Por Redacción
La ley 25.633 fue dictada por el Congreso nacional el 2 de agosto de 2002, estableciendo el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, con la finalidad de conmemorar a las víctimas de la dictadura militar que comenzó ese mismo día de 1976 con el golpe de Estado que derrocó a la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón, aunque sin otorgarle la categoría de día no laborable, en síntesis, no era feriado. Pasaron tres años, cuando durante la gestión del presidente Néstor Kirchner, desde el mismo Poder Ejecutivo se propició que la fecha fuese día no laborable, feriado e inamovible.
Objetivo logrado, aunque no sin vencer una bastante tenaz oposición de políticos y destacadas personalidades del mundo de la cultura, quienes sostenían que dado su carácter de feriado, una fecha que debía ser de reflexión y luto para los argentinos, se convertiría en motivo festivo.
Hace muy poco, el actual gobierno nacional al tratar de modificar el cuadro de feriados nacionales, incluyó el 24 de marzo entre los movibles para de tal manera ampliar los fines de semana largos para promover el turismo, lo cual le valió una avalancha de críticas, que finalmente hicieron retroceder en la decisión y mantener el condición de inamovible.
Vale la pena recordar estos episodios que tienen directamente que ver con este día que hoy nos convoca al recuerdo y la reflexión por lo sucedido un día como hoy de 1976 -hace ya 41 años- cuando las Fuerzas Armadas encabezadas por Jorge Videla, Eduardo Massera y Orlando Agosti, tomaron el control de la Argentina derrocando al gobierno constitucional de la señora de Perón, iniciando una dictadura que se extendería hasta 1983, y que como más lamentable consecuencia dejó 30.000 personas desaparecidas, luego de una larga secuencia de secuestros, torturas en centros clandestinos de detención, privaciones de la libertad, apropiación de recién nacidos y exilios forzados.
Se vivió una de las etapas más nefastas de la historia, con años donde la violencia, la destrucción y la muerte se enseñorearon por doquier, prolongándose el denominado Proceso de Reorganización Nacional durante 7 años, que fueron un verdadero mojón para los argentinos, dando comienzo a una etapa democrática que se viene prolongando desde entonces, perfectible por cierto, pero permitiendo la posibilidad de anidar la esperanza.
Una de las primeras medidas de aquel inicio el 24 de marzo de 1976 fue disponer la caducidad de los mandatos de presidente de la Nación, de gobernadores y vicegobernadores, diputados, intendentes, y todos aquellos funcionarios que ocupaban cargos por decisión popular.
Todos esos años fatídicos estuvieron signados por una constante violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y un terrorismo de Estado que funcionó para el gobierno militar de facto como médula y ánimo social del Estado argentino. Esta modalidad de gobierno de facto y su operatividad, a su vez formaban parte de un plan mayor conocido como Plan Cóndor, el cual ya operaba en toda Latinoamérica y funcionaba como coordinación entre las distintas dictaduras que en esos años se habían instaurado en otros países del Cono Sur, entre ellos Chile, Paraguay, Uruguay y Brasil.
Este Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se conmemora y busca mantener vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos en la dictadura militar, y aún mucho más que eso, para que su recuerdo impida que cualquier intento similar pueda volver a perpetrarse.
Memoria para no olvidar, verdad para sostener la realidad de lo ocurrido, y justicia para que quienes fueron responsables de haber generado esa negra etapa de nuestra historia contemporánea, respondan y paguen por lo que hicieron. Es por eso entonces que este 24 de marzo debe ser no sólo inamovible dentro del calendario, sino también una señal de alerta permanente para todas las generaciones, en cuanto que episodios tan nefastos de ninguna manera pueden volver a repetirse.
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