Arranca el sueño albiceleste




(Periodista acreditado por LA OPINIÓN, Qatar 2022). - Después de más de 4 años de aquel golpe de los franceses en Kazán en la última Copa del Mundo de Rusia, el combinado nacional vuelve a la competencia más deseada para procurar un trofeo que sólo ofrecieron al cielo Daniel Passarella y Diego Maradona. Pasó una vida para muchos y otros, está mostrando sus retoños de ilusión; en el medio un par de generaciones doradas que se las fagocitó un sistema de competencia tan lúdico como caprichoso.
¿Cómo es posible que jugadores de la talla de Gabriel Batistuta, Fernando Redondo, el Cholo Simeone, Hernán Crespo, el Kun Agüero, el Flaco Di María y Leo Messi, no hayan podido consagrarse para cerrar el círculo?
Es verdad que un par de ellos tendrán la última oportunidad por estos días en Medio Oriente, pero debieron tirar de la cuerda casi al límite, en esa búsqueda obstinada.
También ese monstruos de mil cabezas deglutió a entrenadores de grandes batallas agotando el stock de renovación generacional y de formatos de conducción de una gran arco de diversidades en términos tácticos y de liderazgos, todos se quedaron golpeando puertas y reclamando al destino una mejor estrella que los ilumine, acaso Carlos Bianchi de los estupendos jefes de equipo, nunca tuvo la oportunidad de entrenar al seleccionado de mayores, el resto mordió el polvo y en el caso de Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, fracasando sin poder sus equipos, dar pelea en la segunda mitad de los torneos.
No le han sido sencillos los mundiales a los jugadores y entrenadores de nuestro medio, pese a tener ese pedigree de cracks que asoman desde las baldosas; esto demuestra que el acceso a la gloria está tapizada de obstáculos muchas veces impensados. Los técnicos de la nueva academia en el mundo, laptops en mano, elaboran teorías, colocan en simuladores progresiones de resultados, miden los movimientos físicos e imponen un protocolo para la vida personal de los futbolistas.
No se puede desdeñar la tecnología aplicada a la alta competencia; sería dar ventajas absurdas y a esta altura de la evolución de estas competencias, nadie está dispuesto a descuidarlas. Sin embargo, no resulta suficiente si la misión es por ejemplo la de Lionel Scaloni de intentar prolongar esta fluidez de resultados y rendimientos que acompañan a su combinado desde la obtención de la Copa América.
El entrenador nacido en el Sur de nuestra provincia, en Pujato, se paró ayer en el auditórium del Centro Internacional de Prensa y delante a más de 300 colegas de todo el planeta, volvió a algunas de sus frases de cabecera que lo vienen acompañado de forma increíble (35 partidos sin caídas), y se curó en salud “venimos a competir, pensar y manifestar que vamos a ganar el torneo es un acto de irresponsabilidad, está lleno en este deporte de candidatos que no vinieron a este mundial, y no sería feliz a pesar que todos lo deseamos, adelantarnos para faltarle el respecto al resto de nuestros competidores”.
Scaloni que al igual que el Capitán, estuvieron en la ronda de prensa, se pronunciaron de forma austera y aceptable, cuando se roza la palabra candidatura o resultado cantado para esta jornada en el debut frente a los árabes.
Cualquier lector de esta bitácora, puede inferir que tales declaraciones forman parte de una estrategia para no ofrecer un aire triunfalista, tan propio de muchos jugadores o técnicos en el mundo del fútbol, sin embargo, hay un razonamiento basado en los antecedentes que autorizan a argumentar, el por qué Argentina, con este nuevo módulo táctico y un recambio poco objetable, esta al menos 3 goles arriba que su par de medio oriente.
No jugamos con fuego al pronosticar para esta ocasión un resultado holgado, ¿verdad?
No obstante, y para no dejar flancos sin cerrar en esta idea en la previa del debut de Argentina en estadio Lusail, el Gigante Dorado de la Copa con un aforo superior a las 80.000 personas, en los últimos debuts quedó un aire de frustración que Alejandro Sabella pudo revertir en Brasil, después del pobre partido ante Bosnia, pero que en el último mundial, el empate frente a Islandia directamente nos llevó al matadero, junto a su progenitor de Casilda.
Una manera de hacer de equilibrista entre los pergaminos, las irrefutables diferencias entre ambos combinados y ese filamento microscópico por el que puede ingresar el virus de la agonía.
El talante de Leo Messi fue el de un jugador luminoso y sonriente ante las preguntas de todos los que estábamos aquí en Doha, una imagen que sostiene después de levantar en el Maracaná, la última Copa América y este es dato que todos advertimos, debería ser antagonistas de los mundiales anteriores. Nuevamente ha dejado con puntos suspensivos la continuidad pos mundial, pero sin ambages confesó que este será su último intento.
Dediquemos parte de nuestro tiempo y emociones, para disfrutar en tiempo real de uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos, que llegó a este puerto, con un equipaje al que todos le han cargado el suyo, toneladas de ruegos y oraciones paganas, miles de camisetas con su estampa y ese número 10 que Diego le legó para siempre.
Será el primer Mundial sin Diego en la cancha o en las tribunas de las última décadas, ya no se nos partirá el corazón al verlo buscar altura como en el estadio de San Petersburgo, para encomendarse a su Dios intentando torcer historias. Messi ha quedado solo en el escenario, pero este desafío le llega en el mejor momento de su madurez dentro y fuera de un campo de juego.
Bueno lo de solo, es una manera poco feliz de resumir, sus compañeros nada van a negociar en su nombre y los más de 30.000 argentinos acá en Qatar, mucho menos.
A la cancha, a ocupar este momento de la historia.
