmando "se suponía que a esta altura íbamos a estar hablando de reactivación. Si no sucede es, básicamente, porque triunfaron las ideas inadecuadas".

Describe toda esta situación con una historia bastante lineal, ya que la crisis financiera condujo a una fuerte caída del gasto privado, ya que por ejemplo la inversión en vivienda se cayó cuando se produjo el estallido de la burbuja inmobiliaria, en tanto que los consumidores comenzaron a ahorrar más cuando de esfumó la riqueza ilusoria que había sido generada por esa burbuja, aunque claro, quedó latente la deuda hipotecaria con todas sus consecuencias. Como resultado por la caída del gasto privado, se produjo entonces esta recesión que ha venido corcoveando en estos últimos tiempos, algunas veces amagando con atisbos de recuperación, aunque enseguida volviendo a caer, dejando entonces tendido un manto de incertidumbre que no termina por despejarse. 

El impacto mayor de esta sostenida baja de la actividad económica, consecuencia de la desinversión, se siente en el empleo, con más de 200 millones de desocupados en todo el mundo, muchos de ellos perteneciendo hoy a países como España, Grecia e Italia, que en anteriores ocasiones se mantenían preservados de esta clase de consecuencias.

De acuerdo con Krugman la economía de un país no es tan lineal como la de un hogar, ya que una familia puede decidir gastar menos y tratar de ahorrar más, pero en la economía en su conjunto, el gasto y el ahorro van de la mano, ya que si todos cortan el gasto al mismo tiempo, los ingresos no tienen otra alternativa que contraerse y el desempleo sin dudas aumentará.

El cierre de sus dichos es más que contundente: "La verdad es que acabamos de experimentar un fracaso colosal de la política económica... y demasiados de los responsables de este fracaso conservan el poder y se rehúsan a aprender de la experiencia".

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