Por Redacción
Días atrás, luego de los dos terribles temporales de comienzos de año, este Diario publicó un editorial titulado "Ajustar el arbolado", enfocando directamente un tema que ganó no sólo la agenda pública sino también de la gente, por toda la destrucción y peligro que significó la caída de muchísimos de esos ejemplares gigantescos, y también su ramaje.
Dos fueron entonces las puntualizaciones centrales, siendo una de ellas la forma de realizar la poda al objetarse no hacerlo con la parte del follaje en altura y por lo tanto alcanzado niveles exagerados, facilitando ser víctimas del viento -más en el caso de ambos temporales donde la velocidad fue de 110 kilómetros en el primer caso y de 85 kilómetros en el segundo-, más todavía teniendo en cuenta el recorte de las raíces de tales ejemplares por el daño que provocan en veredas, pavimento, adoquinado o cañerías de desagües, lo cual les resta sustento para sostenerse en pie frente a tales embates. La otra cuestión, prácticamente respondida en el párrafo anterior, la de renovar totalmente la arboleda en las calles, avenidas y bulevares de la ciudad, especialmente al tratarse de esos árboles gigantescos, que vienen de otras épocas, cuando no existía un criterio definido en la elección de ejemplares, debiendo tener algunas características bien precisas como raíces sustentables pero no destructoras de todo lo que existe a su alrededor, buen follaje y a la vez mantenerlos en una altura adecuada para que no sean un serio inconveniente para los cables, y finalmente, que sus flores o frutos no sean una alteración seria para la suciedad -aquí puede decirse que hay árboles de mora, con todo lo que significa para quien los tiene frente a su vivienda-, o la salud de las personas, como por ejemplo las esporas y la cantidad de polen de los plátanos, cuyas partículas causan en quienes tienen alergia síntomas de rinitis, conjuntivitis y hasta asma.
La discusión, sostenida en diferentes posicionamientos y argumentos, se encuentra en vigencia, habiéndose hecho públicos pareceres absolutamente diversos, y por lo tanto, seguramente enriquecedores para llegar a una decisión sobre el futuro del arbolado de la ciudad.
Una nota reciente de este Diario dio cuenta que el ejido urbano perdió en tres vendavales, el de abril del año pasado y los dos de inicio de este año, cerca de 2.000 ejemplares -entre derrumbados, dañados seriamente, o bien los que se fueron extrayendo por el municipio para ser reemplazados-, lo cual obliga también a profundizar el análisis de situación, para asegurar en la mayor medida posible los ejemplares que se vayan plantando en toda la ciudad, ya que la mayoría de los destruidos fueron ejemplares de gran tamaño, exagerados para la zona urbana.
Lo hemos planteado muchas veces y lo reiteramos ahora, de ninguna manera estamos en contra de la naturaleza, que nos proporciona la posibilidad de contar con una forestación que debe ser muy cuidada y conservada, pero en los lugares que corresponde. Tal vez, por cada ejemplar que se extraiga habría que plantar dos, o quizás tres, como forma de sentar un principio y objetivo absolutamente claro. Una ciudad con mucho verde es una ciudad con vida, por el oxígeno que nos dan los árboles, por su sombra y también por su belleza, pero cuando esos mismos ejemplares se convierten en un motivo de riesgo, entonces la evaluación debe incorporar también muchos otros elementos.
Tras los daños de estas últimas tormentas, luego de algunas primeras evaluaciones de parte de las autoridades, se recordó desde el ámbito ministerial del gobierno de la provincia que se encuentra en vigencia la ley número 9.004 de arbolado público, la cual establece que todas las actividades referidas a la poda o extracción se encuentran prohibidas, debiendo ser autorizadas por las autoridades de aplicación, quedando bien claro que el vecino no puede intervenir en el arbolado, ya que todo responde a una planificación que debe ser presentada antes del 1° de marzo de cada año, aunque se especificó que "desde el Ejecutivo provincial se impulsará una gestión integral del arbolado, de manera de hacer compatible la seguridad de las personas y la conservación de la masa forestal".
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