Por REDACCION
En ocasión de su segundo año de pontificado, el papa Francisco anunció el viernes último un jubileo extraordinario o año santo para conmemorar el Concilio Vaticano II (1962-1965), una señal de su voluntad de reformar a la Iglesia Católica.
El denominado "año santo extraordinario" se celebrará del 8 de diciembre de este año al 20 de noviembre del 2016 y será dedicado a la "misericordia", es decir al perdón de Dios, tema clave de su pontificado.
El evento, entre los más solemnes de la Iglesia, fue anunciado por el pontífice argentino desde la Basílica de San Pedro y adquiere particular importancia porque insta a la institución a proseguir con las reformas pese a las fuertes resistencias internas que encuentra. "Dios perdona todo y siempre", recordó el Papa, cuyo anuncio fue recibido por aplausos.
Durante el último jubileo del 2000/2001 decretado por Juan Pablo II cerca de 30 millones de peregrinos visitaron Roma. En el curso de la historia han sido celebrados 26 años santos. En el siglo XX fueron proclamados dos jubileos extraordinarios: en 1933 y 1983.
Según la tradición, el año santo es un tiempo en que la Iglesia concede indulgencias (es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa) a los fieles que cumplen determinadas condiciones y se inspira del año jubilar de los israelitas mencionado en el Antiguo Testamento.
El jubileo ordinario tiene lugar cada 25 años. El año santo se iniciará con la apertura oficial de la llamada "puerta santa", un rito especial marcado por la destrucción con un martillo del muro con el que suele ser sellada una entrada lateral de las basílicas. La puerta se abre sólo en esa ocasión y los fieles suelen atravesarla para obtener la indulgencia plena.
"He pensado a menudo en cómo la Iglesia pueda hacer más evidente su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por eso he decidido convocar un jubileo extraordinario que tenga en su centro la misericordia de Dios", explicó Bergoglio.
Además de la puerta de la Basílica de San Pedro, serán abiertas las de las basílicas de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María Mayor, ubicadas en la ciudad de Roma.
El rito de la apertura expresa simbólicamente el concepto que, durante el tiempo jubilar, se ofrece a los fieles una "vía extraordinaria" hacia la salvación, explicaron fuentes religiosas. La Iglesia inició la tradición del año santo con el papa Bonifacio VIII, en el año 1300, quien previó la realización de un jubileo cada siglo.
"Todos debemos dar consuelo a todo hombre y a toda mujer", dijo el Papa, quien decidió abrir el jubileo el día en que se clausuró el Concilio Vaticano II, el 8 de diciembre de 1965.
Medio siglo después de esa importante asamblea que modernizó a la Iglesia, la institución se encuentra de nuevo dividida ante temas cruciales: uso del preservativo, celibato obligatorio, pareja de homosexuales, sacramentos a los divorciados, entre otros.
Alguno de esos temas serán abordados en octubre próximo durante el Sínodo de la Familia (continuidad del realizado en 2014) y el éxito de esa asamblea de obispos de todo el mundo, que el Papa preparara meticulosamente, se anuncia lleno de desafíos.
La voluntad reformista de Francisco suscita serios conflictos entre los más conservadores del Vaticano, algunos de los cuales esperan "mirando el reloj" a que termine el pontificado, según comentó el vaticanista Marco Politi, autor del libro "Francisco entre los lobos".
La decisión de anunciar un jubileo extraordinario tan solo dos años después de su elección en 2013 refleja también una suerte de afán de Francisco de 78 años por acelerar su misión. "Yo tengo la sensación de que mi pontificado va a ser breve. Cuatro o cinco años. No sé, o dos, tres. Bueno dos ya pasaron", confesó en una entrevista concedida a la corresponsal de Televisa (México), Valentina Alazraki, difundida anteayer.
En ese encuentro, Francisco reiteró que está empeñado en cambiar a la curia romana, la maquinaria central, para que deje de ser una "corte" y se transforme en "un grupo de trabajo, al servicio de la Iglesia".
El teólogo argentino Carlos Galli, que conoce bien a Francisco, opinó la adhesión al proyecto "reformador y misionero" del Papa, mencionando que hay tres grandes grupos eclesiásticos: "franciscanos" (apoyan al Papa), "antifranciscanos" (rechazo) y otros que "franciscanean" (con dudas).
Este nuevo jubileo que nos regala la Iglesia es una invitación a la conversión personal y comunitaria para recibir la gracia de la indulgencia a través de la misericordia divina, a la que tanto insiste Bergoglio.
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