Sensaciones y sentimientos



ESCRITURA: LOS GÉNEROS “FÁCILES”
Por Hugo Borgna
“Los concertistas pretenden que el público permanezca mudo, cuando este querría permanecer sordo” “Hay poetas que no tienen nada que decir pero lo dicen muy bien”.
De los dichos de las obras de teatro y de la prosa de Oscar Wilde, un seleccionador de frases con abundante carga de significado, extrajo las que iniciaron este texto, que a su vez surgen de obras de géneros consagrados como la novela, el teatro y también del cuento.
Es una idea generalizada que la frase corta es la hermana menor en la familia de los géneros literarios, un modo de expresar ideas que no se ha terminado de desarrollar; cada frase inicia y termina el concepto en, generalmente, pocas líneas. Entonces se piensa que de ese modo, cualquiera puede escribir un libro si lo habita solo de frases de pocas líneas y que el verdadero esfuerzo se ejerce para la monumentalidad que implica escribir novela: género importante en todo el sentido de la palabra.
Sin embargo, Ambrose Bierce, estadounidense que vivió entre los años 1842 y 1914, desarrolló con la necesaria acidez (y a veces más) esta forma de llegar a la gente. Dice que “cobarde es el que en una emergencia peligrosa, piensa con las piernas” y también que “consultar es requerir la aprobación de otros de algo que ya se ha decidido”.
La frase corta no necesita una historia ni un personaje creado a una medida especial para justificar su mensaje. Se puede decir que es un modo de expresar una opinión y que con eso ya se ganó el derecho de llegar a los lectores más exigentes.
A pesar de todo, no deja la oración breve de ser considerada como una semilla a la que le falta la germinación importante y el necesario desarrollo que sí tiene la novela. Pero el tiempo sigue teniendo la palabra y pone peso en los dos platos de la balanza.
Para dar aire de vigencia permanente, un uruguayo que fue contemporáneo nuestro, la mostró y la hizo importante, profunda y amable en su lectura. Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos” abarca, define y completa de sentido, un modo de sentir y pensar.
“Una mañana nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad” (El miedo).
Probablemente se perciba que la oración -o una historia muy breve- es de fácil concreción. Solo se trataría de hacer un punto y aparte y pasar a hablar de una cuestión distinta a la anterior: por alguna razón no ha desarrollado algo más complejo.
Como género ya definido, tiene requisitos propios. Las oraciones “sueltas” deben tener síntesis, carga emocional profunda y un claro eje de intención que contenga y direccione las definiciones. No se siente lo mismo al leer a Ambrose Bierce que cuando se percibe el ámbito de Galeano: la intención de fondo del autor no debe pasar desapercibida.
Lo que incide mucho, y casi siempre define, es la idea instalada de que el tiempo que se tiene para leer nunca es el suficiente para hacerlo con la concentración que corresponde, y ese factor lleva a preferir libros de frases cortas, o de reflexiones sintetizadas y conectadas entre sí.
Como ninguna verdad es absoluta, cuenta la que se establece cada lector. Pero los autores se juegan con todo para que no se distorsione ni se personalice tanto.
La frase, por otra parte, debe enviar un mensaje importante. Como el de Oscar Wilde cuando dice “A aquella viuda se le volvió el cabello completamente rubio de pena”, y con eso deja libre el camino para que los que reciban el texto los elaboren a su total saber y entender.

Redacción
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