Tal como anticipaban los pronósticos, finalmente llegaron las precipitaciones a Rafaela y la región. De acuerdo a un relevamiento realizado con productores y profesionales, los volúmenes fueron desde los 50 y hasta los 100 mm dependiente de la zona.
Sin dudas, una “caricia para el alma” en medio de un contexto realmente desolador producto del clima. No solo la sequía azotó a los sistemas productivos en la presente campaña. No debe olvidarse que en febrero se registraron heladas tardías que representaron el tiro de gracia para muchos cultivos y, ya en marzo, las elevadas temperaturas hicieron lo suyo, conformando un combo letal.
Por eso fue tan importante la lluvia registrada en el día de ayer. Y, particularmente, pensando en lo que viene. En ese sentido, de cara a la implantación de trigo del ciclo 2023/24, algunos expertos afirman que se necesitan entre 200 y 300 mm durante el otoño para asegurar buenas condiciones de humedad en los perfiles de los suelos, que viene bastante golpeados y vacíos producto de la seca.