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Editorial Miércoles 5 de Junio de 2013

Correa en el tiempo

El ecuatoriano Rafael Correa acaba de ser elegido con el 57% de los votos. También conduce un régimen populista y de férreos controles.

REDACCION

Por REDACCION

No son pocos quienes ven en el presidente de Ecuador, Rafael Correa, al sucesor del fallecido Hugo Chávez en la conducción de este grupo de países que han tomado el rumbo del populismo, con la instauración de regímenes con claros indicios de autoritarismo, control absoluto de todos los poderes del Estado y el silenciamiento de la prensa, por citar algunas de sus principales características, pero que además persiguen la continuidad en el ejercicio del poder aún por sobre las normas establecidas, apelando a cualquier clase de recursos para el logro del objetivo, incluso amoldar la Constitución a su antojo. Otro posicionamiento común, que los identifica, es que todos alzan la bandera de la lucha contra la pobreza y la búsqueda de la igualdad, generando una clara dependencia de las clases más empobrecidas, a las que sostienen en base al asistencialismo.

Correa, acaba de asumir por tercera vez la presidencia de Ecuador, luego de adjudicarse una contundente victoria con el 57% de los sufragios, postergando por 33 puntos al empresario Guillermo Lasso que ocupó la segunda posición electoral. Un resultado que exime de cualquier análisis en cuanto al respaldo brindado por el pueblo ecuatoriano, aun cuando las condiciones existentes y los fracasos contundentes de las anteriores presidencias, fueron generando un campo muy propicio para el crecimiento de esta clase de líderes autoritarios, quienes con el sólo hecho de haberse visto favorecidos por una oleada económica mundial que favoreció los insumos primarios de esta región latinoamericana -entre otras- les facilitó la posibilidad de avanzar con esta clase de planes enfocados en la posibilidad de ofrecer más posibilidades a aquellos que siempre fueron mantenidos en la postergación.

Cuando Correa recién acaba de asumir su tercer mandato y con ocho años anteriores en la presidencia, como esta es la última posibilidad que le ofrece la Constitución ecuatoriana, ya se ha comenzado a hablar de una reforma, pues aun cuando el mandatario se apresuró a comentar que no tenía intenciones de continuidad, poco después ya deslizaron sus partidarios que el poder llegar a 2020 con Correa en la presidencia sería un buen objetivo, ya que recién entonces se podría estar terminando toda la reforma que se viene llevando adelante.

Puede advertirse que la similitud con lo que ocurre en nuestro país es muy grande, con caracterizaciones muy parecidas en los movimientos de gobierno, pero también los políticos, ya que aquí se busca el objetivo que Cristina Fernández de Kirchner pueda ser la candidata presidencial en 2015, para lo cual se debería alcanzar una amplia mayoría de dos tercios en ambas cámaras legislativas para poder encarar una reforma constitucional. Siendo entonces el objetivo que busca el kirchnerismo en los comicios que se avecinan el 27 de octubre.

Tanto o igual de conocido es lo que sucede en Venezuela y Bolivia, los otros dos integrantes de este grupo latinoamericano, que gira en torno al populismo y fuertes medidas restrictivas respecto a las instituciones y libertades individuales, como así también sobre un estricto control de la prensa. En el país bolivariano acaba de asumir Nicolás Maduro, sucediendo al fallecido Chávez, aunque allí el país quedó fracturado en dos y con gravísimos problemas financieros, en tanto que en Bolivia el presidente Evo Morales ya está en la búsqueda de las reformas necesarias para volver a postularse a la presidencia.

Respecto a Correa, tema central de esta nota, tiene la economía dolarizada y ha logrado sostenerla merced a la recuperación que tuvieron todos los países de la región por los buenos precios internacionales de los insumos primarios de cada uno, aunque la duda es lo que sucederá en el futuro en caso de trastabillar el ingreso de los precios. Aquí mismo en la Argentina tuvimos un tiempo del 1 a 1 entre peso y dólar, hasta que finalmente explotó, ya que el sostén de la artificialidad no ofrece garantía alguna en ese sentido.

De todos modos, en casi todos estos países, esta clase de movimientos lograron un amplio respaldo inicial al contar con una base de pobreza muy amplia que les dio respaldo incondicional, aunque -si bien no es el caso de Ecuador aún- han comenzado a aparecer las flaquezas e inconsistencias.

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