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Editorial Sábado 2 de Mayo de 2020

Armonizar salud y economía

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REDACCION

Por REDACCION

Si en sus orígenes el término "cuarentena" remitía a un período de 40 días, los argentinos hemos superado ya un aislamiento obligatorio de esa magnitud, lo cual permite entender grietas que comienzan a ser visibles en esta decisión gubernamental que se sustenta desde su inicio por la opinión de médicos expertos como mejor receta para enfrentar la pandemia del coronavirus. 

De todos modos, crece sustancialmente la preocupación social por los altos costos económicos que conlleva esta estrategia sanitaria y en la misma proporción el debate sobre si es posible flexibilizar la actividad en distintos rubros productivos que hoy se encuentran encorsetados o con un chaleco de fuerza que les impide moverse, trabajar, facturar y sobrevivir. Ante una crónica de una muerte anunciada, las asociaciones gremiales de comerciantes que hoy tienen sus puertas clausuradas por la cuarentena plantean cada vez con mayor firmeza ante autoridades locales la necesidad de encontrar una salida a este laberinto. El desafío es consensuar una forma de trabajar sin descuidar la salud ante un virus que, si lo dejan, se lleva miles de vidas: las estadísticas son contundentes y a esta altura deberían facilitar el aprendizaje de que las cosas ya no son como dos meses atrás. Hay que aceptar que todo cambió y que deberá permanecer de esta manera por un tiempo largo, quizás hasta finales del año que viendo cuando se estima habrá una vacuna que reduzca la vulnerabilidad de la vida humana ante esta enfermedad. 

En Rafaela los comerciantes vienen, en las últimas semanas, planteando sus pedidos ante las máximas autoridades municipales. Advierten sobre la fragilidad de pequeñas empresas que necesitan cuanto antes oxígeno, ya que no basta el paquete de ayudas lanzado por el Gobierno nacional para garantizar su supervivencia comercial. 

Por ahora se toman decisiones cuyos costos se sentirán con el tiempo. Así lo muestra un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en el que se destaca que la Argentina adoptó muy tempranamente la estrategia más extrema en la prevención por el coronavirus: el aislamiento obligatorio. Con esta medida se prohibió la salida a la calle, salvo para la compra de alimentos y medicamentos, y se implementaron duras medidas de represión legal a personas que circulan por la vía pública sin motivos fundados y esenciales. La medida tuvo un fuerte apoyo, incluso de los medios masivos de comunicación que desplegaron una monolítica campaña a favor del encierro de las personas.

La meta prioritaria de que el sistema de salud no colapse se viene logrando. Es más, tanto los hospitales públicos y privados están prácticamente vacíos. Esto tiene un costado muy negativo porque refleja que se están desatendiendo otros temas sanitarios y porque los prestadores médicos privados están sufriendo un grave problema económico debido a la caída en sus ingresos. El otro aspecto negativo es la caída en los ingresos de quienes tiene prohibido ir a trabajar. El gobierno intenta contrarrestar las consecuencias con más emisión monetaria. Según la información publicada por el Banco Central, se observa que  entre noviembre 2019 y marzo 2020 la oferta monetaria (dinero en efectivo, cuentas corrientes y cajas de ahorro) aumentó a razón de $193 mil millones por mes. Pero sólo en abril 2020 la oferta monetaria se expandió en otros $464 mil millones mientras que las reservas de dólares del Banco Central se mantuvieron en U$S 44 mil millones. Estos datos muestran que la emisión monetaria venía aumentando de manera importante antes del aislamiento.

De acuerdo al informe de Idesa, con la gente confinada y la actividad económica parada, el ritmo de la emisión monetaria más que se duplicó. La mayor parte de esta masiva emisión no es por aumento de las reservas (que se mantienen constantes) sino para cubrir el déficit fiscal.

Desde el punto de vista infectológico, es decir tomando como referencia la cantidad de contagios, el aislamiento viene siendo exitoso. Desde el punto de vista sanitario, productivo y social es un fracaso. Por un lado, porque se está provocando el agravamiento de muchas enfermedades existentes que son desatendidas y se están generando nuevas enfermedades producto de la inactividad física y en la salud mental de la gente. Por el otro, porque la parálisis productiva tiene impactos sociales muy negativos.

El gobierno trata de que el confinamiento no impacte sobre los ingresos de la gente apelando a la emisión monetaria para pagar salarios públicos, jubilaciones, la asistencia social y apoyar a las empresas para que continúen pagando los salarios. Se trata de una opción muy atractiva desde el punto de vista político, pero lamentablemente muy inconsistente. La emisión monetaria no genera más bienes y servicios. Si con emisión monetaria se sostienen los niveles de ingresos, pero la oferta de bienes y servicios cae, la inflación recrudecerá. 

En otras palabras, Idesa sostiene que las familias más humildes pagarán un doble sacrificio con el confinamiento: la pérdida de ingresos por no poder ir a trabajar y la pérdida en el valor real de los magros ingresos que le quedan por la mayor inflación.





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