Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Deportes Viernes 19 de Julio de 2024

Son más poderosas sus lágrimas que sus goles

Messi extendió su racha triunfal con la Selección argentina al liderar a sus compañeros en la conquista de una nueva Copa continental. Pero esta vez su influencia fue más emocional e inspiradora que futbolística.

Agrandar imagen CAMPEÓN VULNERABLE. En el partido decisivo de la Copa América entre Argentina y Colombia, Lionel Messi fue sustituido a los 18 minutos del segundo tiempo debido a una lesión, acto seguido rompió en ll
CAMPEÓN VULNERABLE. En el partido decisivo de la Copa América entre Argentina y Colombia, Lionel Messi fue sustituido a los 18 minutos del segundo tiempo debido a una lesión, acto seguido rompió en ll Crédito: FOTO X@SELECCIÓN

Por Néstor Clivati

Este es un tiempo para atesorarlo como ningún otro en la historia del deporte de nuestro país, es tan obvio como legítimo que sea el fútbol el deporte que lo protagoniza; la era Scaloni, cómo corresponde catalogarla, ya que excede lo de un tiempo fecundo en títulos o un ciclo de alineamiento planetario, sigue ofreciendo capítulos formidables ya que a fuerza de hazañas a cuál más emotivas, difunde moralejas y enseñanzas que exceden su órbita lúdica.

Cada objetivo convertido en trofeo ofreció imágenes inéditas por los contextos o por la nobleza de los caminos que se recorrieron hasta alcanzarlos, pocas veces lo acompañó un respaldo unánime entre los aficionados y la prensa, acaso esta última estrella conseguida en Estados Unidos, fue precedida por un voto de confianza mayoritario, pero en los anteriores periplos, esa confianza la sedujo el manual de principios de un equipo renovado en algunos casos y refundado en otros.

Dice Jorge Valdano “un equipo representa una filosofía de vida” y en el caso de La Scaloneta, tal definición se ajusta al talle de lo que venimos analizando y disfrutando desde hace casi un lustro. Ese sentido del obrar humano es compatible con las características colectivas y también individuales de los protagonistas de estas historias apasionadas; hasta aquí, cada una tuvo una fisonomía distinta pero un latido común. Ninguno de los equipos campeones fue estrictamente similar al otro y esos matices fueron los que los apartan de los antecedentes y las comparaciones, aunque estas sean inevitables y porque no, en ciertos casos, pertinentes.

El campeón del Maracaná tuvo el acento en la épica que la pandemia le acuño y en la consagración primera de Lionel Messi, hasta allí, insólitamente desapegado con la albiceleste, esa Copa América, además, presentó en sociedad jugadores desconocidos que empezaban a escribir una nueva historia como el caso de Emiliano Martínez, Leandro Paredes o Nico Tagliafico y exorcizaba definitivamente a Ángel Di María, quién se transformaría en una gran leyenda albiceleste por sus goles memorables y oportunos.

Ese torneo en Brasil le extendió un pasaporte comunitario a Lionel Scaloni y blindó su autoridad de tal manera, que hasta nuestros días perdura sin que tal prebenda, sea maltratada por actitudes presuntuosas.

Ese souvenir que significó ganarle a Italia la Finalissima en el mítico Wembley inglés ante 40.000 argentinos, y después de una verdadera clase magistral, amplificó las bondades de un equipo que mostró renovados recursos y aportes determinantes en el juego de aquellos más experimentados a los que se los consideraba acabados, en otra prueba de resiliencia para nada casual, ampliando el crédito de un equipo técnico al que el mundo del fútbol comenzaba a mirar con cierta perplejidad.

Doha fue un examen severo por el peso de la camiseta y ese perfil que fue in crescendo a medida que ese equipo juntaba millas y elogios por el delicado equilibrio que evidenciaba entre los históricos y esa incipiente renovación, que fue encontrando un lugar gravitante a medida que el torneo requería de su frescura y atrevimiento.

Ese modelo que terminó levantando la última Copa del Mundo en Lusail tuvo un sello diferente apoyado en valores como la solidaridad y el espíritu amateur, en el cual Leo Messi encontró cobijo para agregarle valor a un plantel que trabajó inteligentemente para que el Capitán brillara y en el que los más jóvenes se reflejaran; esos nombres que ahora levantan la bandera como Cuti Romero, Enzo Fernández, Alexis Mac Callister y Julián Álvarez le dieron una impronta a esa Selección que solo estaba en la cabeza de Lionel Scaloni, quien tomó riesgos y cuyos resultados los apuntalaron para desafiarlos exitosamente.

Todo lo que sucedió después hasta la nueva consagración, en este caso frente a Colombia, le agregó una pátina de fortaleza cuando todo parecía que se derrumbaba en la búsqueda de nuevos incentivos, para que esa llama no se apagara; el técnico también pudo superar su propia crisis de confianza o de esas energías no renovables a las que aludió en su amago de renuncia.

Esa señal confusa primero y luego rotunda de responsabilidad y pertenencia en tanto líder, terminó de modelar su espíritu y sus convicciones para continuar convenciendo a propios y extraños de una autoría que por estos tiempos resulta incuestionable.

La cuarta estrella también tuvo luz propia y momentos inéditos por lo dramático de la definición y las consecuencias de una verdadera batalla ante los Cafeteros. La imagen de Leo Messi atribulado por una lesión que lo sacó de la final y le impuso una condición de espectador de lujo, acongojado por la impotencia y asaltado por los fantasmas de un retiro prematuro, no contemplado al menos por sus pronósticos, le agregaron esa cuota de teatralidad de la cual carecieron las anteriores finales.

Ahora el destino le tenía reservado a Lautaro Martínez el grito final de otro título o a Lisandro Martínez un capítulo consagratorio y al Dibu, en ese camino firme hacia la cima de la idolatría, el mismo día que Ángel Di María anunciaba el cierre de su periplo albiceleste, en medio de abrazos y lágrimas de un equipo menos brillante y más humano, con un capitán escasamente gravitante y por qué no, vulnerable. Sin embargo, y como parece suceder en este ocaso de su carrera, ahora sus lágrimas son más poderosas que sus goles.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa
Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso