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Editorial Domingo 16 de Mayo de 2021

Copiar el modelo portugués

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REDACCION

Por REDACCION

La radiografía del cuerpo productivo y social de la Argentina deja en evidencia una serie de trastornos de larga data, como la desocupación, la pobreza, la inflación y la inseguridad, a los que desde hace un año se sumó la pandemia del Covid. El país está enfermo y por más que lo intente no encuentra la cura para mejorar su estado sanitario, físico y emocional. La sensación de que la Argentina no cambia más y que la salida está en Ezeiza (por el aeropuerto para ir a buscar el futuro en otro lado) se impone en la opinión pública cuando se suceden las derrotas, tal como sucede en los equipos deportivos ante la persistencia de las rachas negativas. 

Sin hacer méritos, al menos apareció una brisa de cola a partir del aumento de los precios internacionales de los commodities que se transforma en un importante aumento de ingresos en dólares por las exportaciones agropecuarias. Pero para cambiar este escenario de pobreza mayúscula es necesario que los que conducen mejoren su desempeño ya sea en cargos ejecutivos o legislativos. Quizás el recurso de copiar y pegar, tan utilizado cuando estamos al frente de una computadora, pueda ser el principio de la solución.

Con la reciente gira europea del Presidente de la Nación, que incluyó Portugal, España, Francia e Italia, se abrió un debate en torno al modelo utilizado por los portugueses para escapar a una crisis que era asfixiante. El presidente Alberto Fernández alcanzó a elogiar el modelo implementado por Portugal a partir del 2015, que le permitió retomar la senda del crecimiento y ordenar las cuentas públicas en una forma inédita para ese país. 

Desde ese año, la nación europea cambió la estrategia tradicional de ajustar primero para crecer después, y finalmente logró no solo pagar lo abultada deuda con el FMI, sino reducir casi a cero el déficit fiscal contando con la ayuda de fuertes ingresos por el turismo y las exportaciones. En el 2010, Portugal sufría un déficit fiscal del 10% del Producto Bruto, cuando firmó un exigente y tradicional acuerdo por casi 80.000 millones de euros con el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. En 2011 ascendió al poder el conservador Pedro Passos Coelho, y una de sus primeras medidas fue firmar otro acuerdo con el Fondo por una deuda de US$ 38.000 millones, con la receta tradicional de reducir el déficit para hacer frente al endeudamiento. Esto incluyó recortes de salarios, despidos en el sector público, suspensión del cobro de aguinaldo para empleados públicos y jubilados, y hasta ampliación de la jornada laboral a 40 horas.

Con esa receta ortodoxa avalada por el FMI, en 2012 el desempleo de Portugal se había disparado al 17% y en el 2014 la pobreza orillaba el 30%. Ante semejante cuadro social y económico, en 2015 el gobierno de Passos Coelho perdió las elecciones y asumió el socialista António Luís Santos da Costa, al frente de una coalición de izquierda que dio un giro de 180 grados a la política económica. No sin antes vencer las resistencias del FMI, Da Costa incrementó las pensiones, redujo impuestos, revirtió los recortes salariales y recuperó la jornada de 35 horas semanales para los empleados públicos.

El boom del turismo lo ayudó, y el nuevo modelo empezó a rendir frutos, al tender a un mayor equilibrio fiscal y crecimiento económico. El gobierno de Da Costa logró reducir a 0,5% el déficit fiscal y, por primera desde la recuperación de la democracia, Portugal tiene las cuentas equilibradas. La administración portuguesa destaca que consiguió en simultáneo cumplir los tratados firmados, consolidar las cuentas públicas, estabilizar el sistema financiero y promover el apoyo a la inversión. Y destaca que a partir de la recuperación de los ingresos y la baja de impuestos, se logró reactivar la economía. A tal punto, que para 2018 Portugal ya había logrado cancelar la totalidad de la deuda con el FMI, en forma anticipada.

Ante esa experiencia portuguesa, el Gobierno de Fernández procura firmar un acuerdo con el FMI que le permita recuperar el crecimiento sin afectar los ingresos de los argentinos ni agravar un cuadro social donde casi el 45% de la población está en la pobreza, lo cual se ve agravado por la pandemia. Lo que más destacan en la Casa Rosada es que a contramano de las recetas recomendadas por el FMI en acuerdos anteriores, el "modelo portugués" apeló a políticas expansivas para reducir el déficit fiscal vía aumento de la recaudación.

El modelo portugués se basó, entonces, en ordenar las cuentas públicas, además de incrementar las exportaciones, motorizar el consumo y llevar adelante políticas expansivas. Son ideas que Fernández y su ministro de Economía, Martín

Guzmán, dicen pretender aplicar también en la Argentina. Tal vez deberían comenzar hoy mismo. 


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