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Editorial Domingo 19 de Octubre de 2014

Alimentos y futuro

Hoy hay hambre en el mundo y en 2050 con 9.000 millones de personas, la incertidumbre es muy grande.

REDACCION

Por REDACCION

De acuerdo con datos publicados por las organizaciones para la alimentación de las Naciones Unidas, es decir la FAO, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Mundial de la Salud, sobre la seguridad alimentaria en el presente 2014, hay millones de personas que casi no tienen que comer, en tanto que otros miles de millones no pueden acceder a los nutrientes necesarios. Y aún más contundente, 162 millones de niños tienen serios problemas de crecimiento debido a una alimentación pobre, dejándose constancia que el 97% de esos chicos viven en países en desarrollo, pero además y según lo informó la OMS, hay actualmente 2.000 millones de personas que sufren deficiencias de hierro, y más de 250 millones de niños tienen deficiencias de vitamina A.

Ese es, a grandes trazos, el muy complicado panorama que tiene el mundo y sus habitantes, lo cual echa por tierra con algunas evidencias de progreso que se habían venido difundiendo desde diversas organizaciones. Es que, más allá del pretendido objetivo de ocultar o disimular el problema, hay una gran parte de la población del planeta que está seriamente afectada por la alimentación, en parte por la directa falta de la misma, y en otras por la inadecuada dieta en cuanto a la cantidad de nutrientes. Es que en este último caso, las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras, en especial para los niños, que en tales condiciones suelen afrontar serias dificultades en sus actividades escolares, lo que suele significarles en gran cantidad de casos una carga que llevarán toda la vida.

Si esta perspectiva es comprometida, aún más lo será en el futuro, pues para 2050 se estima que la población mundial será de 9.000 millones de personas, lo que dejará por delante desafíos muy importantes, como que cada habitante tenga acceso a una alimentación nutritiva, pero sin que ello signifique diezmar los recursos naturales del planeta.

El actual sistema agrícola es calificado de ineficiente, pues se siguen arrasando bosques naturales para conseguir la expansión, lo cual tiene un impacto del 12% en el recalentamiento global. Y tanto o más grave, es también los 2.000 millones de toneladas de alimentos que son desechados, ya que nunca irán a las mesas de los consumidores por una larga serie de motivos, siendo prácticamente la mitad de todo lo que se produce, constituyendo una verdadera sinrazón del género humano, que confirma con esto su condición destructora.

El cambio climático, consecuencia del recalentamiento global, tiene un fuerte impacto en los alimentos, pues transforma el rendimiento de los cultivos, elevando los precios y por lo tanto los índices de inseguridad alimentaria. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard reveló que el aumento de los niveles de dióxido de carbono provoca una muy alta reducción de los nutrientes de los alimentos básicos, lo cual hace que cultivos como trigo, arroz y soja -fundamentales en la alimentación- sean mucho menos nutritivos.

Un dato realmente revelador de lo que se nos viene, es que de mantenerse las actuales tendencias climáticas y socioeconómicas, en 2050  puede incrementarse diez veces la cantidad de niños desnutridos en el continente africano, que siempre ha sido el más desfavorecido.

Si no se actúa correctamente, se está frente al riesgo que tanto la pobreza como el impacto climático se retroalimenten entre sí, lo que sería una de las perspectivas más negativas. Es que las comunidades más pobres son las que están sufriendo ahora y mucho más en el futuro, las peores consecuencias. Uno de los puntos por resolver, es que el nivel de necesidades hace que muchos países utilicen sus recursos no renovables para resolver la emergencia, aunque hipotecando seriamente su futuro inmediato.

Se apunta como una salida posible, como camino alternativo, el otorgar respaldo a los pequeños agricultores para que dispongan de la posibilidad de cultivar, vender y consumir alimentos más nutritivos, transformando tierras degradadas en campos productivos.

A lo que se apunta es no sólo a tener una expansión del volumen de la producción de alimentos, sino a que los mismos sean lo suficientemente nutritivos para mejorar las condiciones de salud y el desarrollo de los niños, que son siempre los más afectados.

La solución posible está en la unidad de empresas, sociedad y gobiernos, ya que es imposible hablar de hambre en el mundo sin solucionar el cambio climático.

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