Por Víctor Hugo Fux
Siempre es gratificante poder dialogar en un tono informal con un entrevistado. Ni siquiera hubo necesidad de encender un grabador o de activar un celular durante una charla despojada de cualquier tipo de protocolo, que se extendió a lo largo de una hora y media.
Silvia Bertolaccini, la mejor golfista argentina de la historia, me recibió en el domicilio familiar de esta ciudad, acompañada por su madre Haydee, que a sus 100 años tiene una lucidez y una memoria envidiables.
Silvia, que ostenta el privilegio de ser nuestra única compatriota en ganar en el circuito profesional de Estados Unidos, país en el que reside desde mediados de la década del 70, repasó sus inicios en una disciplina que la atrapó siendo una niña; habló de su exitosa labor en el terreno aficionado y de su proyección al plano rentado; también, claro, de su experiencia como reconocida comentarista de la prestigiosa señal ESPN en Español.
"Empecé a jugar cuando era muy chica, acompañando durante esa primera etapa a mi familia, que jugaban en el Jockey Club; siempre traté de mirar a quienes tenían un buen juego y trataba de imitarlos en la cancha; mi padre, por ejemplo, llegó a tener 6 de handicap", recordó.
"También me sumergía en la lectura de la revista Golf Digest, que llegaba a Rafaela, para incorporar algunos conceptos, que en ese momento fueron muy importantes, al menos en lo teórico", agregó.
En otro pasaje destacó que "mis primeros referentes en aquel tiempo fueron Leopoldo Ruiz y Fidel De Luca, dos excelentes profesionales; ya empezaba a jugar torneos en otras canchas y mi primera satisfacción la logré en Córdoba, al ganar mi categoría -12 años- en el Abierto del Centro, que se disputó en Villa Allende; como aficionada, tuve la suerte de conseguir muy buenos resultados, primero ganando en varias oportunidades el Campeonato del Club en Rafaela y más adelante en distintos campeonatos, que me sirvieron para que desde la Asociación Argentina de Golf me convoquen para integrar sus equipos y representar al país en competencias internacionales, como la Copa Andes, en la que triunfamos en diferentes ediciones, la última en la ciudad de Medellín, en Colombia, que marcó un quiebre en mi carrera".
Fue un golpe de fortuna el hecho de imponerse en el individual de ese torneo, porque "se me acercó un colombiano y me preguntó si me interesaría competir en el Abierto de Colombia, que se jugó en Bogotá y que terminé ganando en el año 1974 -Silvia ya se había adjudicado el Abierto de Argentina en 1972-... y por si todo eso no fuese suficiente, me ofreció participar en la clasificación (Escuela) para el tour femenino de Estados Unidos, que se realizaría dos meses después; en ese primer intento no pude alcanzar el objetivo en Florida, pero tuve una nueva chance ese mismo año y fui segunda, asegurándome un lugar en el circuito profesional".
En un tono risueño y con total naturalidad, dijo: "Cuando llegué a Estados Unidos, en el '75, sabía muy poco de inglés, apenas unas frases básicas que había aprendido en una academia, pero estuve siempre contenida y rodeada de excelentes personas, que me permitieron ir adaptándome a una nueva vida; en esa época me alojé en casas de familia, para no sentirme tan sola y para empezar a mejorar mi inglés; fueron tiempos duros, que me demandaron un gran esfuerzo, pero siempre estuve convencida que para alcanzar las metas debía realizar todo lo que estuviese a mi alcance; me ayudó el hecho de seguir en la cancha a las mejores jugadoras del LPGA Tour, de todas aprendí y esas enseñanzas las puede aplicar para mejorar mi juego".
Una de sus primeras satisfacciones, fue haber disputado el US Women's Open en 1976 en Springfield, cumpliendo una excelente labor: "Fui sexta, para mí, sin duda, un gran resultado, porque estuvieron las mejores golfista profesionales; realmente, terminé con buenas sensaciones y con más confianza para asumir los próximos desafíos; poco después, llegaron mis victorias en el tour, en Singapur, en Texas y en Filipinas... la primera, en 1977, tuvo un gran valor en la parte anímica, porque me convencí que podía ganar en ese nivel".
A los 40 años, tomó la decisión de "colgar los palos, por supuesto, como profesional, porque todavía salgo a jugar, a veces sola y otras con amigas; en el lugar donde estoy viviendo, Wells, una población muy chica, hay una cancha de golf y la aprovecho, porque toda mi vida estuvo vinculada con este deporte que amo y me apasiona... entendí, cuando me retiré, que debía hacer otra cosa y empecé a trabajar en la organización de eventos destinados a corporaciones; me invitó una amiga (Jane Blalock), que fue muy buena jugadora, pero no lo hice durante mucho tiempo".
Su siguiente etapa la llevaría a desempeñarse como comentarista, de golf, obviamente, en la cadena televisiva ESPN, integrando un equipo reconocido por su capacidad para analizar todas las instancias del juego. "Formamos un grupo maravilloso en lo humano y nos complementamos muy bien; Francisco Alemán, Hernán Rey y John Sutcliffe son excelentes personas y profesionales... en lo personal, haber transmitido todos los Major's y los Masters, entre los que viví con una intensa emoción los ganados por Angel Cabrera y algunos de los que consiguió Tiger (Woods)... fueron momentos inolvidables y experiencias únicas en los 26 años que tuve el privilegio de trabajar en ESPN, hasta 2019".
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