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Editorial Sábado 1 de Octubre de 2011

Clase media en baja

El 5% de los más ricos de los Estados Unidos se queda con el 37% del total del consumo. La desigualdad se profundiza.

Redacción

Por Redacción

Toda esta serie de remezones que se están produciendo en la economía de los Estados Unidos, traen consecuencias impensadas hasta poco tiempo atrás, como por ejemplo las modificaciones que están dándose en las diversas franjas sociales. En primer lugar, la pobreza ha tenido un avance muy importante, pero además y tal vez lo más importante pues impacta directamente en el consumo y por lo tanto en el corazón mismo de la economía, la clase media -otrora muy poderosa y consolidada- se encuentra en plena decadencia, y según van las cosas, con escasas posibilidades de recuperarse, al menos en el corto plazo. Es cierto que nada es para siempre, y menos cuando se trata de un país que es la mayor potencia mundial en todos los sentidos, pues a pesar de los inconvenientes de estos últimos años y la nueva amenaza de recesión cuando todavía no se ha logrado emerger de la anterior, sigue triplicando con su volumen a la economía de la China, que es la que lo sigue en el posicionamiento mundial.

De todos modos, y más allá de estas consideraciones que hablan más de futuro que de presente, lo cierto es que la economía tambalea y su impacto más severo es en la clase media. Veamos un dato muy explícito y revelador de lo que está ocurriendo hoy: apenas el 5% de los estadounidenses con los ingresos más elevados, se queda con el 37% de todas las compras del consumo, según una reciente revelación de la consultora Moody´s Analytics, lo cual es una firme confirmación de la desigualdad que existe hoy en la sociedad de ese país. Justamente, lo contrario a lo que lo hizo poderoso, que fue justamente la igualdad de oportunidades y la sólida y numerosa conformación que siempre tuvo la clase media, con la excepción actual por supuesto.

Es que cuando tan alto porcentaje de la riqueza que se produce va para los más ricos solamente, la clase media no tiene suficiente poder adquisitivo para darle movilidad y sostén a la economía, si no es en base a endeudamiento, lo cual ya se sabe, indefectiblemente termina mal. Y eso es justamente lo que están padeciendo desde hace algunos años a esta parte los estadounidenses, luego de explotar la "burbuja inmobiliaria", merced a la cual se había producido un colosal endeudamiento en la compra de inmuebles, cuyas cuotas no pudieron seguir pagándose.

Los analistas económicos pronostican que muy difícilmente la situación actual pueda comenzar a revertirse en tanto y en cuanto se mantenga la actual desigualdad, algo que por otra parte va directamente en contra del pensamiento del común de los estadounidenses. Un panorama realmente complejo, al cual Barack Obama no le ha encontrado la vuelta como para ir corrigiéndolo, ya que está visto que sólo con inyecciones de grandes masas de dinero -como sucedió- en las compañías y organizaciones financieras nada ha mejorado, por lo cual ahora se orienta hacia la ayuda directa a los consumidores. Cuyo resultado igualmente se presenta incierto, ya que puede ser un pequeño alivio para el presente, para volver a tener en lo inmediato el mismo problema, y quizás incrementado. Se necesitan soluciones sólidas, de fondo, es el reclamo, y justamente esas no aparecen.

Existen antecedentes que describen en si mismo lo que sucede. Veamos lo ocurrido en el lapso 1947 y 1977, que fueron los 30 años de mayor expansión de la economía, de mayor prosperidad y más crecimiento de los salarios intermedios, que consolidaron a la clase media como una verdadera fortaleza. Fue en ese tiempo en que los más ricos ganaron una proporción menor del total de los ingresos y la riqueza producida, con lo cual se formó un círculo virtuoso, con una clase media en constante aumento en cuanto a la capacidad de consumo, impactando también en un brusco descenso de la pobreza.

Desde 1981 en adelante los más ricos volvieron a recuperar posiciones y aún hoy se mantiene esa constante, lo cual fue achicando la economía global y reduciendo cada vez más las posibilidades de la clase media, que frente al primer sacudón realmente fuerte como fue la crisis financiera iniciada en 2008 y que aún hoy se mantiene, no pudo recomponerse, presentando hoy un estado en verdad maltrecho. 

La desigualdad social, que parecía una característica exclusiva de los países emergentes y en vías de desarrollo, hoy también está alcanzando a los altamente desarrollados. Estados Unidos es el caso más concreto.

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