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Deportes Martes 25 de Junio de 2024

Hace 46 años Argentina ganaba su primera Copa del Mundo

El 25 de junio de 1978 el seleccionado argentino le dio el primer título del mundo a nuestro fútbol tras derrotar en tiempo suplementario a su similar de Holanda (hoy Países Bajos) por 3 a 1 en el Monumental de River Plate.

Agrandar imagen El "gran capitán" Daniel Alberto Passarella levantando la Copa del Mundo en Argentina 78.
El "gran capitán" Daniel Alberto Passarella levantando la Copa del Mundo en Argentina 78. Crédito: ARCHIVO

Por Víctor Hugo Fux

Aquel domingo 25 de junio de 1978, nuestro fútbol estuvo ante su segunda chance de adjudicarse la Copa del Mundo, que organizó la Argentina, después de no haber podido aprovechar su primera oportunidad en el lejano 1930, cuando perdió en una definición cargada de polémica frente a su par de Uruguay en el estadio Centenario de Montevideo.

Esta vez la historia sería diferente. Luego de una primera fase en la que no terminó de afirmarse y que le costó resignar el primer lugar en el grupo a manos de Italia, que lo derrotó en el Monumental de Nuñez, el equipo de César Luis Menotti cambió su localía de Buenos Aires para asumirla en Rosario Central.

Con el diario del lunes, por entonces se aseguraba que fue lo mejor que le pudo haber ocurrido, por el conmovedor aliento que recibió del público en el Gigante de Arroyito, en los tres encuentros que disputó en la ciudad del sur de nuestra provincia.

Una clasificación no exenta de sospechas, con goleada incluida frente a Perú, le permitió acceder a la final, que lo vería regresando al imponente estadio del Club Atlético River Plate, nada menos que ante el temible equipo holandés, que venía de caer ante el local Alemania en el cotejo por el título en 1974.

El presente de "la Naranja Mecánica", como se lo identificó en esa época al representativo holandés por el color de su vestimenta, se perfilaba como el rival más difícil, pero al mismo tiempo se tendrían que ver las caras en el mejor escenario, con unas 80.000 almas empujando en la media tarde del domingo desde todos los sectores de un Monumental desbordado como nunca antes en su historia.

Aquel domingo, junto a Roberto Actis tuvimos la responsabilidad de cubrir periodísticamente el encuentro más importante de nuestro fútbol hasta ese momento para el Diario L Opinión. Alojados en el Hotel Hispano de Avenida de Mayo al 800, nos levantamos bien temprano para desayunar en el Café Tortoni con Mario Travaini, quien tuvo la gentileza de trasladarnos a Buenos Aires en su Ford Fairlane.

Al promediar la mañana iniciamos el recorrido que habría de acercarnos hasta el estadio del gran acontecimiento. El tránsito congestionado fue un obstáculo que debimos superar. De ninguna manera nos sorprendimos, pero sin duda, la demora en arribar se extendió más de lo previsto.

Credenciales en mano, ingresamos por un portón levadizo a la sala de prensa, accediendo por un ascensor hasta el entrepiso, donde nos esperaban los pupitres asignados para que podamos desempeñar nuestra actividad específica. Los papelitos,un "invento" que se le atribuye al personaje Clemente, nacido de la imaginación de ese genio de la historia llamado Caloi, poco antes de las 15:00, horario fijado para el inicio del partido, tapizaron el césped del estadio cuando se produjo el ingreso de los equipos.

En el autotrol de la cabecera del río de la Plata se anunciaron las formaciones y todo quedó dispuesto para que comience a rodar la Tango. El nerviosismo de los primeros minutos se vio reflejado en las imprecisiones, pero a medida que se iban consumiendo los minutos el juego se hizo de ida y vuelta, pero con un mayor protagonismo del local, que antes de la primera mitad se adelantó en el marcador con un gol de Mario Kempes.

El "Matador" empezaba a vivir su tarde mágica. Pero el repliegue argentino se fue tornando peligroso y no era sencillo, en el segundo tiempo, poder controlar el adelantamiento de Holanda, que con el final de los noventa bien cercano llegó a la igualdad con un cabezazo del gigante Dick Nanninga, que había entrado poco antes para reforzar el juego aéreo de los europeos.

El remate de Rob Rensenbrink en el poste derecho del arco de Ubaldo Fillol paralizó los corazones cuando agonizaba el partido. Poco después llegó el alargue y se renovaron las emociones y el sufrimiento. Hasta que la fuerza arrolladora de Kempes, llevándose media defensa naranja a la rastra puso el 2 a 1 ante el discreto arquero Jan Jongbloed. El tercero, de Daniel Bertoni, terminó sellando la victoria y el título de la "albiceleste".

La imagen de Daniel Alberto Passarella, el "gran capitán", levantado la copa, quedará por siempre grabada a fuego en la memoria colectiva de los 25 millones de argentinos, como rezaba la marcha que popularizó aquel Mundial 78, el primero que ganó Argentina, que hace exactamente 46 años se convirtió, esa vez sí, en el mejor fútbol del planeta.

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