Como en los viejos tiempos

Deportes 28 de mayo de 2023 Por Néstor Clivati
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Pasaron más de 20 años de la última consagración de los juveniles del fútbol argentino; aquello que se convirtiera en una marca en el orillo en tiempos de José Pekerman y Hugo Tocalli, trocó por otro de difícil identificación. Es como una secuencia decadente que se fue profundizando cuando AFA dejó de tener lucidez para ungir los procesos que siguieron a continuación y que justamente encontraron ese antecedente glorioso en el Mundial Sub 20 jugado en Buenos Aires con figuras incipientes de la época como la de Andrés D´Alessandro, Maxi Rodríguez y Javier Sabiola, a la sazón, grandes figuras del fútbol europeo, cuyo brillo iluminó el último capítulo virtuoso de las capas más jóvenes de nuestro fútbol.
Vendrían tiempos improductivos y algunos olvidables como esa transición del 2016 que se llevó por delante las mejores intenciones de Gerardo Martino por liderar un ciclo renovador no solo en el combinado mayor, sino también en los seleccionados juveniles. Ese caos en el que quedó sumida la Casa de calle Viamonte luego del fallecimiento de Julio Grondona y aún en sus últimos años como máximo responsable, no solo que precipitó la salida del Tata, sino que por graves omisiones, provocaron un gran fracaso en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro con un equipo que terminó en manos del Vasco Olarticoechea y más acá en el tiempo, con entrenadores con escasos pergaminos para estos desafíos de procurar liderar planteles de adolescentes.
Esa cadena virtuosa, admirada por el mundo del fútbol, se cortó abruptamente y es al día de hoy que casi todos, sucumbieron en dicha búsqueda de reposicionar a los equipos albicelestes más jóvenes.
Sin viajar tantos años en el tiempo, hay que señalar como parte de esas frustraciones, que mientras Lionel Scaloni ponía a punto un equipo de mayores que será recordado por siempre en valores y logros deportivos por todo el mundo, en el Sudamericano jugado en Colombia a principios de este año, nuestros muchachos volvían a entregar una actuación para el olvido con la conducción de Javier Mascherano, quedando en el 8vo puesto y dilapidando la clasificación directa al Mundial y también a los Juegos Olímpicos a disputarse en París 2024.
Nadie podía prever que FIFA penalizaría a Indonesia por comentarios xenófobos y que esta edición quedaría en manos de Argentina, en una osada maniobra de Claudio Tapia que encontró en Alejandro Domínguez un socio de su talla y en Gianni Infantino un cómplice necesario, para que esta edición del Mundial Sub 20, por estos días se esté disputando en diferentes sedes del interior de nuestro país.
Fútbol y política, una vez más, vibrando en la misma frecuencia sorprendiendo a propios y extraños.

CON EL ANGEL DE DIEGO Y DE LIONEL

Hecha esa salvedad que entiendo es pertinente, esta competencia nos está mostrando a un equipo albiceleste con grandes intenciones de desagraviarse y porqué no, unir aquellas estrellas de hace más de dos décadas con nuevos títulos a la medida de las nuevas camadas que nuestro deporte insignia, promueve con pasmosa naturalidad.
Qué decir de Javier Mascherano, que entregara la renuncia después del papelón en Colombia y que ahora, sostenido por el propio Lionel Scaloni, regresó para rearmar un equipo que se había desmembrado frente a la falta de objetivos cercanos; toda una paradoja que hasta podría tener un final feliz, si la producción de esta nueva versión del Sub20, prolonga las virtudes que demostrara en la fase de grupo, donde se consagrara como el más eficiente en estadísticas y estética de juego.
Solo en el fútbol un equipo puede reconstruirse en poco tiempo, después de semejante estropicio deportivo.
La evolución que observamos desde el partido inaugural frente a Uzbekistán hasta la exhibición que brindara esta nueva formación de Mascherano en San Juan el último viernes, es de una elocuencia tal, que pocos se atreverían a pronosticar una final como el que padecieron este entrenador y varios de los jugadores de este nuevo modelo, en los primeros días de este año.
La confianza colectiva tonificada por un lado y el fervor revulsivo de algunos de los nuevos valores que fueron incorporados para la ocasión por el otro, están propagando una solvencia que los aficionados, han devuelto llenando los estadios y reconociendo una identidad con la cual todos se identifican. El sensacional gol convertido por Luka Romero frente a Nueva Zelanda en San Juan, es una especie de preámbulo de grandes logros por venir; hay como una energía diferente a los últimos años y todo indica que la producción futbolística que va in crescendo, ofrece a los analistas bases sólidas para no considerarlas una mera racha.
Sin embargo, no sería prudente propiciar expectativas desmedidas, sin admitir que el nivel de juego de los adversarios que debió enfrentar en esta primera parte, ha sido pobre y por momentos de una precariedad alarmante, como el caso de Guatemala o el propio Nueva Zelanda que, en el estadio del Bicentenario, prácticamente no cruzó la mitad del campo en los más de 100 minutos que se jugaron
Esto no va en desmedro de las estupendas señales, por el contrario, sugiere desde esos valores que estamos destacando, no perder de vista ni el punto de partida, ni los objetivos que se resetearon insólitamente.
Como fuere, ahí están los pibes tomando confianza y evocando con su frescura y talento, aquellos tiempos de los años felices y con los duendes de Diego y de Lionel, que también supieron de levantar trofeos de juveniles, en aquellos viejos tiempos.

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