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Editorial Sábado 9 de Abril de 2011

Amazonas amenazada

Los dos últimas sequías y el avance incontenible de la deforestación, amenazan a la cuenca del Amazonas, otrora "pulmón del mundo".

Redacción

Por Redacción

Desde siempre, la cuenca del Amazonas fue conocida como "el pulmón del mundo", por su potencialidad en cuanto a la producción del oxígeno suficiente como para sostener a casi todo el planeta, pero en la actualidad está en camino de dejar de serlo, ya que de esa manera lo indica un estudio que encargó la NASA, sostenido en informaciones satelitales.

Ese trabajo muestra un claro y contundente decaimiento del verdor de casi toda la región del Amazonas, agravada considerablemente por la gran sequía de 2010. Es que este efecto, sobre una zona selvática como la del Amazonas, es muy grave, tratándose de un lugar muy sensible a la falta de lluvias, el cual viene recibiendo además -y desde hace muchas décadas- un arrasamiento de sus bosques por el incontenible avance de la industria maderera y de la agricultura, donde las zonas sojeras amplían su extensión en forma vertiginosa. Tanto es así que desde el año 2000 hasta este momento, el Amazonas perdió 165.000 kilómetros cuadrados por la deforestación realizada por el hombre.

De todos modos, más grave aún es la falta de humedad, ya que está demostrada la seria afectación de toda esa región selvática por la carencia de lluvias, tal como queda en evidencia por lo acontecido en forma bien reciente, es decir, con la sequía del año pasado, que fue una de las peores de las últimas décadas. Es firme estimación que la combinación de falta de precipitaciones y el mayor estrés derivado por el calentamiento global, los bosques tropicales irán convirtiéndose en zonas de sábanas semiáridas.

Todo va convergiendo para que la situación empeore, ya que este proceso, que no se sabe bien si es consecuencia o causa de los afectos negativos pues todo va encadenándose en forma sostenida hacia el deterioro generalizado del planeta, provocaría la liberación hacia la atmósfera de las grandes reservas de dióxido de carbono atrapadas en la selva -se estima que unos 100.000 millones de toneladas-, lo cual aceleraría en forma notable el calentamiento global. Es decir, y resumiendo, todo va acelerándose hacia un enorme deterioro del hábitat de la raza humana, la cual observa impávida y sin reacción para tomar las medidas que correspondan, o al menos intentarlo.

Ya existía un antecedente bastante reciente sobre la nefasta acción de la sequía, por lo sucedido en 2005, cuyo impacto mayor tuvo lugar en la parte sudoeste de la cuenca del Amazonas, advirtiéndose entonces cómo la sequía en combinación con el calentamiento global provocó una elevada tasa de mortalidad de árboles, incrementando la vulnerabilidad de los bosques a los incendios.

Si bien aquél fue un antecedente a tener muy en cuenta, no alcanzó la magnitud de lo sucedido en 2010, cuando la pérdida de masa selvática fue varias veces mayor que cinco años atrás, con lo cual queda en evidencia que estos fenómenos que van deteriorando progresiva y sostenidamente la cuenca amazónica, son cada vez más frecuentes.

Este trabajo fue realizado a lo largo de una década mediante el uso de satélites meteorológicos, permitiendo medir lluvias en cantidad de milímetros hora a hora, con imágenes cuyo procesamiento permitió filtrar las nubes y tener de esa manera datos sumamente ajustados a la realidad, que no fue otra cosa que muy pesimista en mérito a los resultados acumulados.

De acuerdo con el trabajo, la sequía de 2010 en cuanto a déficit de agua, afectó un área 1,65 veces más amplia que la de 2005, lo cual sería 5 millones de kilómetros cuadrados, en tanto que la reducción de la vegetación verde fue cuatro veces más amplia, extendiéndose por 2,4 millones de kilómetros cuadrados. Una muestra de la situación existente queda muy claramente expuesta al decir que el nivel del río Negro, en el puerto de Manaos, tiene hoy el más bajo registro desde 1902, constituyendo un claro indicador pues ese río recoge todas las lluvias del sector oeste de la cuenca amazónica.

La gran preocupación de los científicos es que esta gran pérdida de  fotosíntesis de la vegetación amazónica puede terminar acarreando una alteración del ciclo global del dióxido de carbono, ya que el Amazonas explica un 15% de la producción anual en todo el mundo.

Si bien luego de estas sequías las lluvias volvieron a sus ciclos normales, los daños que provocaron aquellas tardarán mucho más tiempo del previsto para recuperarse, consecuencia del calentamiento global.

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