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Editorial Sábado 10 de Agosto de 2013

Economía y el Central

Se acercan las elecciones y el Banco Central comenzó a acelerar la emisión monetaria para sostener un consumo recalentado. Las consecuencias inflacionarias se verán a corto plazo.

REDACCION

Por REDACCION

Uno de los interrogantes que se plantea hoy la gente, en medio de una gran incertidumbre, es ¿en qué estado llegará la economía a fines de octubre?, con el consabido agregado sobre lo que acontecerá después, según sean los resultados electorales. Es que si se escuchan las voces del gobierno, todo parece estar muy bien, más cuando se hacen comparaciones con otros lugares del mundo, pero en cambio cuando las expresiones vienen desde la oposición, la situación se modifica sustancialmente, calificándose de muy serios los problemas por los que se transita. En medio de ambas miradas, se encuentra la realidad, esa misma que, por ejemplo, tiene a la inflación que mantiene muy inquietos a todos los sectores, constituyendo un freno para la producción y una anemia para el poder adquisitivo, afectado seriamente.

Dentro de este panorama, el Banco Central de la República Argentina cumple un rol relevante, aunque en realidad desde la reforma de su Carta Orgánica ha resignado su autonomía para convertirse en un mero abastecedor del gobierno, que recurre a las reservas para afrontar pagos de deuda, además de la emisión monetaria para financiar su funcionamiento y tratar de mantener recalentada a la economía mediante el consumo, especialmente en lo que va de aquí al 27 de octubre.

Un dato que es poco menos que estremecedor en cuanto a la expansión inflacionaria, es que cuando se suponía que el Banco Central había comenzado a regular la emisión, que en realidad había sido menor en estos meses, en julio se produjo una verdadera explosión, al punto que ese mes tuvo mayor impresión de pesos lanzados al circulante que toda la suma desde enero a junio.

De tal manera es que a fines de julio el circulante ascendió a 325.733 millones de pesos, habiendo sido la expansión monetaria de ese sexto mes del año -sin contabilizar los tres últimos días- de 18.184 millones, conformando una tasa de crecimiento mensual de 5,6%. Del total de esa impresionante masa de dinero 7.835 millones en billetes y monedas fueron al público, en tanto los bancos redujeron  su tenencia en efectivo en 3.185 millones, explicando el resto de la suba de la base monetaria los encajes bancarios -el dinero depositado por los bancos en el Central- por 13.535 millones.

De tal modo, julio se convirtió en el mes récord de emisión con los 18.184 millones, dejando atrás a mayo que era hasta ese momento el tope, y aún queda por verse lo que acontecerá en el presente mes de agosto y en setiembre y octubre, que es el lapso que resta para las elecciones generales, donde el gobierno se jugará al todo o nada para la posibilidad reeleccionista aún no resignada, siendo la fluidez de dinero en manos de la gente una de sus alternativas más fuertes que pone en juego, aunque arriesga las consecuencias que eso traerá en el corto plazo por la fuerte aceleración inflacionaria.

Pudo saberse, merced a las cuentas conocidas, que la fortísima emisión de julio obedeció al traspaso de 8.200 millones de pesos a las arcas del Tesoro para financiamiento del gasto público.

En las anteriores elecciones de 2009 y 2011 el Banco Central salió a vender dólares, no sólo buscando satisfacer la demanda de la calle, sino también para dar una demostración de solidez financiera, una perspectiva que ahora no se produce habida cuenta de la existencia del cepo cambiario con fuertes restricciones y la urgente necesidad de dólares que tiene el gobierno para enfrentar las demandas de la balanza comercial, de modo especial por el desequlibrio originado por la compra de energía en el exterior, que este año demandará unos 13.000 millones de dólares.

El origen del cepo impuesto fue para que el Banco Central pudiera comprar dólares con lo cual reforzaría sus reservas y a la vez permitiría afrontar los pagos de vencimientos de deuda y la importación de energía, pero el resultado hasta ahora fue absolutamente negativo, ya que no sólo se afectó el comercio, sino también la producción local por la falta de insumos y la actividad inmobiliaria en gran medida, que fueron los sectores más perjudicados, mientras que en contrapartida las reservas del BCRA en lugar de recomponerse y aumentar, han estado en constante baja. Este año solamente se llevan perdidos 5.978 millones de dólares, situación que contrasta con lo que ocurre en todos los demás países de la región, que han aumentado notablemente sus reservas.

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