La soja en caída libre: el recorte en precios ya le hizo perder u$s 1.300 millones al país




Desde hace una semana, y casi que por primera vez desde 2021, el futuro más cercano de soja cayó por debajo de los 500 dólares. “Casi por primera vez" porque en octubre de 2022, durante una única sesión, el precio tocó los 499 dólares. Esta vez, sin embargo, la caída no se ha detenido, en un contexto que no puede ser peor para el país, dado que se está registrando la peor campaña de soja desde 1996 (considerando su productividad).
En apenas dos meses, por la baja en los precios, la valuación de las exportaciones del complejo soja perdió 1.300 millones de dólares. Según indicaron desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), los expertos "son pocos los factores que pueden potencialmente revertir la tendencia decreciente de los precios en el corto plazo".
Si bien era sabido que el excelente desempeño brasilero no daba demasiado espacio para que mejores niveles de precios compensen las pérdidas productivas, el derrumbe de las cotizaciones se convierte en una dura estocada para un país como el nuestro, altamente dependiente de las exportaciones del agro en general y del complejo soja en particular.
Desde marzo a hoy, la valuación del volumen proyectado de exportaciones del complejo soja perdió 1.300 millones de dólares adicionales. Como resultado, a los valores actuales, la liquidación de divisas del principal complejo exportador de la economía argentina evidenciaría una pérdida interanual de 8.000 millones en el ciclo 2022/23, respecto de la anterior campaña 2021/2022.
Los fundamentos que sustentan este movimiento de precios son múltiples y variados, entre los que sobresale una recomposición del nivel de inventarios en Estados Unidos a su nivel más alto en cuatro años y la salida masiva de fondos de inversión posicionados en soja en el mercado de Chicago.
En otras palabras, los grandes fondos de inversión ven cada vez menos probable una suba de precios de la soja y se encuentran al borde de quedar netamente vendidos por primera vez desde que explotó la pandemia por COVID.
Finalmente, si bien las tensiones geopolíticas en la región del Mar Negro están lejos de darse por zanjadas, la renovación del acuerdo por el corredor seguro para la exportación de granos da aire a las tensiones registradas hasta hace pocas semanas atrás.
¿PUEDE REVERTIRSE LA TENDENCIA?
Lamentablemente para Argentina, son pocos los factores que pueden potencialmente revertir la tendencia decreciente de los precios del complejo soja en el corto plazo. Del lado de la producción estadounidense, uno de los principales contribuyentes a la caída de Chicago, la siembra avanza a excelente ritmo. Según informó esta semana el USDA, ya se ha completado el 66% del área de intención hasta el domingo 21 de mayo, 17 p.p. por encima de la semana pasada y en línea con lo que esperaban los operadores en promedio. El promedio de los últimos 5 años marca 52% para este momento de la campaña, marcando un gran avance de las labores. Además, en el 36% de los lotes las plantas ya se encuentran emergiendo, por encima del 24% promedio del último lustro.
En cuanto al clima, allí podríamos abrir una línea de duda, aunque muy lejos de asemejarse al panorama del último verano argentino. Específicamente, según informó Refinitiv esta semana, en el centro y sur de la región de las Planicies estadounidenses, la humedad disponible del suelo ha comenzado a restringirse, afectando a la soja sembrada en el suroeste del “Cinturón sojero”. En particular, los estados de Nebraska y Kansas muestran a la fecha condiciones peores a las registradas en el mismo período del año anterior (cuando los rindes se vieron muy afectados por el clima). Entre ambos, estos Estados representan aproximadamente el 10% del total de la producción de soja de Estados Unidos. Por el contrario, hacia el este del cinturón sojero, donde se produce la mayor parte de la soja norteamericana (incluyendo los estados de Iowa, Illinois e Indiana), las condiciones de humedad se ven mayormente óptimas. Cabe destacar que en junio/julio tiene lugar un período crítico para el desarrollo del cultivo, con la previsión general de un verano boreal caluroso para este 2023.
En cuanto a la política monetaria de la FED, de momento nada apunta a un retorno a políticas monetarias más laxas por parte de las economías centrales del mundo financiero. Cerrado el capítulo del “dinero barato”, cabe esperar que tanto el nivel de actividad como la propensión al riesgo queden más restringidos.
Si bien en precios nada está dicho, especialmente en un mundo que ha demostrado vaivenes geopolíticos de gran impacto en los últimos años, sin fuertes argumentos alcistas la caída del precio de la soja en los mercados de referencia lucía inevitable. A nivel local, sin embargo, los incentivos para su producción, procesamiento y exportación aún pueden venir del lado de la política comercial.

Redacción
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