Causas, síntomas y tratamiento ante ataques de pánico

Patrocinado 26 de diciembre de 2022 Por REDACCION
Es un trastorno de ansiedad que gira en torno al miedo intenso e injustificado. Si bien se lo asocia principalmente con la mente, es el resultado de una combinación de síntomas, tanto físicos como cognitivos.
Emerger

La mayoría de los expertos definen un ataque de pánico como una aparición repentina de miedo intenso, a diferencia de una condición como la ansiedad general, que suele manifestarse como una preocupación casi constante.

Las personas que sufren ataques de pánico se sienten abrumadas por síntomas mentales y físicos, que pueden variar de una persona a otra. El pulso se acelera y se sienten palpitaciones, pueden sentir que no pueden respirar, quizás les tiemblen las extremidades o sientan opresión en el pecho y algunos manifiestan la sensación de estar ahogados.

Algunas personas que experimentan ataques de pánico pueden sentirse repentinamente acaloradas y sudorosas, otras sienten que tienen escalofríos. Y luego está el miedo agitado y desestabilizador. En la agonía de un ataque de pánico, emerge una sensación de pérdida de control sobre la mente y el cuerpo. Algo similar a tener un ataque al corazón o la sensación de estar por morirse.

El doctor Alberto Davidovich, director médico de Emerger, señaló:

“Angustia, etimológicamente proviene de ‘angosto’, dado que en el momento de la crisis de angustia se estrecha la vía respiratoria, lo que provoca dificultad para respirar, durante el ataque de pánico la persona tiene sensación de ahogo, lo cual genera en casos extremos miedo intenso y la vivencia de una muerte inminente.”

CAUSAS

Una serie de factores estresantes -como acontecimientos traumáticos, preocupaciones económicas o incluso hablar en público- pueden provocar ataques de pánico. Pero también pueden producirse de forma inesperada, sin un desencadenante discernible.

Cuando las personas experimentan un estrés intenso, se activa el sistema nervioso simpático, una red de nervios que desencadena lo que los psicólogos llaman la respuesta de “lucha o huida” ante la percepción de peligro. El cuerpo libera sustancias químicas como la epinefrina, también conocida como adrenalina, y la norepinefrina, que hacen que el corazón se acelere, las pupilas se hinchen y nuestra piel libere sudor.

Otra red de nervios, llamada sistema nervioso parasimpático, devuelve el cuerpo a su estado original. Si no se activa después de un tiempo, un ataque de pánico puede suspender a una persona en ese estado de excitación elevado.

Muchos investigadores creen que los ataques de pánico pueden producirse cuando el cerebro no es capaz de enviar correctamente los mensajes entre la corteza prefrontal, asociada a la lógica y el razonamiento, y la amígdala, que gobierna la regulación emocional. Durante un ataque de pánico, la amígdala está hiperactiva, mientras que la corteza prefrontal responde menos, lo que nos hace entrar en una espiral.

¿Quién puede sufrir un ataque de pánico?

Cualquiera puede sufrir un ataque de pánico. Sin embargo, el riesgo es mayor para los adolescentes y las personas de 20 años. Si no has tenido un ataque de pánico a los 45 años, es menos probable que tengas un episodio más adelante.

Las mujeres tienen más del doble de probabilidades de sufrir ataques de pánico que los hombres, pero los investigadores no están del todo seguros de la razón de esta disparidad.

Desde Emerger, la Empresa de Servicios de Salud, se brindaron algunas recomendaciones para lograr la calma en situaciones de ataque de pánico:

Hablarse a uno mismo: recordarse a uno mismo que es posible sobrevivir a ataques de pánico y que, aunque asuste, el pánico en sí no es peligroso, es clave.

Saber a quién llamar: un amigo o familiar de confianza puede ayudar a tranquilizar a una persona cuando esta sienta que empieza un ataque de pánico. El mero hecho de hablar con alguien sobre lo que está experimentando, y de nombrar las sensaciones que recorren su cuerpo, puede ayudarle a estabilizarse en el momento.

Tomar algo frio: buscar un cubito de hielo o ponerse un paño húmedo y frío en la muñeca puede funcionar. El choque del frío puede ayudar a centrarse en el presente; esto también ayuda a aliviar el incómodo calor y la sudoración que algunas personas sienten durante los ataques de pánico.

Respiración de bebe: la hiperventilación, una característica común de los ataques de pánico, puede hacer que las personas se sientan mareadas, por lo que respirar lentamente puede ser útil.

A menudo, los adultos respiramos desde el pecho; en cambio, puede ser útil respirar desde el diafragma como lo haría un bebé, centrándose en la expansión del vientre. Esto puede ralentizar y profundizar nuestra respiración, inundando el cerebro de oxígeno y activando el sistema nervioso parasimpático, que ayuda a señalar que no necesitamos luchar y reduce los niveles de angustia.

Como hace más de 28 años, Grupo Emerger sigue brindando servicios de salud pre hospitalarios de excelencia, y sumando valor agregado a toda la comunidad en general, en materia de prevención y cuidados.

Por ello, se invita a conocer su página web,  ingresando a http://www.grupoemerger.com/

 

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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