El emotivo volver a vivir del legendario Berta-Torino de F1 de la Peña R.U.E.D.A.

Deportes 25 de marzo de 2023 Por REDACCION
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Por Víctor Hugo Fux

A mediados de los años 60, las siempre añoradas "500 Millas Argentinas" empezaron a transitar un camino de profunda transformación.
El más importante, seguramente, fue el cambio de la superficie utilizada, que pasó de la tierra al pavimento en el óvalo que se había inaugurado en la década anterior, luego de archivarse definitivamente el escenario ubicado al oeste de la planta urbana, que había sido testigo del nacimiento de esa carrera entre 1926 y 1951.
Las otras variantes estuvieron relacionadas con la parte técnica, y en ese caso, fueron los motores "en popa", como se los identificó en aquella época, los que comenzaron a desplazar progresivamente a los tradicionales impulsores que se ubicaban en la parte delantera.
Los talleres, por entonces seguían recibiendo a los hombres y a las máquinas, manteniéndose, en ese aspecto, una tradición que venía marcando tendencia desde hacía muchísimos años.
Con varios días de anticipación, los protagonistas de una de las carrera más importantes del calendario, junto al Gran Premio Argentino de TC, llegaban a esta ciudad, donde aguardaban el inicio de las actividades en el trazado que el Club Atlético preparaba con empeño, dedicación y sacrificio, cuando no resultaba sencillo compactar un piso que lograse soportar el tránsito de los pesados vehículos a lo largo de más de 800 kilómetros y por espacio de varias horas.
Con la llegada del asfalto, esos preparativos no fueron necesarios. Y aquellos verdaderos santuarios donde reposaban los bólidos antes de asumir el gran desafío, no solamente recibieron a los que arribaban desde otras latitudes. Las peñas locales empezaron a proliferar. Con la adquisición de autos y el trabajo de artesanos que demostraron un bagaje de conocimientos que sorprendieron a propios y extraños.
Se sumaron voluntades para conformar agrupaciones y también para que los emprendimientos particulares tuvieran sus autos en la competencia que todos soñaban con poder ganar alguna vez.
La Peña R.U.E.D.A. fue la que alcanzó mayor trascendencia, por sus logros y por su extensa trayectoria. Primero, con una Maserati - Tornado. Después, haciendo construir un Bravi en la factoría del recordado Jerry en la ciudad de Rosario. Hasta que, finalmente, decidió incorporar un Berta, para adaptarse a las exigencias de un progreso que avanzaba a ritmo vertiginoso.
Nada menos que un chasis de última generación diseñado y concebido por la mente de un genio rafaelino llamado Oreste Berta, en "La Fortaleza" de Alta Gracia.
Ese monoposto fue conducido por el santafesino Héctor Prono, el rafaelino Carlos Ternengo, el cordobés Carlos Ruesch y últimamente el "Nene", con el que ganó su última carrera.
Luego de alejarse de las pistas, el Berta - Torino estuvo varios años, cedido en comodato, en el Museo Fangio de Balcarce, antes de regresar a esta ciudad, donde se exhibió, también durante bastante tiempo, en la sede el Club de Automóviles Antiguos de Rafaela (CAAR).
No hace mucho tiempo, cuando el auto pasó a formar parte del patrimonio de la ciudad, en el mismo CAAR se anunció que, con la colaboración de un grupo de personas, se iba a poner en marcha la unidad.
Un sueño que se hizo realidad finalmente en el Classic Cars Rafaela, gracias a la capacidad laboral de Lucas Bauducco e Iván Alovatti y el aporte de quienes se involucraron en el proyecto.
Rodolfo Gieco, el responsable de su atención mecánica en la icónica esquina de General Paz y Triunvirato, desbordado por la emoción, fue el encargado de activar el pulsador de arranque para que el Berta - Torino vuelva a rugir y se escriba un nuevo capítulo de la rica historia de nuestro deporte motor.

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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