Por REDACCION
Toda economía que busque un crecimiento genuino depende del grado de inversión de los distintos agentes, desde el sector público hasta los privados. ¿Pero cuáles son los factores que llevan a una empresa o a un inversor a arriesgar su dinero? ¿Dónde hacerlo cuando los indicadores de actividad económica son negativos en prácticamente todos los rubros productivos? La alternativa que ofrece mayor rentabilidad por estos días tiene que ver con la inversión financiera dados los altos porcentajes de ganancias a partir de una economía emparchada por todas partes. Resulta que si el dólar ingresa a una zona de inestabilidad traslada esa volatilidad a los precios relativos en un efecto inflacionario que suele dejar rezagados a los salarios. Así se da lugar a un clima de crisis donde asoman las tensiones de todo tipo difíciles de administrar en el tiempo, por lo que los conflictos se suceden a tal punto que es posible un estallido.
Por tanto, controlar al dólar a toda costa es un imperativo de las autoridades del área económica del gobierno. Y la única herramienta que está a mano es el aumento de las tasas de interés para intentar que los dineros circulantes no presionen al dólar con una mayor demanda -lo que lo hace subir- sino que se entretengan con un plazo fijo u otras opciones del sistema financiero, como bonos o letras.
Entonces, si no hay actividad productiva que sea rentable y el sistema financiero ofrece plata fresca, no hay mucho que pensar, la decisión se cae de maduro. La excepción es la apuesta a la producción primaria ya que sembrar todavía da sus frutos, siempre y cuando se tenga acceso a tierras fértiles y, como dicen en el campo, también acompañe el tiempo y el cielo. Producir para exportar es la única opción para quienes resuelvan no llevar su dinero a los bancos, porque también entienden que ese plan de negocios se terminará en algún momento, no es sostenible en el tiempo.
Como para terminar de contextualizar, con una economía que se empequeñece, el consumo acumula caídas desde el año pasado por lo que no genera expectativas para modificar esta foto. Escaso crédito -quien se va a endeudar con altísimas tasas de interés- y sueldos depreciados por la inflación completan un panorama poco alentador que se complica aún más por el escenario electoral de incertidumbre.
Un insumo vital para favorecer las inversiones productivas de mediano o largo plazo es la previsibilidad, que en la Argentina brilla por su ausencia. Si gana un candidato se mantendrá el rumbo pero si la victoria favorece a otra opción se cambia de dirección de las cosas. En este incierto futuro nadie en su sano juicio arriesga su capital.
Tras esta teorización, vale la pena repasar un informe de la Fundación Mediterránea en el que se afirma que el nivel de inversión actual que registra la Argentina está casi un 20% por debajo del nivel de 2012, a raíz del "estancamiento" de la economía. Datos oficiales reflejan que la inversión en el país cayó 24,6% interanual en el primer trimestre de 2019, cuando la variación negativa del PBI fue de 5,8%.
Así, la inversión representó -en el primer trimestre del año- apenas un 16,9% del PBI. Puesto en perspectiva, sostiene el reporte, el dato del primer trimestre de 2019 no hace más que confirmar la pérdida de dinamismo de la inversión en la Argentina, que arrancó en el largo ciclo iniciado en 2011 y que está detrás del estancamiento del PBI y de la economía desde aquel entonces, con un breve paréntesis en 2017. Para la entidad, este fenómeno delata el mix inadecuado de políticas que se adoptaron, cuando en 2011 comenzó a revertirse parcialmente el boom de commodities del período previo.
El caso de la Argentina es análogo al de Brasil, con crecimiento cero desde 2011 y significativa caída de la inversión, de acuerdo con el reporte. En ambos países la inversión actual se encuentra aproximadamente un 20% por debajo del nivel de 2012, un declive que no se habrá de revertir sin reformas profundas, aseguró la Fundación Mediterránea. Y explicó que el recorrido del volumen de la inversión es distinto en la Argentina que en Brasil, pese a que su caída es similar con relación a 2012.
Mientras, en el país vecino la caída de la inversión ocurrió de forma continua desde un pico en 2013, en la Argentina la inversión amagó una recuperación (en 2017) para luego volver a caer. Es difícil que en una gama importante de sectores económicos argentinos la inversión se dinamice si, tras la frontera, en Brasil existe capacidad ociosa en esas ramas productivas, consideró la entidad sumando nuevos elementos para explicar las razones de esta caída. En ese sentido, resaltó que dada la interconexión de sus mercados, cabe de esperar que las empresas situadas en ambos países reaccionen primero con uso de capacidad instalada ante un envión de la demanda, antes que con nuevas inversiones.
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