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Editorial Domingo 16 de Junio de 2013

A todos los padres

En este Día del Padre, la oportunidad es propicia para destacar a una figura clave de la institución familiar.

REDACCION

Por REDACCION

El de hoy es un domingo especial, el tercero del mes de junio, establecido para la celebración del Día del Padre. Sin dudas, una compleja tarea, que tiene su comienzo en el mismo momento que se produce la transmisión de la sangre al hijo, conformando una unión inseparable, la cual en muchas oportunidades es puesta a la más severa de las pruebas, invariablemente logrando superar esas invisibles barreras. Es la vida misma la que muchas veces pone a prueba este vínculo, el que justamente consigue fortificarse frente a estas circunstancias.

Ambos, padre e hijo, están necesitados uno del otro. De tal modo hoy, en una fecha clave como el festejo del Día del Padre, es cuando deben aflorar los más puros sentimientos, sea para consolidar afectos o para superar desencuentros, debiendo ser el verdadero espíritu que sobrevuele el clima de esta jornada, y aunque resulte reiterado, vayan desde aquí los más sinceros deseos, para que todos los días del año prevalezca este mismo sentido espiritual, mucho más allá del materialismo que se le pueda asignar al acontecimiento.

Es el de hoy, uno de esos días especiales en que se reúne toda la familia en torno de una mesa, donde el afianzamiento de los afectos y del respeto, están muy por encima de la oferta gastronómica, que finalmente es apenas una de las justificaciones para esta clase de encuentros. El valor de la familia unida, un ente que es fundamental para el sostenimiento de la sociedad y el vivir con objetivos importantes, seguramente encuentra hoy en el Día del Padre una razón esencial para destacar estos conceptos, y mucho más que eso, para hacerlos realidad.

Y es ahí entonces donde el padre estará encabezando esta clase de encuentros familiares, rodeado de todos los componentes de sus afectos, y especialmente de sus hijos, aprovechando una oportunidad más que propicia en la cual se deberán reafirmar todos los atributos que lo convierten en el responsable de la unidad que debe prevalecer en todo el conjunto. Es que, tanto de su comportamiento, que se traslada al ejemplo, como su figura, está pendiente el espíritu del cual se nutren sus descendientes.

Se viven en este tiempo momentos difíciles, que reclaman de sostenidos esfuerzos, no sólo en la proporción de la asistencia material, sino también la espiritual, que frente a muchas declinaciones en la cultura de los valores y los principios, le corresponde justamente al padre -en un rol que también por cierto comparte la madre- la búsqueda en la recomposición de ciertos elementos y en el afianzamiento de otros de similar contenido. Razón por la cual, esa figura paterna cargada de ternura, muchas veces debe transformarse en adusta y cargada de energía, para implementar una disciplina que el padre debe mantener encausada dentro de los principios elementales de la convivencia.

En reiteradas ocasiones, precisamente por ese trajín al que nos vemos sometidos en una época de turbulencias, y por lo tanto de exigencias cada vez mayores, la figura del padre puede erróneamente llegar a experimentar una pérdida de consideración, si bien siempre, y por lo tanto sobre todas las cosas, debe indefectiblemente recobrar el valor que tiene dentro de la estructura familiar, merced a un rol que se hace insustituible.

Puestas las cosas en ese lugar, se hace necesario comprender, y sin demora obrar en consecuencia, para que la imagen del padre, de tal manera dispuesta por Dios y así consagrada por la moral para cubrir la función que se comprende dentro de la institución familiar, disponga de todo el amplísimo reconocimiento que merece.

El padre será entonces el gran homenajeado de este domingo, seguramente con una mesa familiar generosamente tendida, con obsequios, pero por sobre todas las cosas el mejor y más valorado de los regalos que recibirá será el amor y el reconocimiento de los suyos, en especial sus hijos, que seguramente rescatarán y valorizarán más que nunca, su conducto y su ejemplo. Para quienes ya no lo tengan físicamente, pero sí en plenitud en el recuerdo, el homenaje será similar, ya que la figura de ese padre ausente en la materia pero presente en el espíritu, estará sobrevolando el encuentro familiar. 

Para todos los padres en su día, la más fuerte de las felicitaciones, con el deseo que disfruten del afecto y del homenaje que le hará su familia. Sin dudas, el más valioso de los regalos.

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