Los caminos que conducen a Scaloni



Ya está el acuerdo, hubo humo blanco en París y en consecuencia el progenitor de lo que hoy todos llaman “La Scaloneta” seguirá al menos hasta el final de la Copa América del próximo año a disputarse en Estados Unidos (una cláusula autoriza su salida antes del próximo mundial) pero tal vinculo, expira a mediados de 2026.
Ya hemos analizado en otros capítulos la necesidad de darle continuidad a un proceso, que no solo han jerarquizado los campeonatos conseguidos en la primera parte del ciclo de Lionel Scaloni, un valor que no resiste análisis pero que siempre describe un acierto al momento de confirmar una prolongación en el tiempo, fundamentalmente, por las otras decisiones que se avecinan por el final de los aportes a la causa albiceleste, de los últimos tótems en los que se apoyó la historia contemporánea de nuestro equipo mayor, que no son otros que Ángel Di María y Lionel Messi.
El Gringo de Pujato tomó una distancia de las emociones que abrigaron la gesta de Qatar y comenzó hacer cálculos cual arquitecto que planifica una ampliación de una mega estructura; lo que construyo este cuerpo técnico todavía no tiene una mensura precisa, acaso lleve años para terminar de definirlo y es probable que lo trascienda al propio Scaloni, sucede que en el mientras tanto, hay que tomar decisiones y por eso tal cavilación, que empujó acaso mas de la cuenta, la firma de un contrato solo comparable con los de Cesar Menotti y Carlos Bilardo, mesa en la que ahora también esta sentado el otro santafesino.
Dentro de ese esquema de revisión y a pesar que en superficie, todo indicaría que nada hay que rever de un período prolífico como ningún otro en la historia del fútbol argentino (3 finales ganadas fuera de casa y ante campeones mundiales de esta disciplina), sí lo es, y el valor agregado será justamente capitalizar las decisiones menos consistentes, que aún no influyendo en los resultados deportivos, en otros contextos podrían llevar a grandes frustraciones, por ejemplo la elección de los rivales en las diferentes ventanas FIFA de partidos amistosos y claro está, los salarios de primer mundo para un cuerpo técnico que, por lo nóbel, no pudo hacerse fuerte en esas exigencias cuando Claudio Tapia, sorprendiendo a propios y extraños, poniendo en sus manos casi un siglo de historia gloriosa.
EL FUTURO YA EMPEZÓ
La Gala del lunes pasado en París, termino de engarzar con la precisión de un orfebre, los reconocimientos internacionales de todo el espectro ternado de Argentina, al título conseguido el Lusail en 18 de diciembre, todo un acto de justicia por la revolución que el equipo albiceleste generó en todos los niveles analizables. Lo ganó en el campo de juego, por eso fue el campeón y Lionel Scaloni gestor de ese colectivo virtuoso, subió para ser condecorado como el mejor entrenador del planeta; se impuso desde un liderazgo indiscutible en la cancha, por eso Lionel Messi se llevó el premio al mejor jugador del año pasado; lo refrendó con un arquero de acciones asombrosas, de allí la elección de Dibu Martínez como el mas lucido en su puesto y por si faltaba alguna caricia más para las alicaídas almas de los argentinos, el Tula subió al escenario con su legendario bombo, para retirar en representación de los hinchas, la mención a la mejor afición del mundial de Qatar.
Un derrotero guionado por el más ególatra nacido en nuestras pampas.
Este fascinante acto de seducción del fútbol argentino hacia el mundo, ante las miradas atónitas de otras figuras del ambiente, dio la sensación paralelamente, que cerraba un circulo plagado de sorpresas y realidades a cual mejores y que en todo caso, sugiere un archivo rápido para evitar caer en una de las trampas que el fútbol tiene muy cerca de aquellos que presumen de tener la fórmula del éxito y que es la caída estrepitosa, aleccionadora y a la vez, perversa.
Lionel Scaloni sabe perfectamente que es tiempo de trazar variantes, aunque no lo sugieran los resultados, es inexorable y que sus reflejos, harán la diferencia entre, apoyarse nostálgicamente en los laureles o proponerle a las camadas que lleguen, consignas revulsivas que retemplen los espíritus y sin perder el apetito por nuevas utopías.
El trabajo no parece sencillo, en este aspecto tengo una mirada controvertida que se apoya en un discrecional adverbio: “es tan difícil liderar un proceso precedido por un fracaso como el de otro glorioso”; hay una ventaja de este último, el plafón y el estado de ánimo son aliados que bien capitalizados, podrían blindar en el buen sentido, el siguiente ciclo de un entrenador que lo ha ganado todo como ninguno antes.
Fueron gratificantes las declaraciones del Coco Basile, un hombre de hierro cuya personalidad forjada en otros tiempos, marcó toda una época como jefe de equipos y selecciones, lo cual le confiere autoridad para poder opinar de éste tiempo glorioso para el fútbol de nuestro país, Alfio en cuya gestión la Selección Mayor fue bicampeona de las Copas América en Chile 91 y Guayaquil 93 y en la participación del Mundial de Estados Unidos 1994, admitió que Scaloni los superó a todos y siente una profunda admiración por su humildad, un valor intangible pero poderoso para administrar un mundo de egos como ningún otro.
Argentina jugará este 23 de marzo en el estadio Monumental ante Panamá y 5 días después frentes Curasao en el Madre de Ciudades de Santiago del Estero, como parte de la ventana FIFA y de esta manera, celebrar con los aficionados el título en Qatar.
Sobran los motivos para advertir la expectativa de estas presentaciones, no por el valor deportivo, ya que se ha escogido rivales con el encomillado de sparrings, sino por el gran impacto emocional que en esta ocasión tendrá la presencia de un seleccionado que hizo historia y además pretende seguir escribiendo capítulos imborrables para nuestro deporte estrella.
