Imágenes desde el retrovisor

Información General 16 de agosto de 2022 Por REDACCION
El Museo del Automóvil está ubicado en un rincón de la ciudad de Buenos Aires, en Villa Real; un espacio de historia, nostalgia y una vuelta a la imaginación y los recuerdos. Rafaela está presente con autos que alguna vez fueron reyes del óvalo de Atlético.
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FOTO ARCHIVO EDGARDO PERETTI MEMORIA. La callecita que da vida a los Hermanos Oscar y Juan Gálvez.



Por Raúl Vigini y  Edgardo Peretti (auxilios del coche piloto)

Las preguntas insistentes provenían de ese niño muy pequeño y desde su inocencia lo ponía a prueba a su abuelo en cada objeto que iba descubriendo en la recorrida. Accesorios, indumentaria, publicidades, y cientos de elementos emparentados con la mecánica motriz y la historia de los vehículos.
En su devenir fueron apareciendo como por arte de magia los rodados más increíbles para su edad. Por sus formas, sus colores, sus dimensiones, sus imponentes espacios de exhibición.
El Ford A 1903 rojo “Runabout” impecable como si hubiera salido recién del concesionario daba la bienvenida, el Chevrolet 1932 de la lecherita color crema cargada de tachos para el reparto fileteada como si fuera un cuadro de Gardel, la callecita dedicada a homenajear a Juan Manuel Fangio con una de sus legendarias “cupecitas” y prendas de su equipo de competición con aquel casco media esfera apenas y el resto de cuero.
A quienes se enfrentaban del otro lado nada menos que coches que alguna vez estuvieron al mando de tres pilotos ganadores de las 500 Millas Argentinas en los años 70 como fueron el Chevrolet dorado (con publicidad de cigarrillos 43/70) número 43 que Jorge Cupeiro condujo, el rojo 2 de Luis Rubén Di Palma (con aportes de Jockey Club, otro cigarrillo emblemático) y el blanco 21 con rayas roja y amarilla de Angel Rubén Monguzzi (un Chevrolet de 6 cilindros que alguna vez condujo Jorge Ternengo).
Donde un afiche de aquellos tiempos anuncia desde la inolvidable revista “Corsa” la epopeya del coche que llevaba como número parte de la célebre marca de cigarrillos negros con la mención de esa competencia rafaelina y el nombre del Club Atlético de Rafaela, organizador.
Todo permanece en el lugar sin solución de continuidad. Un monoposto que hizo historia en los autódromos argentinos. Y la otra calle con un recuerdo muy especial para los hermanos Gálvez, cuya reliquia con el número 2 identifica al blanco y negro de sus colores. Y acompañada por la camioneta de auxilio que con su “buscahuellas” en la visera muestra todo el detalle de haber atravesado caminos de tierra y barriales epopéyicos.
Después vendrán los imponentes importados de lujo y grandes marcas que rodaron por las calles hace casi un siglo. Y un antiguo colectivo con tres filas de asientos de madera que anunciaba su recorrido hasta Plaza de Mayo. Todos impecables, todos en marcha, todos sorprendiendo al visitante.
En los altos del lugar, decenas de motocicletas nacionales confirman la historia de su fabricación en nuestro país como el “Cucciolo”, la “Tehuelche”, la inolvidable “Pumita”, entre tantas más y automóviles de colección como una suerte de túnel del tiempo. Donde no falta un Dodge 1500 primera serie donado por la familia de su dueño al pasar éste a mejor vida, para que su querido y mimado auto de tonalidad oro antiguo permanezca vivo y resalte su memoria por siempre.
La ambientación de una barra de bar con la prolijidad de su mobiliario se suma a un taller de chapería didáctico para conocer el trabajo de ese oficio, tanto como el taller mecánico pleno de herramientas y elementos de una vez, la barbería a pura navaja y el almacén de ramos generales abarrotado de mercadería de época.
Es inevitable incrementar endorfinas con tanto para ver desde la sorpresa y la gratitud porque también se puede estar frente a un colectivo doble piso inglés clásico rojo, o un vagón de subte de los primeros que circularon por la línea “A” de avenidas de Mayo y Rivadavia.
En fin, una visita muy apreciada porque allí también alguna vez pudimos emocionarnos con el Torino 1 de Nürburbring y el vehículo que el rafaelino Armando Romitelli manejó en competencias deportivas así como para concretar algún raid Rafaela - Buenos Aires que además le permitió lograr importantes triunfos. Este auto está en reparación actualmente.
Es imposible no darle lugar al recuerdo, a la emoción, a la adrenalina, al corazón acelerado, a la necesidad de pensar que Rafaela merece volver a tener esas máquinas ganadoras alguna vez exhibidas en algún espacio público, pero fundamentalmente rodando en el autódromo más veloz de Sudamérica como símbolo y respeto por esta tradición que merece ser inolvidable para todas las generaciones.
Mientras tanto, creídos que el tiempo se había detenido, a la salida encontramos otra vez al niño de la mano de su abuelo, haciendo memoria acerca de las cuestiones que el pequeño requería de la historia de los vehículos que había visto.
Y otra vez se volvió a hablar de los ganadores de aquellas legendarias e interminables carreras locales y unos cuantos detalles así como anécdotas que sin dudas no pueden estar mejor acompañadas que con el patrimonio del Museo del Automóvil de Irigoyen 2265 en la porteña zona de Villa Real. Y custodiado por la gentil Gisela Spadafora y expertos. www.museodelautomovil.com.


REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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