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Editorial Viernes 31 de Agosto de 2012

Crisis para rato

Ya van cuatro años de crisis en el mundo, sin embargo el economista De la Balze no advierte aún el final. Pronostica mucha incertidumbre.

Redacción

Por Redacción

La burbuja inmobiliaria que se pinchó hace cuatro años, mantiene desde entonces a buena parte del mundo inmerso en una crisis financiera de la cual todavía no se vislumbra su final. De acuerdo lo analiza el economista Felipe de la Balze, se trata "de la crisis financiera más grave desde la gran depresión de 1930", pasando a detallar algunos de sus síntomas más evidentes, como el estancamiento de los países avanzados como Estados Unidos, varios de los centrales de Europa y Japón, la profunda y aún irresuelta crisis bancaria de los grandes centros financieros mundiales, y finalmente, la amenaza de desmembramiento del euro, la segunda moneda de reserva mundial.

Puntualiza además el economista como otras de las señales del malestar son el gran achicamiento de los mercados interbancarios, las tasas de interés nominales negativas -al menos en 16 países-, el proteccionismo comercial y las sostenidas intervenciones de los Bancos Centrales en los mercados cambiarios y financieros.

Se destacan dos episodios centrales para que la economía mundial finalmente no se desbarrancara de la misma forma que en la década del ´30, siendo ellos la vigorosa recuperación de los países emergentes en estos años a pesar de la crisis, como aconteció con China y la India, además de los salvatajes a los bancos que se hizo desde los países desarrollados, poniéndose un piso a la caída de la economía, y por lo tanto, consiguiendo que se convirtiera en un paralelo con lo sucedido hace 80 años en la gran depresión, que sumió el mundo entero en una crisis durísima, de la cual nadie quedó exceptuado.

De todas maneras, y aún con cuatro años de crisis ininterrumpidos y estas metodologías de salvataje que evitaron que todo resultada más extendido y cruento, especialmente para la gente de menores recursos y por lo tanto posibilidades, las perspectivas son calificadas de altamente inquietantes, pues la recuperación económica de los países desarrollados está comenzando a mostrar signos de agotamiento y lo mismo ocurre con los países emergentes, cuyo crecimiento está en declive.

Tanto para Estados Unidos como Japón se anticipa que habrá un crecimiento bajo, pero peor es el pronóstico para Europa, donde se anuncia recesión. Un panorama complicado sin dudas, aunque habiéndose depositado ciertas expectativas en las elecciones presidenciales estadounidenses, donde de darse la continuidad de Barack Obama seguramente será para aplicar medidas mucho más contundentes y sostenidas que las que hubo hasta ahora, con resultados inciertos, mientras que si la presidencia va para los republicanos en manos de Mitt Romney, es probable que venga con innovaciones en materia económica. Aunque, tampoco se descarta, que tanto uno como otro, no pueda evitar la aplicación de ajustes, ya que todo se encuentra muy excedido y fuera de madre.

Pero el mayor problema del mundo está hoy focalizado en Europa, en un verdadero pantano, dividiéndose sus países entre acreedores por un lado y deudores por el otro. El único que continuó creciendo es Alemania, ya que otros países grandes como Francia, Italia, España y Gran Bretaña, se encuentran en estancamiento o directamente en recesión. En el medio de esa delicadísima situación se encuentran los bancos europeos, con carteras de préstamos que son prácticamente incobrables.

Según De la Balze, hoy Europa se encuentra vacilante entre dos abismos. De un lado el ajuste fiscal ortodoxo -como referimos en el párrafo anterior- considerado imprescindible para restablecer la confianza y la solvencia fiscal y financiera, que demanda sacrificios y ajustes profundos al estado de bienestar, mientras que por otro lado, la extensión de crédito ilimitado por parte del Banco Central Europeo, que podría salvar del quebranto a los deudos, esencialmente gobiernos y bancos, pero en contrapartida pondría en aprietos muy serios la estabilidad monetaria, incluso sin resolver el déficit fiscal ni tampoco los problemas de competitividad que están afectando muy fuertemente a las economías europeas de menor solidez.

Para la Argentina, frente a este panorama, según De la Balze "las alternativas son evidentes, pues el populismo fiscal, monetario y cambiario magnifica los riesgos de la crisis. ¿Sabrá el gobierno reconocer a tiempo que la estabilidad y el progreso demandan finanzas públicas más sanas, inflación baja y respeto por los derechos de propiedad".

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