Un equipo de autor





Por Néstor Clivati
Fue un jueves de noviembre en La Bombonera, escenario alternativo de la Selección, pero redil incomparable para transmitir confianza y pertenencia por parte de los aficionados, en el que a quién apodan en el mundo del fútbol de estos tiempos, La Scaloneta, recibió uno de los mayores reveses del ciclo liderado por Lionel Scaloni. Sabe a paradoja, a contradicción, no la derrota aleccionadora y necesaria en todos los órdenes de la vida, sino por los escasos atenuantes que se pueden localizar para entenderla; quién escribe esta crónica que luego del final del partido en medio de esa “llamada” que los uruguayos armaron para celebrar una victoria histórica luego de casi 4 décadas en nuestro país, comienza a buscar en colegas y amigos, miradas que nutran para poder desarrollar, sin las incidencias de las emociones, este editorial, después que los albicelestes dejaran atrás un irrepetible sendero que ya forma parte de una verdadera leyenda en el mundo los seleccionados, con 1 sola derrota en 51 partidos y de 27 sin caer en eliminatorias de forma consecutiva, todavía no logra su cometido.
No me resulta sencillo explicar el impacto entre los hinchas que en buen orden y con algunos aplausos, despidieron a un equipo que los despertó de un sueño, que ingenuamente o con argumentos objetivos, los había transportados en los últimos dos años, a un paraíso donde no caben ni las penas ni los dolores y donde todo es alegría y celebración.
No es rotunda la decepción afortunadamente, algo en la memoria colectiva ha germinado para contenerla y evitar que reaparezca ese exitismo criollo que muchas veces nos ha privado de disfrutar a nuestros ídolos deportivos y a grandes equipos que nos han representado a lo largo de la historia. Hay tristeza, sí, pero hay una sensación colectiva de sensatez al momento de opinar sobre una derrota que no formaba parte de una crónica anunciada y que, en todo caso, también fue un acicate que generó un sobresalto entre los jugadores, los verdaderos protagonistas de esta historia que han encendido pasiones como nunca antes.
Sigo buscando aliados para mi trabajo, pero no hay claridad, hay confusión y entonces me voy a la sala de conferencias, estoy convencido que tendré un contacto cercano con Marcelo Bielsa y Lionel Scaloni, del que surgirán algunas conclusiones para iluminar la noche en La Bombonera.
EL MAESTRO Y EL ALUMNO
El miércoles en el predio de Ezeiza, Lionel Scaloni en la previa del partido ante La Celeste, responde una pregunta sobre la vinculación sentimental con Marcelo Bielsa; a pesar de su austeridad, no logra ocultar su admiración y su expectativa por lo que ocurriría horas después en la cancha de Boca, admite la influencia del rosarino del que fue jugador en la etapa anterior al Mundial de Alemania en 2006 y también en varios integrantes del cuerpo técnico como Pablo Aimar y Walter Samuel; repite a pedido de un colega, la anécdota sobre sus lecciones de cómo afrontar los partidos con la camiseta albiceleste y de todo el significado de calzar esos colores, una experiencia que el actual entrenador campeón del mundo, había soslayado.
Es evidente que toda esta previa en la que se mixturaron ansiedades y remembranzas, tuvieron su clímax en los minutos previos al comienzo del gran clásico del Rio de la Plata, que incluyó los gestos paternales de Bielsa a Pablo Aimar y una definición con su inconfundible retórica a Scaloni, definiendo su logro como entrenador como “un equipo de autor”, algo así como un diseño artesanal y exclusivo de un éxito del cual no hay antecedentes en el mundo FIFA, por parte de un entrenador bisoño.
Esa altiva humildad de Bielsa abrazando a un hombre al que había moldeado y que en los últimos 2 años alcanzo con el combinado albiceleste, lo que nunca pudo ofrecer como resultado, el propio conductor rosarino en sus tiempos como entrenador de la Selección Mayor y que ahora los designios de la vida profesional y deportiva, los ponía frente a frente en una competencia internacional, con intereses opuestos, lo volvía a distinguir.
Vuelvo a encontrarme con Scaloni, pero ahora en la ronda de prensa luego del partido y con un resultado tan inesperado como indiscutido, en el cual, por las diferentes aristas del juego, el maestro acababa de superar a alumno de forma inapelable.
Antes el propio Bielsa en ese mismo espacio de reflexión, se cura en salud y toma uno de los caminos que más conoce para describir una de las victorias más importantes de su carrera como entrenador: “nada le quita al campeón del mundo nuestra victoria” cerrando toda ilusión a los fanáticos, de adjudicarse un logro deportivo legítimos pero que, basado en sus experiencias muchas de ellas traumáticas, en la conducción de las Selección Argentina, no le permitían ese momento glorioso.
Nos vamos de La Bombonera acompañando los últimos hinchas que, en silencio, aceptando una realidad sin rebeldías, se iban perdiendo por los intersticios de esa Ribera porteña que fue testigo de un partido que no olvidaremos.
El fútbol y sus resultados, suele presentarse muchas veces a manera de moralejas y el jueves una vez más las ofreció generosamente a quienes tienen el deber de traducirlas en hechos concretos; para Argentina morder el polo ante su gente, aceptando con hidalguía la superioridad estratégica y futbolística de un tradicional adversario, es un gesto de madurez del que debería salir fortalecido.
El próximo martes el calendario le impone buscar la recuperación frente al otro adversario de toda la vida y nada menos que en el templo del Maracaná. Brasil de errante presente, lo espera con todas las necesidades de revancha que cualquiera puede imaginar y esa condición de alto riego, pondrá nuevamente a prueba el tejido poderoso, pero a su vez sensible después del revés sufrido, del monarca de este tiempo.
Para Messi y compañía el desafió es asimilar el golpe y convertirlo en las fortalezas que han encumbrado de tal manera a esta Selección, a la que todos quieren bajar del podio, a como dé lugar.
(*) Néstor Clivati es periodista acreditado por LA OPINIÓN para la cobertura de los partidos correspondientes a las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026.
Redacción
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