Por REDACCION
La Argentina suele estar entre las excepciones en muchos casos. Por mencionar uno importante, y aún más que eso, decisivo para la marcha hacia la pretendida República de transparencia, se encuentra lo sucedido con el "caso Odebrecht", la gigantesca empresa brasileña que en base a coimas y corrupción se convirtió en una de las más grandes del mundo. Al salir a la superficie en Brasil, las pruebas fluyeron a borbotones y las sanciones también, encontrándose en prisión más de 180 personas, entre gobernantes, legisladores, políticos, sindicalistas y empresarios -en cuya lista se encuentra nada menos que el ex presidente Lula-, aunque los efectos trascendieron fronteras.
Una docena de países involucrados, por la participación de Odebrecht en obras públicas de todo tipo, acordaron lo reclamado por la justicia brasileña para tener acceso al contenido de denuncias y declaraciones de los involucrados en el caso, para de tal modo poder avanzar en sus respectivos países con las sanciones correspondientes. La oleada de sanciones fue tremenda, no quedando al margen nadie y significando un avance notable en cuanto a la búsqueda de justicia para poner freno a los actos de corrupción.
Todos adhirieron a la solicitud en cuestión, todos menos la Argentina, donde siempre funciona -más allá de quienes ocupen los cargos- el aparato de protección que se sustenta en el clásico "hoy por ti, mañana por mí". Razón por la cual todo lo relacionado con la actuación de la empresa brasileña en nuestro país -habiendo reconocido el pago de 35 millones de dólares en coimas-, avanza a paso de tortuga, o bien adelanta y retrocede casi al unísono, para que la posibilidad de sanciones se diluya en el tiempo, como tantas veces por no decir siempre, ha ocurrido en nuestro país.
Ese es un caso, al que había que refrescarlo para dejar bien claro como la Argentina se alinea con las excepciones. Otro que tiene cierta similitud y que está mucho más fresco, al menos por los recientes graves acontecimientos que se vienen produciendo, aunque la cuestión venga desde bastante más atrás, es el relacionado con el rechazo por la fuerza que se hace del sistema Uber de coches de transporte personal. Y que ahora terminó por respaldar la Justicia porteña al disponer que las empresas de internet que operan en la ciudad de Buenos Aires bloqueen el acceso de los usuarios a la aplicación y al sitio web de viajes.
En gran cantidad de países, especialmente en Europa, el sistema Uber convive con los taxímetros y remises tradicionales, prestando por otra parte -vale decirlo- un servicio de inmejorables condiciones, con un nivel de seguridad altísimo, no pudiéndose decir absoluto pues siempre puede ocurrir lo inesperado, pero esa es la sensación que tiene el pasajero. El chofer de Uber está identificado, prolijamente vestido, dispuesto total para la ubicación de bultos, conduciendo automóviles modernos y presentados de la mejor manera. Además, su arribo al lugar desde el cual se solicita el servicio, nunca sobrepasa de unos pocos minutos, mientras que el pago en todos los casos se realiza mediante tarjeta, con valor especificado de antemano aun cuando luego se deba hacer un mayor recorrido por desvío de obras o cierre de alguna autopista.
Claro, lo referido sucede en Europa y en unas 400 ciudades de todo el mundo, siendo su avance incontenible. Aquí en cambio, los que ven afectada su fuente laboral y en especial por parte de algunos grupos violentos, atacan a los choferes de Uber, los apalean y tratan de tal modo de retirarlos de la actividad que cumplen, merced a amenazas y el uso de la fuerza. No sería mejor preocuparse por brindar un mejor servicio, más seguro, más barato y sin situaciones inesperadas, para así combatir a Uber con una mejor prestación.
No hace mucho, la seriamente afectada empresa de correos Oca, trató de impedir que desde algunos organismos del Estado se realicen las comunicaciones a través de correos electrónicos en reemplazo del tradicional envío de papel, porque se afectaba su trabajo, en clara disminución. Esto, es querer tapar el sol con la mano, tal como sucede con este enfrentamiento con Uber, que más tarde o más temprano, es el sistema que ofrece mejores condiciones para el transporte.
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