Por REDACCION
Si en algo la Argentina se ha mantenido en un mismo nivel que el resto de los países del mundo, o bien su mayoría, durante las últimas décadas, ha sido en la inequitativa distribución de la riqueza, pues se trata de una fenómeno de desigualdad que asoma en todas partes, contradiciendo lo que se sostiene sobre la inclusión conseguida estos últimos años de gobierno kirchnerista, que llevaron a denominar su lapso como "la década ganada", aunque ello haya generado numerosas controversias y contradicciones merced a posiciones muy encontradas.
Antes de ver lo que sucede en nuestro país en ese sentido, es interesante conocer esta misma perspectiva mundial, donde un solo dato es revelador sobre la desigualdad existente, ya que las 85 personas más ricas del planeta -en realidad todos ellos supermillonarios- tienen tanta cantidad de dinero como la de la mitad de los pobres del resto del mundo. Pero además, la cantidad de millonarios en dólares pasó de 10 millones de personas que había en tales condiciones en 2009 a 13,7 millones en 2013, profundizándose de tal manera la inequidad, algo que viene ocurriendo muy marcadamente en los últimos 30 años, de lo cual es partícipe la Argentina.
Veamos entonces el panorama existente en nuestro país, tomando datos de una reciente publicación del periodista Gustavo Sierra, quien da cuenta que en el lapso comprendido desde 1950 a 1974 el promedio de participación de los trabajadores en la riqueza generada era del 44,5%, pero desde ahí en más fue decayendo de manera muy sensible, alcanzando su nivel más bajo durante la dictadura militar cuando llegó a ser del 22,5%. Luego de una recuperación alcanzada durante el retorno a la democracia, la crisis del 2001 volvió a pegarle un verdadero mazazo a la renta de los trabajadores, llegando a su nivel histórico más bajo con apenas 20,9%, volviendo a iniciar una recuperación que en 2006 la fijó en el 25,7%, datos que fueron desvirtuándose con las mediciones manipuladas del INDEC como así también la decisión de ese mismo organismo de no dar más a conocer las cifras de la pobreza, disponiéndose del último dato sobre el primer semestre de 2013 en que era de un escuálido 4,7% aunque en realidad el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica establece el nivel de pobreza actual en 26%, por lo cual se encontrarían en esa situación unos 13 millones de personas.
Otras estadísticas que también se conocieron en ese referido trabajo, dan cuenta que retrocediendo a 2004 teníamos entonces en la Argentina que las 1.000 familias más ricas se quedaban con el 2,49% del ingreso, lo cual era estimado en unos 12.500 millones de dólares, y que además en la actualidad el 1% con mayores ingresos posee el 16,7% de la riqueza del país.
En cuanto a la perspectiva mundial sobre la generación de riqueza y bienestar de la población, según un trabajo de una organización establecida en Inglaterra con medición de 89 factores para establecer los niveles de prosperidad, aparece ubicado en primer lugar por quinto año consecutivo Noruega, mientras que entre los top ten aparecen Canadá, Nueva Zelandia y Australia, siendo los únicos tres que no pertenecen a Europa. En cuanto a la Argentina ocupa el puesto 54 en economía, 5 lugares más abajo en cuanto a oportunidades, pero retrocediendo abruptamente al puesto 97 cuando se habla de calidad institucional, lo cual ha sido tal vez el mayor déficit en estos últimos años, aunque repunta mucho en educación con el lugar 44 y todavía más en salud con el 42, aunque su mejor registro en la consideración es todos estos 89 rubros es en "libertad personal" con el puesto 30.
Más allá de todas estas consideraciones, el mundo entero es una contundente muestra de desigualdad entre sus habitantes, pues por un lado aparecen fortunas realmente descomunales y por el otro cientos de millones de personas que se debaten en la más profunda de las pobrezas. Y lo que es todavía más serio, es que en lugar a irse corrigiendo esta situación, o bien dejar abierta cierta esperanza en ese sentido, por el contrario cada vez se hace mayor la distancia entre ricos y pobres.
Incluso podría llegar a interpretarse que cuando hay crisis se emparejan un poco más unos y otros, pero es decididamente lo contrario. Los pobres sí aumentan aceleradamente, pero en cambio los ricos acumulan más riqueza. Desde la crisis iniciada en 2008 y hasta el año pasado, se sumaron 1.645 nuevas personas que acumularon una fortuna superior a los 1.000 millones de dólares.
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