Sensaciones y sentimientos

Sociales 14 de noviembre de 2023 Por Redacción
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CONCURSOS LITERARIOS. PARA QUÉ SIRVEN

Por Hugo Borgna

El diario Clarín aportó recientemente un dato relacionado con 8 esperanzas recién nacidas, y al mismo tiempo igual cantidad de suspiros de alivio.
Dio a conocer en la página 42 de la sección Sociedad los títulos de obras seleccionadas como finalistas de su importante concurso anual de novela, y también los seudónimos de sus autores. Decía en una página exclusiva y completa: “Premio Clarín novela 2023. Felicitamos a las ocho obras finalistas”, que resultan ser “Un premeditado olvido”, por Ana Grama; “Para hechizar a un cazador”, por Amor Amarillo; “Y si no te vuelvo a ver”, por Paola Ka; “Las tardes a oscuras”, por Borgo Nero; “El tiempo del quebracho”, por Tere; “Manola”, por María Teresa; “Una crónica familiar”, por El Arcediano y “Los chimangos” por Molina.
A partir de esa comunicación, si siete de ellos no ganan, su nombre real no quedará expuesto.
La noticia-aviso de referencia abre tantas puertas como preguntas, y tantas esperanzas como cantidad de finalistas. Unos días más y se conocerá el nombre del ganador, un seudónimo quedará en el olvido y siete autores (sin identificar) se preguntarán qué le faltó a su obra para obtener el premio; pero como la vida sigue, les quedarán escritos inéditos para futuros concursos.
Muchos autores en formación se preguntan si vale la pena (en palabras más crudas, si “sirve”) participar en concursos. Otros, con los pies puestos en realidades más valientes, asumen que es necesario para saber el punto de consideración de los autores con trayectoria importante, que devienen en jurados, generalmente ocasionales y de reconocidos méritos. Este sector de escritores potencialmente ha desarrollado variadas y múltiples lecturas. Tienen noción suficientemente clara de “cómo son” los trabajos que obtienen premios y, en todos los casos, tienen contacto con autores de nivel más que aceptable. Han expuesto, también, sus trabajos en talleres literarios -presenciales o virtuales- o comparado lo suyo con otras obras.
Saben por sus experiencias qué es lo que se premia, conocen que hay pautas concretas para adjudicar una premiación, como asimismo que no es igual mérito un primer premio que una mención y que, en todos los casos, una mención es suficiente estímulo para seguir compitiendo.
La verdad más profunda está en producir textos para complacerse a sí mismos, los jurados más exigente que les dirán, en cualquier circunstancia, si han trabajado cabalmente fondo y forma, y cómo han presentado las situaciones creadas y mostradas.
Es bueno concursar. Al mismo tiempo dan libertad a los motivos que originan sus escritos, aceptando las variantes de su personalidad. Es bueno también ser honestos en cuanto a los recursos de escritura. Los golpes bajos, los lugares comunes, acudir a los sentimientos básicos, no ayuda en los concursos, y sí lo hacen la originalidad y fluidez en el tratamiento de la escritura.
No ganar no significa “no servir”. Participar siempre incentiva el desarrollo creativo.
El escritor es un artista que, como tal, debe sorprender al público lector en páginas elaboradas con placer autoral. Una buena manera de anticiparse a los fallos es analizar esos trabajos ubicándose como jurados externos que deben evaluar esos escritos. Si contienen emoción genuina (y no solamente básica) serán trabajos dignos de ellos, modelos de armado con buena evolución.
Por último, no es aconsejable vivir demasiado pendiente de los resultados de los concursos, ni permitirse creer que nunca podrán destacarse: la búsqueda de calidad produce satisfacción personal y nivel en la escritura y en los actos habituales de relación.
Mientras llega el reconocimiento de sus pares escritores, a seguir produciendo.
Es el premio que da la vida a los consecuentes.



Redacción

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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