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Editorial Sábado 11 de Diciembre de 2010

Calidad del gasto

Una de las razones por la cual la economía sigue creciendo mientras la pobreza e indigencia no bajan, es por la escasa calidad del gasto público.

Redacción

Por Redacción

Desde hace siete años, la economía viene en constante crecimiento, habiendo experimentado una leve recaída solamente en parte de 2008 y 2009 como consecuencia de la crisis financiera internacional, pero aún así los niveles de pobreza e indigencia no se han reducido en una proporción acorde. ¿Cómo puede encontrarse explicación a una situación de esta naturaleza? Pues, según lo sostienen algunos economistas, es debido a la baja calidad y regresividad del gasto público.
De tal modo es que se puntualizan algunos aspectos considerados esenciales, como por ejemplo que hasta 2006 los planes tuvieron siempre una perspectiva fuertemente clientelística, mientras que desde allí en adelante y aun cuando eso se modificó sustancialmente con la implementación de la asignación universal por hijo, como así también las dos mejoras anuales más la cifra de ayuda a fin de año a los pasivos, hubo en cambio un entrecruzamiento de subsidios que estuvieron destinados a financiar las clases más pudientes, de modo especial en los diversos servicios públicos, como así también a los alimentos, que favorecen a los que más tienen, provocando un gran perjuicio al desalentar la producción y generar faltantes que elevan precios, como los casos concretos de la carne y de los lácteos.
Para dejar lo abstracto, e ir directamente a las cifras, que aun cuando a veces resultan aburridas son en definitiva las que mejor exponen un cuadro, digamos que al iniciarse este ciclo, en su primer año de gestión Néstor Kirchner tuvo un gasto público de 30.000 millones de dólares sin incluir a las provincias, en tanto que el último estuvo en el orden de los 80.000 millones de dólares, quedando de tal modo claramente reflejada la enorme expansión que se produjo en este ciclo de 7 años.
Bajo un enfoque de tales características, con la consideración esencial de la evolución que tuvo el gasto, resulta muy difícil de comprender las razones por las cuales no se redujo la pobreza, ni tampoco se produjo una mejoría en la distribución de la riqueza. En tal sentido, se recurre a un ejemplo que facilita el entendimiento, ya que con esa cifra en este ciclo se hubiesen podido construir unos 8 millones de viviendas económicas, es decir, el triple de las actuales necesidades en el país, con las cuales ningún argentino no contaría con su casa.
Pero además, estas falencias en la distribución del gasto generaron inflación, la cual impactó con mucha más fuerza en las clases de menores ingresos, convirtiéndose por lo tanto ese flagelo en lo que algunos califican como "una máquina de crear pobres". Una situación que indudablemente deberá ser mejorada, ya que los recursos están, pero no tienen la más acertada canalización en su distribución, aun cuando todas las voces oficiales coincidan en sostener que el principal objetivo que persigue el Gobierno nacional es justamente repartir más equitativamente los recursos.
De todos modos, y aún con la puntualización de estos aspectos, un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), le adjudica a nuestro país una buena performance en cuanto a la reducción de la pobreza en lo que hace al contexto de Latinoamérica.
El informe del organismo continental da cuenta que este año, para una población de 180 millones de pobres en toda la región, la disminución puede estar en 0,1 y 0,4 por ciento en cuanto a pobreza e indigencia. Esta sintonía en baja, aunque no en cifras que despierten un exagerado optimismo, se ha dado en Brasil, Paraguay, Dominicana, Uruguay, Argentina y Chile, en cambio hubo pequeñas subas en Costa Rica, Ecuador y México, mostrándose estables los restantes.
Volviendo al plano estrictamente local, digamos que es positivo el estímulo del consumo, aun cuando se debería orientar en mayor medida hacia los sectores de menores ingresos, como así también con un más fuerte respaldo a una política de producción, lo cual impone como características salientes el reunir credibilidad, financiamiento y previsibilidad, complementado con un sostenido acceso a los mercados externos.
Un caso a contemplar, y sacar de allí un posicionamiento para imitar, nos lo está dando nuestro vecino Brasil, que aún creciendo a tasas menores que la Argentina, logra consolidar de manera mucho más afianzada su producción.
Todo lo cual, en definitiva, es lo que permite encarar de manera mucho más responsable la erradicación de la pobreza, ofreciendo trabajo en lugar de asistencialismo.













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