Por REDACCION
La Organización de Naciones Unidas (ONU) advirtió, en un reciente informe, que la crisis provocada por la propagación del Covid-19 generará en América Latina efectos como la contracción del PIB en un 9,1%, la caída de las exportaciones en aproximadamente un 20% y el incremento de los niveles de pobreza en al menos 45 millones de personas más.
En América Latina, el mayor epicentro de la pandemia hasta el rebrote que hoy preocupa a la mayoría de los países europeos, la propagación del Covid-19 no solo ha aumentado la tasa de muertes, sino también los niveles de pobreza y desigualdad.
Según el organismo internacional con sede en la ciudad estadounidense de Nueva York, la actual crisis disparará los factores que le impiden a millones de habitantes de la región gozar de una vida digna.
Con varias de las naciones que encabezan el listado de territorios con más altos índices de contagio con el nuevo coronavirus, tales como Brasil, México y Argentina, tanto el centro como el sur de América son hoy áreas amenazadas por el desempleo y la miseria, como lo advirtió oportunamente António Guterres, el secretario general de la ONU.
Tras años de desequilibrio económico y débiles ritmos de crecimiento, la ONU prevé que el Producto Interno Bruto de Latinoamérica y el Caribe registrarían una contracción del 9,1%, lo que catapultaría a la zona a la mayor recesión de los últimos 100 años.
"Para reconstruir mejor es necesario transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe. Los niveles de desigualdad se han vuelto ya insostenibles. Para reconstruir mejor, hay que reforzar la gobernanza democrática, la protección de los Derechos Humanos y el Estado de Derecho. En un momento en el que demasiados ciudadanos y ciudadanas se sienten excluidos, la rendición de cuentas y la transparencia son fundamentales", precisó el funcionario, nacido en Lisboa, capital de Portugal.
Y es que las proyecciones del organismo internacional se sustentan en el análisis de los reportes creados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la cual identificó que, a causa del impacto de la emergencia sanitaria, las exportaciones disminuirían cerca del 20%.
Claramente, la crisis no solo afectará a las grandes industrias, sino también a los ciudadanos comunes, que se verán al filo de los más bajos niveles de ingresos históricos en varios países, tomando al dólar como referencia de los salarios.
Técnicamente, la previsión de la ONU señala que, para finales de 2020, la cifra global de personas inmersas en la pobreza en Latinoamérica será de al menos 230 millones, lo que equivaldría, en ese caso, a un incremento de 45 millones.
Pero, si existe algo más dramático que caer en la pobreza, eso es ingresar a los índices de ciudadanos en condición de "pobreza extrema o indigencia", en los cuales entrarían 28 millones de personas más en los meses restantes de este año, lo que elevaría la tasa general de personas en esa condición a los 96 millones.
El significado de "pobreza extrema o indigencia" es descripto claramente por Alicia Bárcena, la secretaria ejecutiva de la Cepal, como la que agrupa a los habitantes que no cuentan con las capacidades económicas mínimas para cubrir sus gastos básicos, ni siquiera en materia de alimentación.
Si bien el incremento de los niveles de desigualdad golpeará a la región de manera casi equitativa, quienes más se verán afectados serán los integrantes de las comunidades indígenas y afrodescendientes, así como las mujeres y los migrantes, los cuales sufren, en mayor proporción, dificultades en el acceso a oportunidades laborales y educativas de calidad.
"Los países de América Latina y el Caribe, pero de manera particular aquellos pequeños Estados insulares en desarrollo, no deberían quedar excluidos de la asistencia mundial. Es necesario ampliar la respuesta multilateral internacional a los países de ingresos medios", destacó Guterres sobre el panorama que, a su juicio, solo mejoraría si se cuenta con el desarrollo de sistemas tributarios más justos y el fortalecimiento de los esquemas de protección social.
Los planteamientos de la ONU apuntan a varias soluciones para mitigar el golpe de la pobreza en los sectores más vulnerables: facilitar la entrega de ingresos básicos y avanzar en la gestión de un "aporte universal", definir subsidios para aplacar el hambre, distribuir de manera equitativa las ayudas internacionales y condenar la evasión fiscal y la corrupción.
No son desafíos simples. Por el contrario, se trata de soluciones de una excesiva complejidad, especialmente en los países más castigados por la pandemia y que no tienen los recursos suficientes como para recuperarse por sí mismos y en un plazo que, en el mejor de los casos, demandaría varios años para erradicar los flagelos de la desigualdad y la pobreza.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.