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Editorial Domingo 29 de Julio de 2012

Armas y matanzas

Ni siquiera el reciente episodio en un cine que costó 12 vidas, hace que se abra la posibilidad de controlar las armas en manos de civiles en Estados Unidos.

Redacción

Por Redacción

Aunque el recientemente suceso ocurrido en la población de Aurora (Denver) ha sido uno de los más graves, con lamentable saldo de 12 personas muertas y más de 50 heridas que sólo habían concurrido a una sala de cine a presenciar el estreno de la última película de la serie de Batman, donde fueron baleados a mansalva, esta clase de episodios a cargo de desequilibrados mentales son muy frecuentes en los Estados Unidos. Colegios, Oficinas del gobierno, e incluso Iglesias, han sido sitios elegidos por esta clase de sujetos para asesinar a quien se les cruce por delante, personas que ni siquiera conocían.

El estadounidense es un pueblo armado, en muchos casos con los elementos más sofisticados, a los que se tiene libre acceso de compra en las armerías, las que son numerosas en todas las ciudades, e incluso pequeños pueblos. La segunda enmienda de la Constitución les permite a los ciudadanos de ese país la portación de armas, siendo allí algo considerado prácticamente habitual, al extremo que se considera que es una alternativa de mayor seguridad, aunque los desenlaces de esta clase de tiroteos lo contradigan en forma contundente.

Tras esta nueva matanza en Denver, que conmovió al mundo por sus características, los alegatos de las organizaciones que reclaman el control del armamento en manos civiles, tuvieron una muy tibia repercusión. Incluso el presidente Barack Obama, que visitó el lugar y se mostró conmovido hasta las lágrimas, se mostró partidario de salvaguardar el derecho constitucional a la posesión de armas, con lo cual la conservadora Asociación Nacional del Rifle, no hizo otra cosa que ganar terreno luego de este terrible episodio.

El estar en favor o en contra de las armas en manos de la gente común, es en definitiva una cuestión política. Desde siempre, o mejor dicho desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos fue el único de los países participantes en la conflagración bélica que otorgó el permiso constitucional a sus habitantes de poder armarse. Es que, siempre existió allí un exacerbado temor por el comunismo, con lo cual se supuso que el estar armados le otorgaba a su población un elemento de defensa. Lo cual, indudablemente, resultó una forma de ver las cosas absolutamente equivocada, ya que el comunismo disponía de otras maneras de infiltración -que no lograron prosperar sin embargo-, en tanto que su población cayó en un estado de exaltación por las armas, y por supuesto el uso de las mismas, que los llevó a esta clase de desenlaces, ligados estrechamente al terror y la locura.

Pero además de los políticos, ya que la mayoría de la población prefiere contar con la chance de tener armamentos en su propia casa, existen también los intereses económicos, que son muy fuertes y que muchas veces superan toda clase de contenciones orientadas en la prudencia y en el resguardo de la vida humana. Por algo Estados Unidos es el mayor productor y vendedor de armas en el mundo, tanto desde el marco legal como el ilegal, sirviéndose entonces para sostener esa floreciente industria, que el propio pueblo respalde esta actividad.

Se produjeron sin embargo muchos altibajos entre los estadounidenses respecto al armamentismo, como al comienzo de los años 90, cuando una encuesta de Gallup sorprendentemente daba al 78% de la población reclamando leyes más estrictas, con apenas el 19% apoyando que continuaran las normas permisivas, pero ya en 2004 el apoyo a leyes más rigurosas se redujo al 54%, mientras que en 2011 la situación se había invertido -tal como fue casi siempre, salvo este breve lapso mencionado- con 43% por mayor control de armas y 55% en favor de la portación al alcance de todos.

Tener una población armada no sólo provoca esta clase de sucesos trágicos, sino también impacta en los hechos delictivos, con mayor nivel de violencia y uso de armas, aunque en este último caso la tasa disminuyó en los últimos años, lo cual no hace otra cosa que respaldar la posición de quienes están en favor de dejar en libertad a las personas para que se armen a su antojo. La argumentación para leyes más estrictas se vuelve en consecuencia cada con menor sostén, y por lo tanto complicado el suponer que alguna vez se logre ese objetivo.

En un debate por TV posterior a la matanza en el cine un diputado republicano, muy suelto, se preguntó si no había nadie en el cine que estuviera armado para aniquilar al tirador. Es decir, una plena identificación con la ley de la selva, que todo el mundo vaya armado.

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