Por REDACCION
Si el panorama interno de la Argentina en materia económica está lejos de ser amigable, en el plano internacional las cosas no parecen tan simples. Por caso Brasil se encuentra enredado en asuntos políticos cuando meses atrás la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país impulsaba expectativas favorables para el crecimiento económico. Y está claro que cuando la economía brasileña mejora tiene un impacto positivo para los sectores productivos argentinos.
Al respecto, la euforia de los mercados por la llegada al poder en Brasil del ultraderechista Bolsonaro dio un frenazo ante las dificultades de la reforma de las jubilaciones, la debilidad de los datos económicos y la caótica gestión política de los dos primeros meses del gobierno, señalan analistas. El principal reproche de los inversores a Bolsonaro es el de no haber asumido una defensa clara de la reforma de las jubilaciones propuesta por su ultraliberal ministro de Economía, Paulo Guedes.
Pero los ruidos generados por las intempestivas intervenciones del excapitán del Ejército en las redes sociales crearon una preocupación suplementaria. Por caso, a principios de marzo Bolsonaro colgó un tuit obsceno criticando al carnaval; el jueves, afirmó que "la democracia y la libertad solo existen cuando las Fuerzas Armadas así lo quieren". Las reacciones obligaron a su entorno a decir que el presidente había sido "mal interpretado". En una nota de coyuntura,la consultora Infinity Assets consideró en referencia a estas cuestiones que la preocupación de los inversores es que este tipo de ruido a la Donald Trump se convierta en la regla y no en la excepción, lo cual es malo tanto para los negocios como para las reformas", escribió la consultora Infinity Assets en una nota de coyuntura.
El enfriamiento del optimismo de los inversores por Brasil -y no por el gobierno de Jair Bolsonaro propiamente dicho- se justificó, entre otros factores, por la divulgación de indicadores de coyuntura más débiles que lo esperado (índices de confianza, ventas minoristas, producción industrial, etc.), señalaron desde la correduría Socopa.
En tanto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con sede en París, sostuvo en su último informe que el crecimiento de la economía mundial solo llegará al 3,3% en 2019 debido a las tensiones comerciales y a la incertidumbre política. En noviembre había sido más optimista al pronosticar un alza de 3,5%. La entidad explica este nuevo freno por el aumento de la incertidumbre política, las tensiones comerciales persistentes y una continua disminución de la confianza de las empresas y de los consumidores.
El crecimiento fue revisado a la baja en casi todas las economías del G20, en particular en la zona euro donde se limitaría al 1%, frente al 1,8% que se proyectó en el último trimestre. Para 2020, se prevé un crecimiento en la zona euro de 1,2%, es decir otra caída de 0,4 puntos de porcentaje con respecto a las últimas previsiones.
La organización destaca también que la actividad del planeta está especialmente expuesta a una ralentización que sería aún más aguda de lo previsto en China, donde prevé un crecimiento de 6,2% este años (frente al 6,3% en noviembre) y de 6,0% en 2020 (sin cambio).
La OCDE hizo una simulación del efecto que tendría en la economía mundial una ralentización china más fuerte de lo previsto: una caída de dos puntos del crecimiento del PIB en China reduciría el crecimiento mundial 0,4 puntos de porcentaje. Japón, los otros países de Asia oriental, los productores de materias primas y Alemania, se verían particularmente afectados.
Las exportaciones e importaciones chinas cayeron mucho más de lo esperado en febrero, según datos oficiales, lo que se suma a las preocupaciones sobre la ralentización del crecimiento de la segunda economía del planeta, en guerra comercial con Estados Unidos. Las exportaciones se desplomaron un 20,7% interanual, y las importaciones 5,2%, según el servicio de Aduanas, muy por encima de las caídas de 5% y 0,6% previstas en un sondeo de Bloomberg News. Además, China registró en febrero un excedente comercial inhabitualmente bajo, de solo 4.120 millones de dólares, muy por debajo a las cifras de enero (39.200 millones).
El gigante asiático, blanco de la guerra comercial lanzada por Estados Unidos, se enfrenta a una ralentización de su crecimiento económico, que el año pasado cayó a 6,6%, su nivel más bajo en 28 años.
En febrero, la actividad manufacturera cayó a su nivel más bajo en tres años. Y un mes antes, un importante barómetro de precios en el sector industrial rozaba la contracción.
India, cuyo crecimiento se espera que llegue a 7,3% este año, Indonesia (5,2%) y Sudáfrica (1,7%) no han sido revisados con respecto a las previsiones del otoño europeo. Argentina por su parte sigue en recesión según la OCDE, con una perspectiva algo menos preocupante (-1,5% frente al -1,9%). De todos modos, Brasil y China, dos de los principales socios comerciales de la Argentina, no transitan su mejor momento. Y eso tampoco es bueno para los argentinos.
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