Por Néstor Clivati
En otros trabajos para esta sección repasamos las masivas presencias de hinchas argentinos en los mundiales, detalles que ya no sorprenden o no deberían, después de varias muestras de pertenencia y ahínco en lugares remotos del planeta; no obstante estos frescos antecedentes, sí deben destacarse en la previa de otro señuelo detrás del cual viajarán miles de compatriotas, el que tiene relación con los elevados costos que implica llegar a la península arábiga, comparativamente con otras sedes como nuestro continente, África o el este europeo, tal el caso de Rusia en 2018.
Si tomamos en cuenta el promedio de servicios como alojamientos, aéreos y precios de las entradas, el paquete lejos está de acercarnos a concretar ese objetivo de alentar al equipo de Scaloni, las cifras en muchos casos se convierten en disparatadas y tienen un vínculo más cercano a lo fastuoso de la vida en ciudades como Doha que los estándares del resto del mundo; ya no solo los que intentan adquirirlos desde esta desdichada economía, sino también de países cuyo promedio de ingresos es largamente superior a los de Argentina, sin embargo el detalle que a continuación se describe, deja pasmado al más optimista.
A menos de 100 días para el inicio del espectáculo más grande de la Tierra, se han vendido un total de 2,45 millones de entradas. La primera Copa Mundial de la FIFA™ que se celebrará en Oriente Medio y el mundo árabe comenzará el 20 de noviembre y reunirá a aficionados de la región y de todo el mundo en un entorno compacto y moderno, con Qatar, EE. UU., Inglaterra y Arabia Saudí, México, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Argentina, Brasil y Alemania lideran el ranking de venta de entradas por país de residencia. Solo en el último período de venta, que se extendió del 5 de julio al 16 de agosto, cuando los aficionados pudieron comprar entradas por orden de llegada a través de FIFA.com/tickets, se vendieron un total de 520.532 entradas. La mayor cantidad de boletos asignados fueron para partidos de la fase de grupos como Camerún vs. Brasil, Brasil vs. Serbia, Portugal vs. Uruguay, Costa Rica vs. Alemania y Australia vs. Dinamarca. Los fanáticos que viven en Qatar, Arabia Saudita, EE. UU., México, los Emiratos Árabes Unidos, Inglaterra, Argentina, Brasil, Gales y Australia lideraron el camino, y las filas digitales, al asegurar la mayor cantidad de boletos.
Se alienta a los fanáticos que ahora tienen la confirmación de uno o más partidos en su cuenta de boletos de FIFA a comenzar a planificar su viaje lo antes posible reservando su alojamiento , si viven fuera de Qatar, y solicitando su Hayya (la identificación de fanático para el torneo ). ) a través de qatar2022.qa o la aplicación Hayya to Qatar 2022 (disponible en iOS y Android ). Una solicitud Hayya aprobada, junto con una entrada válida para el partido, otorgará a los espectadores acceso a los estadios, brindará entrada a Qatar para los fanáticos internacionales y ofrecerá transporte público gratuito los días de partido, junto con una serie de otros beneficios.
¿POR QUE CUESTA TANTO ALOJARSE EN DOHA?
Doha, la capital qatarí, es un oasis en medio del desierto. Toda artificial, de casas color crema y edificios que acarician las nubes, se expande hacia los cuatro puntos cardinales. Pero, sobre todo, hacia arriba. Su microcentro es de ciudad estadounidense: largas avenidas, ínfimas veredas y sendas peatonales que no suelen respetarse. En este emirato que reposa sobre el Golfo Pérsico es más común tener un auto que ver a un nativo: apenas el 10% de los casi cuatro millones de habitantes estables nacieron aquí. A fin de año, esta torre de Babel tendrá aún más visitantes ilustres, ya que el gobierno espera 1,3 millones de hinchas del fútbol. Serán los peregrinos del Mundial. El primero de la historia en una sola ciudad. Así de excéntrico. Los brazos de Doha son importados. El país se hace con inmigrantes. Bangladesíes, indios y pakistaníes manejan taxis o trabajan para las aplicaciones de pasajeros. Pueden llegar a hacer unos 2000 dólares por semana. Muchos compatriotas suyos trabajaron en la construcción de los estadios que albergarán los partidos de la Copa del Mundo. La ONG Amnistía Internacional habló de “miles de obreros fallecidos” durante los trabajos; el diario inglés The Guardian cifró el número de víctimas en 6.500. Qatar niega las cifras y, al hablar sobre el tema, asegura que el número informado tiene en cuenta múltiples motivos para el fallecimiento de los obreros, y alega que no están directamente relacionados con las obras.
A golpe de vista, Doha está en obras. Tiene un bulevar costero, que serpentea el golfo. El alumbrado público se asemeja a una palmera, típica de esta parte del mundo. Y hay una construcción granítica que parece una tribuna de seis o siete escalones. Con un palco oficial. Sí, en plena avenida. Todos los 18 de diciembre se realiza allí el desfile por el Día Nacional de Qatar. “Lo mandó a construir el emir”, dicen en la capital, en un inglés casi improvisado. Esa avenida, Corniche, funciona como la costanera porteña. De un lado, el mar, con playas de arena blanca y el puerto a lo lejos. Del otro, moles de cemento que miran al oriente y se calientan cuando el sol despierta.
Es probable que el gigantesco volumen de negocios que la máxima organización de este deporte ha tejido en los últimos tiempos con los capitales árabes, haya desplazado al sentido común al momento de confirmar la organización de semejante evento, en una ciudad pequeña si la comparamos con las mega capitales donde se han disputado todos lo mundiales hasta aquí y que además contaron con un criterio itinerante de partidos que se pautaron a su vez, en distintas sedes de esos países, por ejemplo, el próximo Mundial se jugara en la geografía de un continente, el que componen Canadá, Estados Unidos y Méjico, respondiendo de esta manera a la pregunta del epígrafe del porque los precios abusivos en servicios elementales para recibir a un millón y medio de visitantes en pocas semanas.
Lo antedicho colocaría a los argentinos en el final de la cola, pero la pasión (revestida de locura), muestra según los datos oficiales, una realidad muy diferente y por las calles de Doha y sus fastuosos estadios pocos dudan que seremos locales otra vez.
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