Sensaciones y sentimientos

Sociales 09 de agosto de 2022 Por REDACCION
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METÁFORA Y O FIGURAS POÉTICAS

Por Hugo Borgna

“Abeja blanca zumbas, ebria de miel en mi alma, y te tuerces en lentas espirales de humo (…) cruje en ti mi ansiedad última” (Abeja blanca zumbas, Pablo Neruda).
Como primera afirmación habrá que decir que no son lo mismo las figuras poéticas y las metáforas. Hay gran cantidad de textos como ejemplos de la primera y abarcadora definición. También se puede estar de acuerdo en que la metáfora, con ser el recurso más valioso y reconocido de la poesía, está incluida dentro de las “figuras poéticas”.
“La melodía salvaje que está inventando la noche”, “Cuando se acuerde la aurora de arrebatarnos los sueños” (Alberto Cortez); “A vos que te gustaba, profundamente serio, desentrañar las cosas llegaste a tu confín” (Eladia Blazquez) son figuras poéticas y la belleza conceptual se percibe a la primera lectura. Pero le falta un decisivo elemento para constituir metáforas.
Está invitado, lector, a entrar donde esperan, pacientes, algunos ejemplos: “…esa doliente tarde entraste en el misterio”, “tu oleada de ternura”, “tu río de cariño” (Eladia Blazquez); “Juan, Chaguanco herido, se va en sangre hacia la luna”, “la piel de Juan en el aire será una baguala oscura” (Antonio Nella Castro, Hilda Herrera); “el faro al sol es una estrella rota que alumbra la vigilia de algún puerto” (Carlos Barocela).
Estamos en deuda, lector, con la explicación necesaria para entender por qué estos textos son metáforas con todas las de la ley. Allí vamos.
La diferencia entre los distintos recursos es el objetivo. Puede ser que se apoyen en el dato físico (“Los celestes lagos de tus ojos”), O que informen, según dice Roberto Vicario (“Para que no te vayas te encierro entre palabras”, “Un ángel que tiene tu misma piel de fósforo”).
Y ahora sí. Llegó el momento de definir cuál es la particularidad que permite que se distinga a la metáfora como elemento propio: para comprender cabalmente la idea es necesario generar un pensamiento adicional. De ese modo el sugerido mensaje de fondo resulta “rescatado” mediante un esfuerzo adicional por el lector. Es decir, para dejarlo bien entendido, que por medio de la metáfora se otorga a algún elemento cualidades o propiedades que originalmente no posee; hay oraciones como “Un reloj que hizo el tiempo y murió” (Alfredo Zitarrosa) y “Vuelan esperanzas de pares de alas blancas”, que no necesitan ser explicadas para ser precisamente comprendidas.
¿Se puede “fabricar” metáforas, si no se siente el contenido de las palabras?
Pueden escribirse, pero se corre el riesgo de que se pierda algo de la gracia y el encanto. Por lo demás, para tranquilidad de los poetas, si bien hay quienes tienen la facilidad de expresarlas naturalmente en su lenguaje cotidiano, ocurre que en todos los casos son resultado de muchas lecturas previas de diversos contenidos. Ese modo cotidiano hace que se reciba y asimile cada texto recibido. De esa forma, en el vocabulario oral o escrito se alojan importantes huellas de tersura y confección sutil de los textos, pareciendo que las metáforas surgen solas y espontáneas.
¿Valen menos los escritos que no incluyan metáforas?
Claramente colaboran, pero es el conjunto de un texto y la selección del vocabulario lo que hace a su calidad, con la indispensable libertad creativa.
Sepan, lectores y o practicantes de la literatura, que la gran verdad de la escritura es la autenticidad en la transmisión de pensamiento y sentir.
Y ese punto es estrictamente personal, escritores.
El único límite válido es la voluntad de cada uno.

REDACCION

Redacción de Diario La Opinión de Rafaela
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